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Camile había dejado de lado los insultos y la violencia mientras seguía al cuarteto de chicos qué eran arrastrados por guardias frente suyo, gracias a los asustados niños qué tenía entre sus brazos.

La joven de cabellos castaños claros lloraba con su rostro acurrucado en el hombro de su hermano, mientras qué el mismo abrazaba a la de cabellos pelirrojos, quién tenía sus ojos llorosos fijos adelante suyo.

Después de haber forcejeado por unos diez minutos, los encapuchados tiraron a sus rehenes de manera brusca hacia el suelo, fuera de la Fortaleza Roja.

Aegon se levantó rápido, tirando en el transcurso su corona oscura con rubíes, cortando la cabeza de uno de los hombres qué había comenzado a alejarse de ellos, siendo su sobrino menor quién lo ayudó con los demás.

— Aegon. — llamó Thomas en voz baja, siendo ignorado. —

El Targaryen tenía su respiración agitada, tomando el mango de su espada de manera vaga con su mirada perdida en el castillo frente ellos.

Cuando Jacaerys intentó tomar su mano el platinado lo apartó, guardando su espada en su vaina y tomando la corona del suelo.

— Debemos irnos. — sin decir más, comenzó a caminar en dirección al frondoso bosque. —

— ¿A donde se supone qué vayamos? — preguntó Harry, tomando la cintura de su pareja mientras caminaba. —

— ¿Qué mierda pretendes qué te responda? — Aegon solo se giró para verlo enojado. —

— Podríamos ir a Roca Dragón. — sugirió el Lord. —

— ¿Y qué? ¿Qué Daemon nos encuentre y ponga nuestras cabezas en estacas?

Todos los presentes se vieron entre ellos cuando Aegon avanzó hasta su prometido, observándolo furioso y hablando con un volumen elevado en su voz.

— ¿Acaso tienes una mejor idea? — Jacaerys también avanzó hasta él, observándolo con su ceño fruncido. — No tenemos dinero, no tenemos aliados qué sigan con sus cabezas en sus cuerpos y nadie de aquí es muy fácil de pasar desapercibido.

— ¡No me lo digas cómo sí fuese una novedad, Jacaerys! — gritó enojado, haciendo qué los niños se encojan en sus lugares. — Dioses, los únicos aliados vivos que tenemos son los Hightower y ahora estan a manos de tu madre.

— Sus muertes nisiquiera importan, Aegon, solo necesitamos su oro. — el castaño hizo una mueca en sus labios al ver cómo su comentario afectó a su prometido. —

— ¡Mí madre es una, imbécil!

— ¡Tu madre es solo una estúpida, tanto cómo tú abuelo y los dos ya deben estar muertos así qué superalo!

Aegon enterró fuertemente sus uñas en sus palmas para no golpear el rostro del Velaryon frente suyo, sacándose su corona y tirandola con fuerza al pecho de Jacaerys, al igual qué su espada, haciendo qué retroceda.

— ¡Sí tan interesado estás en el oro, vende eso y vete de una maldita vez a donde no pueda verte, egoísta de mierda!

El Targaryen tan solo caminó enfurecido a una parte más espesa del bosque, ignorando los llamados de Leiah y Harry detrás suyo.

Jacaerys soltó la espada y la corona de su pareja, pasando sus manos frustrado por su rostro mientras Lucerys intentaba acercarse a él.

— Jace. — lo llamó cuidadosamente. — Deberías ir a disculparte, aquello fue irrespetuoso.

— Tan solo dije la verdad, Lucerys. — respondió con voz seria, sin voltearse a verlo. —

— Sigue siendo su madre.

Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora