LEXI V

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- ¿Dónde están? -me pregunta Amara cuando llegamos al bar.

-Adentro-digo leyendo nuevamente el mensaje de Cole. Mis amigas me siguen cuando abro la puerta del bar, caminando tras de mí. Rápidamente veo a Cole haciéndome señas con la mano y sonrío, dándome vuelta para hablarle a mis amigas.

-Allí-les señalo contenta.

-Lexi...-dice Steph cuidadosa, me señala con la cabeza hacia el otro lado y cuando miro hacia allá me encuentro con Thomas sonriéndome dulcemente, como solía hacer.

Carajo. De todas las personas posibles Thomas es el único que quisiera no volver a encontrarme jamás. Esa sonrisa es... terrorífica. Esa sonrisa es el motivo de la mayoría de mis pesadillas, mis traumas e inseguridades. Siento que podría vomitar en este momento.

-Vamos-dice Amara tras de mí empujándome para que camine en dirección a la mesa de Cole y sus amigos. Mis pies se mueven con dificultad y trago tan lento que mi saliva quema, pero gracias a mis amigas logro llegar a la mesa de Cole sin volver a mirar a Thomas.

- ¿Estás bien? -me pregunta él apenas me siento a su lado, sabe perfectamente que lo he visto.

-Siempre-contesto, con una sonrisa no muy convencida pero que logra relajarlo, soy una excelente mentirosa. Por suerte en la posición en que me encuentro no puedo ver hacia la mesa de Thomas, lo que es bueno. Sin embargo, sé que él está aquí y eso me impide concentrarme realmente con mis amigas, Cole y sus amigos. Es como saber que hay un peligro cerca, pero no verlo; solo por no verlo no disminuye la sensación de riesgo. Mi cabeza está muy lejos de esta mesa, en una mesa al otro lado, con ese par de ojos que fueron mi todo durante mucho tiempo, y luego me destruyeron sin absolutamente ninguna delicadeza.

-Lexi-me llama Stan, uno de los amigos de Cole. - ¿Qué vas a tomar?

-Una cerveza-respondo cortante. La dualidad de mi personalidad se resume en lo siguiente: si estoy de buen humor, soy extrovertida, divertida, amable y sociable; pero si hay algo en mi cabeza me encierro y me convierto en la Lexi de, tal como dijo Amara, el 80% del tiempo. Y ahora, no tengo ganas de sociabilizar con nadie.

-Hey Lexi-dice Cole a mi lado. –Vuelve a este mundo- Lo miro, y sus ojos son suplicantes. Pero ¿se puede controlar la cabeza? Porque para mí no. No es que yo quiera estar así, pero el sentimiento ya ha entrado y no tengo fuerza necesaria para sacarlo.

- ¿Nos vamos? -me pregunta Steph disimuladamente, siempre atenta a todo.

-No-le respondo mientras tamborileo la mesa con mis dedos, pensativa. –Estoy bien- En realidad el solo saber que él está ahí me incomoda, pero no puedo dejar que siga influyendo en mi vida. Son mis vacaciones, mis amigas, mis amigos; él no tiene nada que ver en esto. No puede siempre ganar.

- ¿Segura?

-Sí-intento sonreír, para ella. El único motivo por el que estoy aquí es, como siempre, ellas.

Los minutos pasan de forma increíblemente lenta para mí, cada uno de ellos es una tortura desgarradora. Más de una vez quiero ponerme de pie y mirar si sigue allí, pero me obligo a mí misma a conversar y sonreír, por mis amigas y por Cole. Lamentablemente no tengo conciencia de lo que he tomado, pero deben ser varias cervezas porque tengo unas ganas horribles de ir al baño. Me disculpo, y luego de prometerle a mis amigas que no necesito que me sigan al baño, camino hacia allí a paso rápido, mirando el suelo por miedo a encontrarme con él.

Por suerte no ocurre, y luego de ir al baño y lavarme las manos; estoy lista para regresar a mi mesa. Estoy secando mis manos en mi pantalón negro cuando salgo del baño y alguien me toma del brazo arrastrándome hacia él. Lo primero que siento es pánico, pero al sentir un olor que no es el de Thomas, que conozco muy bien, levanto la mirada para encontrarme con el chico de la fiesta.

-Hola sirena-dice sonriente. Solo verlo sonreír es suficiente para que olvide que Thomas está aquí, y sonrío de vuelta, feliz de que sea él; de alguna manera me hace sentir un poco más segura. - ¿Todo bien?

Si no fuera porque no lo conozco, realmente pensaría que es capaz de ver a través de mis ojos sabiendo que algo sucede, pero eso no es posible. Simplemente está preguntando por cortesía. –Todo bien- respondo por cortesía también, no me pondré a contarle mi vida a un desconocido. Necesitaríamos una gran cantidad de horas.

- ¿Segura?

No, no estoy segura; pero quiero estarlo. –Sí.

-Chica soleada-me dice pensativo. Su cabello castaño acompaña sus preciosos ojos que no dejan de mirarme, no puedo descifrar si está un poco ebrio o no, pero me decanto porque sí lo está; y yo también. –Realmente quiero saber tu nombre, pero ruego que no sea el que estoy pensando.

-No solo me pones 3 apodos en un día, sino que también me inventas nombres. ¿Eso es algo típico en ti? -le sonrío, pero sorprendentemente él no me sonríe de vuelta y se sacude el cabello con una de las manos, como si estuviese confundido. Esta no es la seriedad coqueta, es tan solo seriedad; y no es de mi gusto.

-No eres Lexi ¿o sí? -pregunta apoyándose contra la pared, sin enganchar con mi pobre intento de coquetear con él. Qué vergüenza, la vez que intento coquetear y no recibo ninguna clase de respuesta.

Intento descifrar el tono de su pregunta, pero no lo conozco suficiente. Tampoco sé cómo ha averiguado mi nombre, pero no me molesta. Estamos lo suficientemente separados para sentirme segura, y lo suficientemente cerca para ver el tono bronceado de su piel. Amo como lo ha pronunciado, amo haberlo escuchado salir de su boca. –Sí, soy Lexi-respondo.

Se agarra la cabeza con las manos y luego las deja caer, sonriéndome; ésta es una sonrisa diferente a las otras, menos juguetona. –De verdad deseaba que tan solo fueras chica soleada-me dice incorporándose y acercándose un poco más. -¿Estás segura que ese es tu nombre?

Ya no me siento tan confiada porque se ha acercado demasiado a mí y puedo sentir su olor, y es uno demasiado adictivo. –Bueno, eso dice mi certificado de nacimiento-respondo, intentando obviar que mi corazón está corriendo demasiado.

-Lamento escuchar eso-se aleja y su actitud cambia instantáneamente. Su sonrisa ha desaparecido y en cambio parece un tempano de hielo; parece que tiene la misma capacidad que yo para construir muros, y no me parece agradable.

- ¿Cuál es tu nombre? -le pregunto, confundida. Pero sobre todo intentando derribar, aunque sea un milímetro de la pared que ha puesto de forma intempestiva entre nosotros.

-Créeme que es mejor si no lo sabes-afirma, y luego pasa a mi lado sin decir nada más, dejándome llena de confusión. ¿Qué es lo que acaba de pasar y por qué ha cambiado tan rápido de actitud?

¿Por qué le ha molestado tanto cuál es mi nombre? ¿Acaso sabe algo sobre mí de lo que no estoy enterada? ¿O simplemente es uno de esos hombres que juega y cuando se aburre simplemente se va?

El resto de la noche pasa tan lento que siento estoy congelada dentro de una mala película. Ya no puedo contenerme y cada vez que puedo miro hacia todos lados en búsqueda de Thomas o quizá el chico misterioso, pero no los veo ni una sola vez. Ambos me impiden disfrutar el momento.  

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora