LEXI XXXVI

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No toco la puerta antes de entrar, porque mal que mal, ésta es mi casa. Así que simplemente entro como un huracán y me acuesto junto a Amara que está completamente dormida. Debo admitir que no soy precisamente la mejor anfitriona.

-Amara-le digo, sin un poquito de tacto. Necesito que se despierte ahora mismo.

Mi amiga se gira, intencionalmente, hacia el otro lado; sin siquiera hacer un pequeño intento por abrir los ojos. La observo un par de segundos, intentando despertarla telepáticamente; pero claramente no funciona.

Refunfuño para mis adentros, sabiendo que salvo que grite, no despertará. Y la verdad, gritar parece un poco extremo en este momento, incluso cuando tengo tantas cosas en mi cabeza.

Me levanto intentando no hacer ruido, si ya no se despertó mejor será que siga durmiendo; y junto su puerta lo más delicadamente que puedo. Camino a paso seguro hacia el living, activando mi plan B.

Me acerco al sillón en donde Steph lleva durmiendo tres días y justo antes de que pueda decir su nombre ella abre los ojos como si siempre hubiese sabido que yo estaba allí, esperándome.

-Mierda Steph-digo retrocediendo un poco. -Eres aterradora.

-Yo no soy la que está observando a los demás dormir a las...-toma su teléfono para mirar la hora. -...cuatro de la mañana.

Pese a que la acabo de despertar, y efectivamente soy un poco aterradora en este momento, no se ve enojada, y se pega más hacia el respaldo del sillón haciéndome espacio. Me siento cerca de sus pies para poder observarla. Steph será la mejor madre del mundo, puedo asegurarlo ahora mismo.

-¿Cuándo piensas volver a casa?-le pregunto.

-¿Me despertaste para echarme?-no hay emoción en su voz, solo duda. -Porque de verdad no me parece el horario correcto Lexi.

Suspiro. Por supuesto que no, si quisiera echarla tendría la amabilidad de hacerlo a una hora decente, supongo. Pero odio que esté aquí, no porque no quiera tenerla con nosotras, sino porque sé que las cosas aún no se arreglan entre ella y Esteban y eso está destruyendo mi cabeza; está efectivamente quitándome el sueño.

-No te estoy echando.

-Ya lo sé. Mejor dime por qué estás aquí a esta hora, y por qué fui la segunda opción-apunta hacia la puerta de Amara. Parece que tiene realmente el sueño liviano.

-Tú duermes en el sillón, me pareció mejor dejarte dormir.

-Sin embargo, terminaste aquí igual. ¿Qué pasa Lexi?

-Me siento mal-confieso. Sé que son las cuatro de la mañana, y he aguantado todo lo que podido para no despertar a ninguna de las dos; pero no he podido dormir absolutamente nada y no he sido capaz de soportar más. -Siento, un peso, aquí-pongo mi mano sobre mi pecho para señalarle el lugar de mis problemas.

Steph se sienta mirándome entre la oscuridad. -Angustia.

Asiento en silencio. Sé bien cómo se siente la angustia, al menos cómo se siente para mí. Es aplastante. Como tener una roca sobre el pecho, y no poder moverla con la respiración; cada vez que inhalas, duele; cada vez que exhalas, aprieta más.

-Tienes que hablar con él, hablar de verdad. Esto no puede seguir así Lexi; deja de lado todo. Lo que diga Rose, lo que diga Esteban, el hecho de que haya venido preguntando por mí, olvida todo; y ve a hablar con él. Ya es momento.

Pese a que está todo muy oscuro, y no puedo ver con exactitud cada centímetro de su rostro, sé que está preocupada; y toma mi mano con cariño. -Ya sabes que no puedes dejar que la angustia entre así en ti, tienes que hacer algo al respecto. Hace no tanto ya tuviste un ataque de pánico, debes cuidarte Lexi. Y cuidarte es hablar con él, sin importar cómo salga; pero tú no eres de dejar cosas inconclusas; eso le hace mal a tu cabeza, a tu corazón, a tu paz.

Voy a responderle, a agradecerle por escucharme a esta hora cuando se escuchan unos pequeños pasos y vemos aparecer una muy enojada Amara envuelta en su frazada rosada. -¿Qué hacen?

-Intenté despertarte-digo defendiéndome.

-No le pusiste mucho empeño-se sienta a mi lado y me cubre con la frazada, abrazándome.

No digo nada, porque he liberado un poco de mi peso, y porque el solo hecho de tenerlas conmigo ya hace que todo se sienta mejor.

-Debes irte mañana-digo apuntando a Steph. -Sí, te estoy echando. Vete a solucionar tus cosas también. Puedes irte a la hora que te parezca prudente, pero no me hagas repetírtelo.

Steph me mira un poco con reproche, pero Amara interviene. -Al fin, ya estaba por echarla yo.  

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora