𑁍050

172 8 1
                                    

El viaje hasta Roca Dragón era casi una semana desde Desembarco del Rey, sin ir por el camino real. Los recientes declarados traidores a la corona ya llevaban cinco días de viaje cuando se toparon con una pequeña cabaña en las orillas de un río.

Sophia había sido la primera en verla, pues, gracias a su hiperactividad en la mañana, había avanzado en pequeños saltos por todo el camino, volviendo corriendo a informarles a todos aquella pequeña casa de madera qué encontró.

— ¡Encontré algo! — sus cabellos enredados y sucios se movían de un lado a otro, junto a su cabeza. — ¡Es un milagro!

— Por aquí no hay nada, los pueblos están al otro lado. — le recordó Harry. —

— ¡Pero por allí hay una cabaña! — señaló emocionada hacia el lugar de donde había venido. — ¡Y un río también!

— Eso es magnífico. — los ojos del príncipe brillaron emocionados. — Ven, muéstrame donde es.

Sin decir más, aquellos dos fueron tomados de la mano y prácticamente corriendo hacia donde la pelirroja dirigía, siendo seguidos de los demás cuando se dieron cuenta qué no iban a regresar.

Sorprendentemente para todos, lo qué decía aquella niña era cierto. La cabaña estaba a escasos metros del río, con prendas de ropa colgadas sobre un hilo al lado de ella.

— Esperen. — los detuvo Aegon cuando quisieron ir a tomar las ropas. — Debemos ver sí hay alguien.

Jacaerys fue el primero en avanzar y tocar la puerta, la cuál no fue atendida a pesar de su constante insistencia. Camile, algo cansada de esperar, tan solo pateó la puerta y se adentró, con los demás curiosos detrás ella.

Todo estaba cubierto de una capa fina de polvo, ratas caminaban por los restos de comida podrida qué allí había y las velas estaban completamente consumidas.

— Parece abandonada. — Leiah acarició a una pequeña rata qué había allí, ignorando la mueca de asco de Thomas. —

— Así es. — coincidió el platinado, caminando hasta una de las puertas. — Oh.

Aegon se hizo hacia atrás con una mueca lastimosa en su rostro, siendo Sophia quién vio todo seguido de él. Cinco esqueletos estaban todos acostados sobre una cama, la cuál estaba bañada en sangre.

Jace alejó a su prometido de aquella habitación al ver cómo uno de los cuerpos era posiblemente perteneciente a un bebé.

— ¿Quienes hicieron esto? — preguntó indignado el castaño, adentrándose a la habitación. —

Y aunque el príncipe Velaryon sonaba perturbado, rebuscaba por toda la habitación algo qué podría serle útiles, consiguiendo unas cuantas joyas baratas, unos vestidos, camisas, pares de zapatos e incluso algunas cosas para el higiene personal.

— Tal vez fue un ajuste de cuentas.

Todos copiaron la acción de Lucerys, recorriendo la casa de arriba a abajo.

No lograron recolectar comida, sin embargo cada uno tenía un bolso con ropa propia en mano.

Cuando ya estaban saliendo de la cabaña, Thomas apareció corriendo desde la parte trasera de la casa.

— Hay tres caballos detrás. — dijo emocionado. — Y uno bebé. ¡Los llevemos!

Sin decir más, la mayoría se fueron hacia atrás en busca de los caballos, quedando solo Aegon, Jace y Luke.

— Tío, deberíamos aprovechar del río y los jabones qué encontramos. — decía Luke, tomando aquellos ungüentos en sus manos. —

— No alcanza para todos. — señaló su hermano mayor, tomando aquellos cuatros frascos. —

Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora