𑁍065

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A pesar de qué Lucerys había clavado los pies al suelo y tirado más de un jarrón en su intento de atrasar el encuentro con su pareja, su hermano mayor lo había colgado cómo postal de papas a su hombro por pedidos de su tío, siendo de esta manera cómo llegaron hasta los aposentos de Harry.

Estaba anocheciendo, los débiles rayos atravesaban las cortinas de seda y golpeaban sobre el gran lecho y la espalda de un joven de cabellos negros qué estaba acostado sobre el mismo, leyendo un enorme y viejo libro.

La mirada azul de Harry se levantó al mismo tiempo qué una dulce y gran sonrisa se formaba en sus labios. Dejó el libro a un lado y se levantó de un salto, prestando poca atención a la manera en la qué su camisa no dejaba nada a la imaginación.

— ¡Chicos! — saludó contento, dejando un beso en la frente de Luke antes de acercarse y abrazar fuerte al platinado. — Tu, estúpido imbécil, casi te mueres por décima vez en el mes. ¿Acaso no aprecias tu vida?

— ¡No es mi culpa! — se quejó el ojivioleta. — Es solo qué la gente no soporta qué soy mejor qué ellos y quieren eliminar a la competencia.

— Sí, ajá. — rodó sus ojos divertidos mientras daba unas pequeñas palmadas en el hombro de Jace. — No es por ser grosero pero, qué los trae por aquí? Me imaginé qué debían estar muy cansados, fue un día muy largo.

— Sí, tengo mucho sueño. — habló apresurado el Velaryon menor, sentándose en el borde del lecho. — Deberíamos ir a dormir, todos.

— No, primero hay algo de lo qué debemos conversar. — ignorando su mirada confundida, Aegon le sonrío abiertamente a su amigo. — ¿No es así, Jace?

Todas las miradas se posaron en el otro Rey al cuál ya le parecía extraño qué se venga salvando tanto tiempo, por lo tanto solo suspiró y metió sus manos en sus bolsillos mientras cuadraba sus hombros.

— Sí, así es.

— Suenan serios, me dan miedo. — rió levemente el pelonegro sin notar cómo su pareja lloriqueaba detrás suyo. — Díganme.

Con una seña por parte de Aegon, el joven tomó asiento en una de las sillas más próximas a él. Jacaerys solo se apoyó sobre la pared, disponiéndose a sí mismo a no abrir la boca ni una sola vez durante toda esa charla.

El Targaryen buscaba la mirada de su sobrino menor, el cuál no se atrevía a devolversela, por lo tanto solo suspiró y comenzó a hablar.

— Bueno, Harry, sé qué tu eres un hombre y todos los hombres tenemos ciertos tipos de...necesidades, por llamarlo de esa manera. — el mencionado pareció confundirse ante ese comienzo pero escuchó atento. — Siempre se deben ser saciadas, porqué cuando no lo son, aquella parte irracional tuya te domina y actúas de mala manera.

— No entiendo a donde deseas llegar. — dijo sincero. —

El platinado carraspeo levemente antes de proseguir.

— Pues, verás. Hoy luego del Asalto, ocurrió algo qué ninguno de los qué estamos aquí nos hubiésemos esperado.

— ¿La traición de esa Lannister? — ladeo su cabeza cómo sí fuese un pequeño perro, aún sin entender. — La verdad me lo venía venir, pero no-

— No, no, no fue nada parecido a eso. — aclaró. — Fue antes de todos esos sucesos.

— Oh. — asintió entendiendo un poco. — Pues, adelante.

— Cómo sabrás, Jacaerys y yo llevamos una vida...sexual, normal, es decir somos esposos, no hay nada de sorpresivo allí. — Harry asintió leve. — Lo poco usual de hoy es qué...de una manera u otra una persona más se vio involucrada en nuestros momentos íntimos cómo pareja.

Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora