𑁍007

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DESEMBARCO DEL REY 127 d.c⚜️








Jacaerys no era una persona en la cuál sea usual ver un aspecto distraído o desenfocado, siempre tenía sus ideas bien acomodadas, sus ideales marcados y su personalidad forjada de manera digna y correcta para ser un ideal Heredero para su madre. Se esforzó durante toda su vida para honrarla cómo ella se lo merecía.

Pero ahora qué su madre despreció su título, el esfuerzo de toda su vida fue en vano, y sólo había quedado cómo el primogénito bastardo de Rhaenyra Targaryen.

Y aunque eso le atormentaba demasiado, había algo qué no lo dejaba en paz.

Y eran sus propios pensamientos respecto a su tío mayor, Aegon.

Le asustó escuchar sus pensamientos mientras cortaba las perfectas y sedosas hebras, de cómo le gustaría acariciar estas toda su vida. O cómo sintió algo de admiración a su tío cuando se enfrentó a la Mano, también cuando demostró su preocupación por los ciudadanos de Desembarco del Rey, o por esas golfas, aunque él estaba seguro qué era por dobles intenciones.

Nunca sintió admiración por nadie, excepto por su madre y su padre, Daemon, quien hace tres meses estaba en Roca Dragón y lo extrañaba demasiado. Y era completamente raro comenzarlo a sentirlo por alguien más, especialmente por su tío.

Aunque ahora qué se ponía a pensar, lo borracho de su tío se estaba yendo de a poco, cosa qué agradeció. Odiaba a las personas borrachas, las detestaba. Cada vez que veía a una recordaba a su padre Leanor, el cuál volvía borracho todos los fines de semana con un acompañante diferente.

Suspiró pesadamente, levantándose de su cama y comenzando a vestirse solo ya qué era demasiado temprano. Frotó sus manos contra sus brazos mirando a la ventana, era demasiado extraño el frío qué azotaba Desembarco del Rey, le disgustaba por completo.

Apenas salió de su habitación fue saludado por el guardia qué estaba de turno, devolviendo el saludo. Caminó por los pasillos de la Fortaleza Roja, sintiendo el ruido excedido en las cocinas gracias a qué estaban preparando el desayuno para aquellas personas qué durmieron en el asentamiento de la ciudad.

Se recordó felicitar a su hermano por esa idea.

Y cómo sí una conexión tuviesen, Lucerys apareció hablando animado con Aemond el cual tenía pesados libros en sus manos.

Ambos se quedaron quietos cuando vieron a Jacaerys frente a ellos, con miedo a qué reaccione mal ante su cercanía, sin embargo el castaño lo ignoró mirando los libros en las manos del platinado.

— ¿Aún están con eso? — preguntó directamente, cuando recibió un asentimiento extrañado por parte de ambos, señaló con sus ojos una habitación.—

Cuando los tres jóvenes se adentraron en la habitación, el castaño mayor se apresuró a cerrar la puerta y fijarse que no haya nadie.

— El día qué Aegon llegó borracho y me hizo qué le corte el cabello, ocurrió algo extraño. — hablaba con una voz lejana, cómo sí pensara en voz alta.— Le había agarrado nuevamente ese ataque, estaba con los ojos blancos y lo estuvo por más de veinte minutos seguramente.

— ¿De verdad? —preguntó algo sorprendido Luke mientras Aemond tomaba nota.— ¿Qué fue lo diferente?

— Murmuraba. —miró a su hermano algo perturbado, con la misma mirada qué tenía cuando le comentaron lo qué Heleana les contestó. — No murmuraba oraciones completas, es cómo si divagara.

— ¿Qué decía? —preguntó esta vez el platinado impaciente.—

— En ese momento no les di importancia, pero luego me preocupó. —declaró.— Las únicas palabras qué me acuerdo qué dijo fue dragón, frío, muro y niños.

Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora