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Ya habían pasado cuatro noches en Roca Dragón y había sido un merecido descanso para todos.

Jacaerys iba a la cueva de Vermithor todos los días, cantándole y hablando con él. Mientras qué Lucerys, amando los desafíos, le llevaba una oveja a Roba Ovejas todos los días cómo un tratado la paz, siendo completamente exitoso, pues la dragona se mostró débil ante su apetito y se dejó montar por el príncipe hace tan solo unas horas.

Todos comían contentos, ignorando a las cuatro personas qué tenían sus manos y pies atados y veían todo desde una esquina del salón.  Los únicos qué faltaban eran los hermanos Velaryon, pues estos compartían las comidas con los dragones.

— Les quería hacer un anuncio, más oficial. — Aegon se inclinó sobre su silla en la punta de la mesa, viendo a los demás. —

— Ya puedo imaginar qué es. — murmuró divertida Camile. —

— Dinos, adelante. — dijo Sophia con ansias. —

— Cómo sabrán, Jace y yo estamos comprometidos desde hace ya un tiempo. — Bajó su mirada al sentir una boba sonrisa crecer en su rostro. — Y nunca tuvimos la oportunidad de casarnos, pero siento qué ahora es el momento correcto, es decir, estamos con las personas qué queremos y en las tierras de nuestros ancestros así qué...Qué opinan?

— ¡Me parece magnífico! — Leiah aplaudió emocionada. —

— Siempre quise ver cómo es una boda. — la niña con cabellos castaños claros fantaseaba, abrazada al brazo de Harry. —

— ¿Cuándo se casaran? — preguntó el pelinegro con una sonrisa en sus labios. —

— Hoy al atardecer.

— ¡Es en tan solo un de horas! — se escandalizó Sophia, poniéndose de pie en un salto. — Dioses, debo prepararme para la ocasión!

— Les dejamos unos cuantos vestidos y trajes qué encontramos aquí en sus aposentos, así qué bañanse y cambiense, el qué quiera tener una trenza venga a mis aposentos cuando desee, soy muy bueno haciéndolas.

Con una sonrisa Aegon abandonó el salón, dejando a sus amigos hablando emocionados entre sí, pero además de ellos también a una pequeña familia qué se veía entre ellos, casi horrorizados por lo qué acababan de oír.

Las dos niñas salieron hablando emocionadas, divagando con cómo serían sus vestidos.

Leiah y Sophia ya habían llegado a los aposentos de ambas, pues decidieron compartir. Chillaron felices al ver los vestidos sobre el lecho.

Ambos eran de color rojo, uno más oscuro qué el otro, pertenecientes a la princesa Rhaenyra de joven, tenían detalles en un hilo dorado brillante.

Sophia tomó el vestido de rojo más claro, poniéndoselo sobre su cuerpo y mirándose contenta frente al espejo. El vestido era de mangas caídas, pegado al cuerpo en la parte del tronco y cayendo delicadamente hasta el suelo con una corta y redonda cola. El de Leiah era parecido, solo qué era manga larga y tenía un pequeño collar de oro en el cuello qué le daba un hermoso detalle.

En ambos hombros, los dragones con hilo negro sobresalían magníficamente.

Las jóvenes se vistieron entre risas y chistes, con ayuda de Luna, quien había llegado hace tan solo unos momentos. Luego de unos minutos Camile y Thomas llegaron.

Thomas se detuvo en el marco de la puerta con su boca abierta cuando miró a la pelirroja qué se acercaba a él con una sonrisa tímida.

— ¿Qué tal me queda? — dio un pequeño giro, haciendo qué la falda de su vestido se mueva gracilmente. —

Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora