𑁍068

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El príncipe Joffrey estaba en la oficina de su madre, la Reina Rhaenyra, terminando de sellar aquellas cartas qué la monarca había escrito cómo invitación para el segundo torneo qué se celebraria en la Fortaleza aquel año. A su lado su hermano menor, el príncipe Aegon veía interesado cómo el castaño se levantaba de su silla y comenzaba a urgar entre los cajones de su progenitora, la cuál se había retirado hace unos momentos a llamados de unos señores.

— ¿Qué haces? — su voz inestable gracias a su crecimiento fue ignorada, provocando qué su interés crezca. — Joffrey.

Los ojos marrones se enfocaron en el molesto Targaryen, obligandolo a cerrar el cajón ante el acercamiento excesivo del platinado.

— Muévete. — lo codeo, sin intentar disimular su mal humor. —

— ¿Qué te pasa? — preguntó algo dolido ante el comportamiento de su hermano, el cuál seguía igual de agresivo qué los anteriores días. —

— Nada qué te interese, vete con Borrasca y no moleste más. — tomó por los hombros al menor, obligandolo a levantar de su asiento y dirigiendolo a la salida. —

— ¡Pero no quiero! — se removió de su agarre, logrando escaparse segundos después. — Quiero estar contigo.

— ¿Pero te parece qué yo quiero estar contigo? — sonó realmente interesado, sonriendo al ver el puchero en los finos labios de su hermano menor. — Vamos, lleva tu bonito trasero con Viserys y deja de joderme.

Las mejillas del pequeño hombre de cabellos cortos se enrojecieron al instante, decidido a no rendirse mientras seguía al Velaryon el cuál volvió a husmear en las cosas de su madre.

— Deja de ser así conmigo. — se quejó en un débil susurro qué fue ignorado. — Te ves pésimo, Joff, solo busco ayudarte...

— Sino pedí tu ayuda antes, es porqué eres completamente inútil para mí. — respondió directo, sonriendo triunfante mientras sacaba unos pergaminos del último cajón en el escritorio de Rhaenyra. — Genial.

— ¿Qué es? — se acercó interesado, ignorando el escozor insistentes en sus ojos. —

— Un listado. — un pedazo de pergamino sin utilizar fue rasgado por Joffrey, el cuál tomó una pluma y tinta, comenzando a copiar lo qué tenía escrito aquel pergamino qué había rescatado recién. —

— ¿Sobre qué? — sus ojos púrpura se asomaron por el hombro del más alto, intentando descubrir qué decía. —

— Sobre todas las maneras en las qué quiero asesinarte ahora mismo. — Aegon retrocedió bruscamente cuando su hermano lo empujó por los hombros, ahogando un chillido asustado al sentir cómo sus glúteos chocaban con el barandal de la alta ventana. —

La mirada de Joffrey era desafiante, esperando burlón por una respuesta por parte del platinado; cuando creyó qué no obtendría nada se volteó para volver a lo qué estaba haciendo la voz fría de Aegon lo detuvo.

— Sé lo qué estás haciendo. — llenó sus pulmones de aire y de armó de valor, sonriendo con placer al notar cómo su mayor se tenso en su lugar; sorprendido por su cambio de actitud. — Se honesto conmigo, hermano.

— ¿A qué te refieres? — no se atrevió a devolver su mirada, escribiendo con actitud temblorosa su pergamino. —

— Seré joven. — se despegó de aquel abismo de peligrosa altura, pegando su pecho a la espalda del castaño y pasando su dedo índice por la curvatura de su cuello. — Y pude ser un idiota, pero cambié, Joffrey.

Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora