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DESEMBARCO DEL REY 127 d.c⚜️








Toda la familia real se encontró frente las puertas de la Fortaleza Roja qué abría camino a las caóticas calles de Desembarco del Rey en ese momento, todos se miraban entre sí, intentando descubrir qué era lo qué estaba ocurriendo. Aegon solo estaba parado detrás de todos, jugando nerviosamente con sus manos en su espalda bajo la mirada preocupada de su hermana, quien no demoró en acercarse.

— ¿Qué ocurre, Aegon? — susurró con voz suave, acariciando el brazo de su hermano al mismo tiempo qué de fondo se escuchaba la voz de Rhaenyra exigiéndole explicaciones a los guardias.—

El chico solo se quedó observándola en silencio, para después tomar su cintura y apartarla de los demás en un rincón, separándose un poco para pasar desapercibidos en medio de aquel escándalo.

— ¿Me podrías explicar tu qué esta pasando? —susurró algo alterado.— Me volvió a pasar esa mierda, y la única qué parece poder darme una explicación eres tu.

— Yo tampoco lo sé con exactitud, hermano. —la platinada descanso una mano sobre su pecho para intentar calmar a su hermano, aunque no servía de mucho.— Lo iremos descubriendo juntos, te lo prometo.

— ¿Iremos descubriendo? —preguntó ofendido— ¿Acaso debo esperar a qué esas cosas lleguen finalmente a nosotros?

Su hermana negó rápidamente, volteando su rostro para ver sí alguien los estaba mirando, pero todos estaban haciendo cosas más importantes, por lo tanto se acercó a su hermano, abrazándolo y apoyando su mentón en su hombro.

— Eres el cuervo de tres ojos, el hielo y el fuego, el encargado de unir a todo el reino. —sintió al mayor tensarse bajo sus brazos.— Sé qué viste todo, lo entenderás, pero debes aprender por ti mismo el controlar tus dones y sacar provecho de estos, yo te podré ayudar, Aegon, pero tomará tiempo.

Cuando la chica se separó y se marchó dentro del castillo el joven solo atinó a tener la mirada perdida por el mismo lugar donde su hermana se había marchado, tratando de controlar sus pensamientos.

— Nieto. —la voz de Otto Hightower entre todo el movimiento de personas logró sacar de la ensoñación a Aegon, quien lo miró expectante.— La princesa Rhaenyra solicita a toda la corona en el salón del consejo.

El adolescente asintió, comenzando a caminar dentro del castillo a la misma dirección qué iban sus familiares a unos cuantos metros más adelante. Cuando llegó, ya estaban todos tomando asiento, él lo hizo al lado de Rhaenyra y su madre, esperando qué Lord Mano tome la palabra, el cuál no demoró mucho en hacerlo.

— Según la información de nuestros guardias y de las capas blancas qué merodeaban la ciudad, todo este lamentable disturbio surgió gracias a una invasión de piratas en el lado sur de la ciudad, en el décimo puerto. —Todos se vieron confundidos, nunca pasaban esas cosas.— Según dicen, eran un total de cien barcos qué avanzaron por toda la ciudad, al parecer tiene complejo de Dhotrakys.

A pesar de la risa divertida del Lord Mano, a nadie parecía darle gracia por lo qué decidió callar y seguir hablando.

— La seguridad de nuestra ciudad logró controlar la situación y todos los culpables están reunidos en la plaza principal.

— ¿Cuantos son? —preguntó Aemond, apoyando sus antebrazos sobre la mesa.—

— Al rededor de cuatrocientos y quinientos hombres.

— ¿Qué piensan hacer con ellos? —Jacaerys tomó ahora la palabra, viendo seriamente a Otto.—

— Los encerraremos en los calabozos y-

Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora