𑁍017

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Un ruido demasiado fuerte y el suelo temblando despertó a todos completamente asustados, aunque se tranquilizaron cuando se dieron cuenta qué solo eran Arrax y Vermax persiguiendo y "jugando" con un gran venado.

Jacaerys se levantó de su capa de cuero, donde estaban durmiendo su hermano y él, acercándose mientras le gritaba a ambos dragones quienes se detuvieron cómo sí estuviera regañando a un pequeño gato.

— Buenos días. —saludó Luke levantándose igual, mirando cómo todas las ramas ya se encontraban totalmente consumidas por el fuego.—

Todos se comenzaron a levantarse saludandose entre sí, excepto Aegon el cuál miraba confundido al gigante lobo en el cuál estaba apoyado. Su mano comenzó a acariciar su pelaje, sorprendiéndose por la suavidad del mismo y una sonrisa se dibujó en su rostro al sentir un bruto pero amigable golpe por parte de su hocico, fijándose a su alrededor se dio cuenta qué el resto de la manada no se había ido, se encontraban allí mirándolos expectantes.

Se sentían intimidados por las directas miradas de la manada de gigante lobos sobre ellos, aunque Luke, Harry y Heleana jugueteaban con dos lobitos bebés, el primero tenía su brazo vendado pero según él se encontraba perfectamente.

Jacob y Jacaerys habían comenzado a guardar todo nuevamente por orden de Aegon, el cuál se encontraba aún con el lobo alfa jugueteando. Luego de unos veinte minutos todo se encontraba completamente preparado, aunque el rey tenía un pequeño dilema.

— Quiero llevarlos, pero no sé cómo hacer para guiarlos. —se quejaba, acariciando a Dreamfyre qué estaba echada junto a su dragón.—

— Pues, haz eso lo de los ojos. —dio una solución Jacob.—

— No puedo controlar a Sunfyre y a un lobo al mismo tiempo, idiota, me caería a la mierda. —se quejó divertido, golpeando su hombro, aunque Heleana lo regañó.—

— Entonces ve con alguien más. —comentó Harry, quien ya estaba arriba de Arrax junto a Luke.—

— Todos están ocupados. —hizo un falso puchero hasta qué miró a su sobrino mayor el cual se hacía el desentendido y sonrío.— Excepto mí sobrino preferido.

— ¡Oye! —gritó ofendido Luke.—

— No pienso ir contigo, nunca volé con nadie más sobre Vermax. —se negó el Velaryon, cruzando sus brazos.—

— Me importa muy una mierda, Jacaerys, me llevas porqué me llevas. —declaró el rey acercándose al dragón de su sobrino el cual movía su cabeza de un lado a otro de manera emocionada.—

El príncipe soltó un pesado suspiro subiéndose a su dragón de la manera más digna posible, extendiendo una mano hacia el rey qué tenía una sonrisa emocionada en su rostro, ayudándolo a subirse. Una vez ambos Targaryen estuvieron sobre la montura de Vermax, Aegon veía con una sonrisa cómo los otros tres dragones surcaban hacia el cielo y la manada de lobos correteaban uno alrededor de otros.

— Sostente fuerte, Vermax es bastante torpe. —avisó algo avergonzado el castaño  recibiendo un emocionado asentimiento.—

El rey se abrazó a la cintura de su sobrino reteniendo un satisfactorio suspiro cuando sintió la calidez de la piel adversa, aunque no se negó apoyar su mejilla en su espalda mientras cerraba sus ojos y apreciaba el espléndido aroma qué desprendía.

Levantó su mirada y pudo apreciar el espléndido paisaje qué se mostraba ante ellos. Aves revoloteaban el cielo, nubes cubrían grandes partes del lienzo celeste, los árboles cubiertos de nieve, los tres dragones volando en círculos y jugueteando entre ellos. Dreamfyre con sus escamas color azul cielo, desaparecía cada vez atravesaba una nube. Las escamas verdes de Arrax eran iluminadas de una manera especular por el sol, mientras qué Sunfyre volaba sobre las nubes tapando grandes partes de los dragones con su imponente sombra.

— ¿Estás listo? —una gran y cálida mano tapando las suyas lo atrajeron de nuevo a la realidad, devolviendo su mirada hacia su sobrino.—

— Sí.

El Velaryon no necesitó escuchar algo más para tomar las riendas de su dragón y ordenarles qué extienda sus alas, surcando en los aires tratando de llegar a los demás dragones. Una vez estuvieron completamente estabilizados en los aires, no tan lejos del suelo; El Rey aflojó el agarre sobre la cintura de su sobrino, dejando sus manos descansar allí mientras
sus ojos se tornaban en blanco.

Nuevamente comenzó a sentir la misma sensación, pero esta vez se tomó el tiempo para analizarla mientras qué inconscientemente había comenzado a correr siendo seguido por toda la manada. El aire frío entraba por sus fosas nasales y se adentraban hasta lo más profundo de su cuerpo, sus extremidades tocando el helado suelo qué estaba cubierto de escarcha o ramas secas las cuales se quebraban por las pesadas pisadas qué daban al correr.

Se sentía completamente libre, podía admirar todo lo qué lo rodeaba, ser empujado juguetonamente por esos otros lobos qué no los reconocían por algún título o estatus, podía correr hacia donde él quisiera y cómo quisiera sin qué absolutamente este dándole órdenes o poniéndole límites. Rápidamente se adaptó y comenzó a copiar las acciones de la mayoría de lobos qué corrían hacia los árboles y se impulsaban en estos para luego retomar carrera hacia su cercano destino.

Jacaerys hacía rato había aflojado su agarre en las riendas de su montura para poder girar levemente su cuerpo y admirar el rostro de su tío, aunque le incomodaba demasiado el cuervo qué no sabía en qué momento había llegado pero ya estaba situado sobre su hombro, quieto y tranquilo tal cual lo estaba el platinado.

El Rey portaba su corona, esta hacía un espectacular contraste entre negro y ese plateado tan blanquecino y único qué solo los Targaryen portaban, desde esa cercanía y con la luz cruda del sol sobre ellos, pudo distinguir cómo pecas eran salpicadas en las mejillas de Aegon, sacandole una inconsciente sonrisa. Su mirada viajó a sus pestañas, tenía pequeños copitos de nieve y aunque sabía qué lo correcto era quitarlos, solamente los dejó allí para poder apreciar ese toque tan delicado qué le daba a su rostro, al igual qué los cabellos de su flequillo.

No sabe en qué momento pero con su dígito índice ya se encontraba recorriendo cada retazo de piel donde sus ojos viajaban, haciéndolo ahora por su nariz. Jace debía admitir qué su tío tenía una nariz demasiado tierna, era respingada, no demasiado grande, únicamente lo justo y también tenía pequitas en su pálida piel. Sin poder evitarlo terminó con su dígito acariciando su labio, contorneando su forma; Eran pomposos, sobre todo en su belfo inferior, el superior estaba en un tamaño medio, pero para Jacaerys era combinación completamente perfecta, aunque lo qué más adoraba era el tono rosado qué habían tomado por el frío.

El príncipe nunca se dio cuenta qué los ojos de su tío habían vueltos a la normalidad hasta qué el cuervo dio un agudo grasnido y salió volando. Dio un pequeño respingo, sin separar su mano de su rostro, sintiendo sus mejillas calentarse cuando vio los penetrantes ojos de Aegon. Apesar de estar profundamente nervioso y avergonzado, no separó su mirada en ningun segundo admirando el violeta tan opaco de sus ojos, a diferencia del resto de su familia Aegon no tenía esos ojos violetas claros y brillantes, eran opacos y carecían de demasiado brillo. El Velaryon retuvo un jadeo cuando se dio cuenta cómo en el ojo izquierdo del platinado se acercaban pequeñas iris de un profundo color azul.

Una helada y pálida mano lo trajo de nuevo a la realidad. Aegon había posado su pequeña y delicada mano sobre la suya, la cuál no se había movido de su mejilla, creando un hermoso contraste entre ambas.

— Eres muy hermoso. —el castaño no se dio cuenta de sus palabras hasta oír la divertida risa del mayor, provocando qué se sonroje aún más.— Osea, no me refería a eso, eres demasiado hermoso claro per-

— Shh. —se calló de inmediato, teniendo un dígito índice ajeno al suyo sobre sus labios.— Tu también eres muy hermoso, Jace.

Una sonrisa se dibujó en los labios de Jacaerys, qué ya habían sido liberados por el dígito ajeno y se ensancho aún más cuando sintió los suaves y cálidos labios de su adverso dejar un beso en su mejilla.

— ¡Chicos! —Jacob les gritaba a la distancia, sin mirarlos realmente, señalando emocionado las edificaciones qué se veían a la distancia.—

— Finalmente llegamos a su hogar, Lord Stark. —Aegon rodó los ojos divertido y le pegó un codazo a su sobrino el cual luego se encargó de acelerar la marcha y llegar lo antes posible.—





















Fuego Helado (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora