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Thomas bebía con lentitud de su leche con azúcar, mirando a la joven castaña qué metía unas cuantas velas y simples vestidos de tela barata en unos canastos de paja.

— Thom, ya terminaste? — el pequeño pelinegro solo asintió, limpiando las comisuras de sus labios. — Ve a levantar a aquella vaga.

Con la sonrisa divertida contagiada en su rostro, se bajó de su silla con un solo saltó y corrió hasta la segunda puerta de aquella sala.

Susan dormía con su pecho pegado al mullido colchón, sus rizos y medio rojizos cabellos estaban esparcidos por toda la almohada mientras el niño tocaba su hombro, moviendola con suavidad.

— Susan. — la llamó, aunque la otra no reaccionó. — Susan, Susan, Susan.

— Déjame. — se quejó, rotando sobre la cama. — Dioses, solo diez minutos más.

— ¡Levántate o haré qué Soph vaya! — gritó la mayor desde la sala. —

La chica finalmente se levantó, tallando sus ojos con una somnolienta sonrisa en su rostro al ver al niño.

— Mí bello príncipe. — al extender sus brazos, Thomas no dudó en trepar en la cama y dejarse abrazar mientras eran acomodado en su regazo. — ¿Cómo estas? ¿Listo para un nuevo día de trabajo?

— No, yo igual tengo sueño. — Ambos rieron bajo, escuchando cómo Sophia amanecía también. — Pero Cami dice qué ya es hora de irnos.

— Lo sé, lo sé. — respondió mientras bostezaba. — Iré en unos minutos.

Dándole privacidad, el menor volvió a salir de esa habitación, no sin antes dejar un pequeño beso en la mejilla de la somnolienta joven.

Al volver a la sala, vio a Sophia siendo peinada por la castaña mientras hablaban en voz baja.

— ¡Thom! — lo saludó la niña. — Adivina a donde iré hoy.

— ¿Al mercado? — le sonrío algo burlón. — Te haría bien ayudarnos de vez en cuando.

— ¡Claro qué no! — dijo con una mueca de asco. — El príncipe Jace me dijo qué hoy podía enseñarme a escribir, así qué iré con Camile hasta el palacio.

— ¡No es justo! — Comenzó a quejarse. — Yo también quiero ir.

— Tu iras mañana, bien? — La chica comenzó a acomodar ahora su percudido traje, dejando luego un beso en su frente. — Lo prometo. Además, Sophia ya fue al mercado toda la semana anterior conmigo.

Tragandose sus quejas el pequeño pelinegro solo suspiró y se abrazó a los hombros de su mayor, aprovechando para sacarle la lengua burlonamente a su hermana qué estaba delante de él.

Luego de unos minutos Susan ya estaba fuera de la habitación, vistiendo su bonito vestido qué tenía unas pequeñas flores azules por todos lados, cortesía de Luke.

— Oh, ya preparaste todo. — dijo observando las canastas llenas. — Gracias, Cami.

— No es nada. — le restó importancia con un movimiento de su mano. — ¿Tienes hambre?

— No realmente. — negó con una sonrisa. — Sí es así le comprare algo a Edmund, seguro llevará algo rico para vender.

— Edmund, eh? — preguntó burlona, pinchando su hombro. — Al parecer te cae muy bien.

— ¿De qué hablas? — se rió algo nerviosa, tomando una de las canastas. — No digas tonterías, ya debo irme.

Thomas pegó un salto desde su silla, dejando sus juguetes de madera tallada en la mesa y caminando hasta tomar la mano de Susan y una canasta más pequeña.

Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora