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— ¿Por qué tiene más pelos en la barba qué en la cabeza?— preguntó un confundido Joffrey.—

Lucerys le dio un zape a su hermano menor en la cabeza, mientras todos en la habitación de su tía reían divertidos por las palabras del menor. Mientras qué el sirviente con la bandeja en mano veía ofendido al joven príncipe.

— Sobrinos queridos. —la voz dulce de Heleana hizo qué la mirada de ambos castaños se fijen en ella.— Me alegra qué estén aquí, tomen asiento, por favor.

Los tres príncipes se sentaron en la mesa donde ya estaban Heleana, Rhaenyra y Aemond, el cuál revoloteaba sus ojos por todos lados para tratar de ignorar los coqueteos por parte de Cossette, quien servía el desayuno.

— ¿Cómo están luego de anoche? —preguntó su hermana mayor, tomando de su te.—

— Estamos bien, madre, aunque algo cansados. —contestó el único castaño de la sala, tomando un pastel.—

Todos se adentraron en una simpática charla, hasta qué está fue interrumpida por un Jacaerys adormilado, con una cabizbaja pelirroja detrás de él.

— Lamento mi tardanza, familia. —saludo luego de bostezar.— Aegon, tu criada te buscaba.

El príncipe castaño se sentó en el único lugar disponible al lado de su tío mayor, ignorando el regaño de su madre. Analizó con su mirada la habitación, mirando a una cabellera conocida qué le sonría a su tío descasaradamente desde una esquina.

Todos retomaron su charla entre risas y anécdotas, excepto un platinado de cabello corto qué veía pensativo su tasa de te y un mal humorado Velaryon.

— ¿Qué hacen las golfas aquí? —preguntó en un susurro, simulando llevando su vaso con jugo a sus labios.—

— Pensé qué habían pasado a ser empleadas, sobrino. —el platinado le contestó en el mismo tono de voz, pero lo miraba fijamente.—

— Pues, parece qué ahora no me equivoco.—aprovechó a qué la atención estaba fija en Joffrey para voltearse y quedar cara a cara con su tío.— ¿Qué quieres lograr? ¿Coger con cada una de ellas y llenar el palacio de bastardos al igual qué tu?

El platinado en lugar de contestar solo sonrío divertido, acercándose al rostro de su sobrino quien no se movía, quedando a escasos centímetros bajo la vista horrorizada de Lucerys quien los veía cómo si hubieran perdido la cabeza.

— Creo qué tu tampoco eres el más indicado de hablar sobre bastardia, Strong. —movió su cabeza hacia un lado, susurrando en la oreja del castaño, quién se tenso al sentir los labios del mayor rozar la misma.— ¿Por qué demuestras tanto interés? ¿Quieres una carta de invitación para esta noche?

Jacaerys se levantó enojado bajo la vista divertida de Aegon y las confundidas del resto de su familia, sin embargo se acercó a su tía y madre dejando un beso en la cabeza de cada una.

— Lamento retirarme temprano pero tengo cosas qué hacer, tía, nos vemos luego, familia. — con una falsa sonrisa asintió hacia los presentes, pero cuando pasó a un lado de Aegon esta se borró y volvió a asentir.— Príncipe Stark.

El platinado soltó una carcajada divertido dándole la espalda a su sobrino quien salía enojado de la habitación.

— Lo siento, hermano, Jace a veces tiene un carácter difícil. —se disculpó avergonzada Rhaenyra.—

— No te preocupes, querida hermana, aprendí a lidiar con sus problemas de ira. —le sonrío para tranquilizarla, pero luego esta se hizo más divertida.— Hoy ninguno tenemos nada qué hacer hasta más tarde, qué les parece salir a volar?

Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora