𑁍012

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Cuando su sobrino se llevó a su hermana y sobrino más pequeño, sintió cómo Luke tomaba su antebrazo para seguir andando apurados hacía afuera, donde Caraxes había comenzando a incendiar los alrededores de Pozo Dragón.

— Exijo una explicación de tu parte. —la voz de Aemond era fuerte y clara, buscando sobresalir entre los gritos.—

— No tengo porqué darte ninguna explicación.

El platinado mayor ignoró la mirada molesta de su hermano, saliendo finalmente el rey y los tres príncipes fuera donde Sunfyre esperaba impaciente a su jinete, esperando cumplir sus órdenes.

El ahora rey corrió hasta la ala de su dragón, tomando impulso sobre esta para poder montar a la bestia dorada, quien nuevamente no contaba con su montura aunque se vio interrumpido por su hermana.

— No le hagas daño, por favor. —Los ojos y la voz de Rhaenyra expresaba su preocupación, mirando a su esposo quien seguía quemando las partes cercanas a Pozo Dragón.—

Aegon vio unos segundos a su hermana en un completo silencio, volviendo su mirada a su tío cuando Caraxes quemó los puestos de feria qué se ubicaban en una calle cercana.

¡Söbes, Sunfyre!

El dragón dorado se acercó volando ferozmente hasta el rojo, el primero le ganaba solamente por unos metros en tamaño, aunque no se notaba mucho la diferencia. Ambos dragones terminaron frente a frente sobrevolando la ciudad al mismo tiempo qué sus jinetes se enfrentaban con sus propias miradas.

¿Qué demonios crees qué haces, Daemon? —preguntó entre enfadado y tranquilo el más joven, rodeando a su tío sobrevolando con su dragón.—

¿Te atreves a robar mí trono y tutearme? —contestó el de pelo largo divertido.— No te creía tan atrevido, niño.

El trono nunca fue y nunca será tuyo. —Aegon se detuvo unos metros arriba del hombre quien lo veía desafiante, Sunfyre alineó su rostro al de Caraxes.— Y yo no soy un niño, soy tu rey. ¡Dracarys, Sunfyre!

El jinete de la bestia más vieja tuvo qué maniobrar con dificultad al ver el ataque desprevenido, recomponiendose para intentar devolver el ataque a su sobrino. Pero se le era casi imposible, Caraxes era brusco y fuerte, sí, pero Sunfyre era rápido y ágil.

La bestia dorada ascendió con una gran velocidad hasta desaparecer entre las nubes, siendo seguido casi de inmediato por el otro jinete. Al creer qué lo había perdido, Aegon estaba sobrevolando sobre las nubes blancas perdiéndose entre sus pensamientos mirando las mismas.

Fue completamente inesperado cuando vio surgir entre las mismas a Caraxes, siendo atacado por un costado.

¡Dracarys!

Aegon sintió el fuego cubrir absolutamente todo su cuerpo, sus prendas comenzaron a arder y a desvanecerse sobre su propia piel, las cuerdas de su montura quemarse en su totalidad. Soltó un jadeo sorprendido mientras Sunfyre bajaba a gran velocidad y él seguía intacto, excepto por sus ropas quemadas, obvio.

Vio su propio cuerpo, lleno de cenizas, sus prendas caras y refinadas totalmente incineradas, aunque su pantalon de cuerdo de dragón seguía intacto sobre sus piernas. Se sintió cohibido cuando el frío aire chocaba contra su torso desnudo, alzó la mirada al escuchar el gruñido y risa triunfal de Daemon, quién aterrizaba con su gruñón dragón en donde Sunfyre había estado unos minutos atrás.

Decidió no seguirlo, aterrizando con Sunfyre sobre una de las torres de Pozo Dragón, soltando un suspiro tembloroso gracias a la cercana muerte qué había tenido hace tan solo unos minutos, cerró sus ojos concentrándose en el escenario qué buscaba presenciar.

Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora