LEXI XXIX

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-¿Te preocupa algo?-acaricio su cabello, que es una de mis más grandes y nuevas adicciones y lo miro esperando su respuesta. Es sedoso, brillante; pero un poco enredado, y eso me encanta. Se ve libre e independiente, como él.

-Nada-responde, demasiado seco. Lo observo unos segundo más. Está apoyado sobre mis piernas hace mucho rato, y no ha dicho absolutamente ninguna palabra, lo que no es normal para él, me asusta.

-¿Estás bien Luca?-pregunto sin dejar de tocar su cabello. Gira su cabeza un poco para desviar su mirada de la televisión y posarla en mí. Sonríe, pero no le creo mucho, es una media sonrisa; y a esta altura ya conozco bien cuando es real y cuando no.

-Todo bien chica misteriosa-vuelve a mirar la televisión, no me regala siquiera dos segundos más de esos hermosos ojos color miel, ni siquiera es capaz de mirarme fijo; algo sucede.

Algo ha pasado, pero no sé qué es. Luca no está igual, hace días. Quizá se ha peleado con Rose, me imagino que vivir juntos no debe ser fácil; convivir, con cualquier persona, es un desafío. Pero supongo que me lo habría contado, o Rose me habría dicho algo, ahora hablamos todos los días; salvo que sea algo grave, algo que ninguno me puede contar. Esa sola idea... me aterra.

-Tu video se hace más y más popular-Amara se sienta cerca de nosotros, pero en el suelo, dejándonos el sillón. Está completamente obsesionada con el video de Luca golpeando a su padre, cosa que no entiendo; pero la divierte demasiado.

Luca sonríe débilmente, pero no dice nada. Solo sigue mirando la televisión como si el programa sobre los osos polares fuese la cosa más interesante con la que se ha cruzado en su vida, incluso más interesante que yo.

-No entiendo por qué aún no lo han bajado-Amara parece decidida a obtener alguna clase de respuesta o reacción de su parte, pero nuevamente no lo consigue, Luca sigue callado, con la mirada perdida en la televisión.

Cuando suena el timbre Luca pega un salto, alejándose de mí y corre a abrir la puerta. Aunque lo sigo, porque esta es mi casa, me detiene con la mano y me aleja de la puerta; como si tuviese que defenderme de algo. No me gusta, pero no alcanzo a decir nada cuando ya ha abierto la puerta, en una postura bastante defensiva, bloqueando mi camino. Al ver a Steph se relaja, y camina hacia atrás dejándome pasar para abrazar a mi amiga. Realmente le pasa algo.

-Luca mi novio te espera abajo-le dice ella con una sonrisa mientras aún me abraza.

Él asiente, agarra su chaqueta que está colgada cerca de la puerta y espera a que Steph deje de abrazarme para acercarse a mí.

-Me avisas cualquier cosa-me mira preocupado. -Me llamas, voy a tener mi teléfono siempre con sonido.

-Luca-acaricio su mejilla. -Estaré con mis amigas aquí. Anda a tomar una cerveza tranquilo.

-Pero si necesitas algo me tienes que llamar-no deja de mirarme. Veo que hoy no es el día para no ponerle atención a sus preocupaciones así que asiento con la cabeza, intentando calmarlo. Él suspira, como si dejarme aquí e ir con su amigo a tomar algo fuese lo peor del mundo, algo extremadamente riesgoso y que casi no puede controlar. Se acerca más a mí y me besa lentamente. Con esos labios que son fuego, que queman cada parte de mí, incluso las que no está tocando.

-Pásalo bien-le digo cuando se separa, lamentablemente, de mí. -Relájate.

Asiente, pero no parece muy convencido, de hecho, no parece ni un poquito convencido. Cuando está por cerrar la puerta tras de él aparece Rose, y la saluda brevemente con cariño y una cálida sonrisa, definitivamente no tiene un problema con ella, eso me relaja un poco.

-¿Está Luca bien? -me pregunta Rose cuando él cierra la puerta.

-No sé, tú dime, vives con él-le sonrío y recibo la botella de vino que trae. Mi respuesta ha sonado un poco pesada, pero no ha sido mi intención; por suerte Rose ya me conoce suficiente para identificar que es solo mi forma de ser.

-Casi no lo veo-me señala mientras se acerca a mis amigas para saludarlas. -Es como si viviese aquí, contigo.

Tiene razón, hace unos días que Luca no se despega de mí; he tenido que suplicarle que fuese con Esteban un rato, para darme un poco de espacio para estar con mis amigas; porque pareciera no querer dejarme sola un solo segundo. Es agradable, por supuesto que yo también deseo pasar mucho tiempo con él, pero al mismo tiempo es levemente asfixiante, como si yo fuese un bebé al que tiene que perseguir para asegurarse de que no chocará con nada.

-Déjenlo en paz-dice Amara, que sorprendentemente, parece siempre ser su mayor fan. A veces los encuentro hablando en la cocina como si fuesen mejores amigos; contra todo pronóstico, se llevan demasiado bien; casi demasiado. -Te cuida, no tiene nada de malo.

-No he dicho que sea malo-afirmo, dejando la botella sobre la mesa. Voy a buscar copas a la cocina, pero aprovecho de apoyarme sobre el mesón y suspirar. Sé que me está cuidando, pero está excesivamente preocupado luego de que he hablado con él sobre mi relación con Thomas, como si yo fuese una pequeña tacita de porcelana a la que cuidar, porque con cualquier pequeño golpe se rompe. No em gusta que me traten así, como si fuese débil.

-¿Saben qué?-digo al salir de la cocina con una bandeja que tiene copas y una tabla de quesos. -Hoy está completamente prohibido hablar de hombres.  

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora