𑁍018

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La guardia de Winterfell había salido apresurada y completamente a la defensiva en el momento qué pudieron divisar a los cuatro dragones dirigirse a sus tierras. El primero en ser divisado fue Sunfyre, aunque tampoco fue disimulado, pues a penas vio las murallas qué protegían el hogar de los Stark se posó sobre una de ellas generando un gran temblor que asustó a todos los norteños.

Arrax fue el primero en aterrizar a unos treinta metros de la entrada hacia el castillo. Harry se quedó sobre el dragón con demasiado sueño, sin darse cuenta de cómo Lucerys había bajado y se acercaba a los guardias con las manos levantadas.

— Buenos días, queridos norteños. — saludó el castaño, acercándose a los hombres quienes aún no bajaban sus espadas.— Mí nombre es Lucerys Velaryon, príncipe heredero de Driftmark, vengo en compañía de mi tío, el Rey Aegon II y mi hermano, Jacaerys Velaryon y mi tía, la princesa Heleana Targaryen.

Detrás de él se escuchó un muy gran estruendo mientras el suelo temblaba, pues Dreamfyre y Vermax habían aterrizado. Aegon y Jace bajaron de Vermax sin mucho esfuerzo, el primero en acercarse fue el Targaryen, con paso firme y una sonrisa algo forzada en su rostro.

— Es un honor visitar el norte, sin embargo esperaba evitar todo tipo de protocolo y hablar directamente con su Lord. —habló sin rodeos, haciendo qué los guardias se miren entre ellos.—

Antes de qué los uniformados pudieran decir algo más, los hombres guardaron sus espadas y formaron un pasillo para darle paso a un joven de más o menos su edad, alto y flacucho, su piel no tan pálida, era de un color cálido y sus cabellos eran de un fuerte azabache. Aegon se erguio aún más asintiendo a Lord Cregan, siendo seguido por los demás qué se encontraban detrás suyo.

— Me sorprende su presencia, Mí Rey. —habló finalmente el Stark, mirando a su bastardo familiar.—

La tensión se había comenzado a crear cuando ambos dirigieron su mirada hacia el escudo del otro, seguido de una significativa mirada por parte del azabache provocando una sonrisa burlona en el platinado.

— ¿Por qué tanta sorpresa, Lord Cregan? Según fui informado por Lord Tully, usted había sido informado hace dos amaneceres.

— Me sorprende su rapidez, Su Gracia.

— Los dragones y lobos viajan rápido, Mi Lord.

Todos se quedaron confundidos al escucharlo, aunque su confusión pasó a estar en un modo de alerta cuando por los árboles qué se encontraban a los costados del camino comenzaron a asomarse enormes lobos, uno de ellos se acercó hasta Aegon y se paró detrás de él, sacandole cuatro cabezas al Rey con su mirada completamente fija en el hombre flacucho frente a él.

— Es un honor tener en presencia a sus dragones, lobos y a los príncipes y princesas, Eminencia. —El Lord se hizo a un lado, dejandoles abierto el camino hacia la entrada al castillo.— Pasen, por favor.

Con una sonrisa algo juguetona Aegon volteó a mirar a sus familiares y amigos, los cuales rodaron sus ojos y siguieron al Targaryen qué era guiado por el Lord de Winterfell.

Todo estaba cubierto de nieve, algún qué otro puesto se podía ver, estos eran atendidos por mujeres, niños y niñas correteaban por todo el lugar. En la lejanía se podían escuchar los sonidos de los herreros moldeaban el metal, caballos eran guiados por algunos jóvenes, supone iban hacia las caballerías, cuervos y otras aves volaban por todo el lugar, palomas caminaban y picoteaban cualquier migaja qué se le caía a alguna persona qué se paseaba por allí.

A la Targaryen, los Velaryon y los dos jóvenes no les agradaba absolutamente nada el frío crudo y helado qué allí hacía, demasiados acostumbrados a Desembarco del Rey y su calidad extrema, por otro lado estaba el Rey Aegon, miraba todo cómo sí de un niño pequeño se tratara, correspondiendo los saludos de los niños y sonrisas a las mujeres de los puestos.

Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora