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El cuervo estaba posado en unas rocas a una distancia algo considerable de los tres dragones qué aterrizaban en la arena de Roca Dragón.

Guardias se encontraban con sus espadas apuntando a los príncipes y princesa qué desembarcaban en la isla.

El primero en caminar con sus manos levantadas en son de paz fue el primogénita de su Reina, poseedora de los gritos qué se escuchaban en las afueras del castillo.

— Son su príncipe y heredero, vengo aquí solo para ver a mí madre y hermana. —los hombres se miraron entre sí, sin saber cómo actuar.—

No fue hasta qué otra cabellera castaña siendo alborotada por el viento qué el cuervo se acercó aún más, posandose en el hombro de la princesa Targaryen.

Dio un gran grasnido al ver a Joffrey Velaryon pararse frente a su hermano con su mentón en alto y una mirada fría. Para nada igual qué la mirada del niño de hace casi un año atrás.

— ¿Qué hace ella aquí? — Heleana por primera vez enfocó su vista, sonriendole distraída al joven el cuál hizo una mueca de asco.—

— Nuestra tía no es una amenaza, Joffrey. —Los guardias retrocedieron cuando Luke avanzó sin interesarle sus espadas.— Venimos aquí a ver a nuestra madre, no es necesario todo esto.

— No parecía interesarle visitarla durante todo su embarazo.

— Joffrey, suficiente. —el porte seguro del más joven de los Velaryon tembló considerablemente ante el tono firme de Jace.— Tenemos el mismo derecho de estar aquí qué tú.

El adolescente no le contestó. Cambiando sus manos de posición mientras desvía su mirada, esa fue una señala para los tres recién llegados. Luke comenzó a correr sin distracciones dentro del castillo, siendo seguido por su hermano menor.

— Tía. —la princesa tomó por el antebrazo de su sobrino antes de seguir sus pasos.—

La ave con plumas negras emprendió vuelo en dirección de la fuente de los gritos de la princesa.

En los oscuros pasillos de piedra no había nadie, los pasos de cuatro personas resonaron por todo el lugar mientras subían con paso apresurado las infinitas escaleras para lograr encontrarse con los aposentos de su Reina.

Cuando finalmente llegaron al frente de la misma, los dos hijos más pequeños del primer matrimonio de Rhaenyra pasaron directo por debajo del umbral de los aposentos, uno de ellos sin caer en cuenta de la mirada de cierto hombre platinado parado en la misma.

Jace detuvo su caminar cuando sintió los tímidos tirones de Heleana en la manga de su camisa. Daemon había tomado una posición defensiva con su mano en el mango de Hermana Oscura.

— Cuando me dijeron qué tres dragones se dirigían aquí, hubiese preferido qué quemen toda esta maldita isla antes de ver sus descaradas caras aquí. —el príncipe ubicó a la platinada detrás suyo, frunciendo su ceño ante las palabras dichas por su padrastro.—

— Venimos hasta aquí para ver a mí madre y mí hermana, no necesitamos distracciones.

El Velaryon invito a su tía a caminar delante de él, fulminando con su mirada a la sonrisa burlona del hombre.

Lo primero qué pudieron divisar ambos fue a Luke en cuclillas al lado de su madre, con muecas de dolor en su rostro. Suponía qué era por el fuerte agarre de la Targaryen en su mano. Al lado del joven estaba Joffrey, el cuál daba palabras de aliento a su madre con ayuda de Rhaena. La chica estaba parada junto a una de las ayudante de las parteras, mirando entre horrorizada y con pena lo poco qué se dejaba divisar entre el hombro de la mujer y la tela qué cubría la intimidad de la mujer.

Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora