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En el viaje de regreso todo había sido pura incomodidad. Hasta la misma Heleana seguía inquieta por las palabras dichas por su tío y sobrino, no podía evitar sentirse ofendida por parte del primero.

Los hermanos Velaryon tenían un fuerte dolor en el pecho qué era apaciguado por el nacimiento de Visenya, aunque sabían qué sí su salud no mejoraba el dolor solo podría empeorar. No querían ponerse a pensar en cómo sus hermanos se encontraban altamente influenciados, sabiendo qué empeorarian.

Cuando llegaron a la Fortaleza Roja ya era de madrugada, los únicos qué se encontraban en los pasillos eran sirvientas qué preparaban el desayuno o guardias qué cumplían con sus rondas. Los tres se dividieron para ir a sus respectivos aposentos, Jace demorandose más a llegar a esta gracias qué estaba lejos.

Una vez qué abrió la pesada puerta con un suspiro, intentó agudizar su vista para identificar quién era el qué estaba recostado sobre su cama. No tardó demasiado en ver los brillantes cabellos de Aegon bajo la tenue luz de las velas.

Con una sonrisa ambos se acercaron al otro, reuniéndose en un suave y delicado beso.

— Felicidades, Lord Mano. —los finos dedos acomodaron sus hebras castañas qué se sacudieron por el salvaje viento.—

— Gracias, Mí Rey. — una pequeña risa salió de los labios rojizos, uniendolos con los rosaceos en cortos besos.—

Siguieron así por unos cuantos minutos hasta qué Aegon separó sus labios del cuello de Jace con una falsa mueca de asco plantada en sus labios y nariz.

— Hueles a dragón, sobrino.

— Acabo de terminar de montar a uno, a qué esperabas que huela? ¿Flores?

El Targaryen rodó sus ojos divertido, tomando de su mano para dirigirlo a la habitación del baño qué estaba con velas sobre todos sus muebles y la pequeña mesa al lado de la bañera. Sobre esta misma habían pequeños frasquitos con fragancias o diferentes tipos de cosas para la higiene, en el otro extremo habían pequeños platillos con frutas bañadas en caramelo.

— ¿Qué deseas hacer, Aegon Stark? —el mismo sonrío burlón, comenzando a desprender los botones del jubon de su prometido mientras besaba su mandíbula.—

— Compartir un baño con mí amado prometido, Jacaerys Strong. — el príncipe se dejó hacer por el adverso.—

Después de unos cuantos minutos, ambos estaban desnudos mientras se adentraban a la bañera, sintiendo sus músculos relajarse ante el agua humeante.

Los prometidos se encontraban en un completo silencio, mirándose a los ojos mientras de vez en cuando repartían caricias en el rostro o cuerpo del otro, siendo Aegon el principal de esto, acariciando la mejilla de su amado y de vez en cuando viajando hasta su labio inferior.

— ¿Te dije lo hermoso qué eres? —preguntó con real curiosidad el castaño, ubicando al Rey sobre su regazo gracias al agarre en sus caderas.—

— La primera vez qué lo hiciste tenías dos onomásticos, dudo qué lo recuerdes. —rieron suavemente, uniendo sus labios por décima vez en la noche.— Aunque después no recibía más qué insultos de tu parte, muy grosero sí me permites admitir.

— Era un niño inmaduro, perdón por eso. —Aegon solo alzó sus hombros restandole importancia, tomando una pequeña fresa y comenzando a comer la misma mientras sus ojos estaban fijos en el Velaryon. — Tus ojos están brillantes.

Jace estaba casi hipnotizado por el violeta en los iris de su amado, notando cómo el gris y azul se asomaban tímidamente por sus extremos pero por alguna razón sólo podía enfocarse en los pequeños puntitos blancos qué resaltaban en sus pupilas.

Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora