LUCA VII

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No debiese estar aquí, Dios, debiese estar muy lejos de aquí. Pero mis pies han caminado automáticamente hacia ella en cuanto la he visto. Está tan guapa con ese short negro y el top blanco que no he podido resistirme. Claramente está sorprendida de verme, y hasta yo estoy sorprendido de estar aquí por lo que me cuesta formular lo que quiero decir.

- ¿Bailamos? -le pregunto acercándome, aunque ella se ha alejado, pero no creo que pueda oírme a esta distancia.

-No gracias-responde, fría. Me ha rechazado como si fuese un chico cualquiera, y no quiero serlo. El problema de Lexi es que mientras más se muestra así, más me gusta. No soy capaz de pensar en Thomas en este minuto, solo en ella. Ella y su cabello. Ella y sus ojos oscuros. Ella y esas pecas.

- ¿Por qué no? -no sé qué hago pidiendo razones para su rechazo, cuando sé cuáles son, pero insisto, no estoy pensando con claridad en nada más que ella. Ese es el problema del alcohol, te convierte en una persona poco razonable, y si le agregamos que es Lexi quien está aquí, es una receta perfecta para malas decisiones.

-Hicimos un pacto-dice risueña. Está un poco borracha, creo. Me apunta a sus amigas que se acercan velozmente y la abrazan. –No hay hombres- Su respuesta me ha sorprendido, pensé que sacaría a Thomas y sin embargo me sale con una clase de pacto femenino.

-Entiendo-digo pensativo buscando una forma de tener un poco más de tiempo con ella. Al menos no me ha rechazado de forma tan brutal, los pactos se respetan, claro está. Pero necesito hablar con ella, necesito saber al menos que no me odia.

-Pero hacemos excepciones-dice Amara. Thomas me ha explicado cuál es cada una la última vez que las hemos visto en la playa, aunque ha disimulado para que Rose no supiese. Eso fue hace dos días, y no fui capaz de acercarme. La miré desde lejos, por miedo a acercarme y pelearme con Thomas, pero con aún más miedo de acercarme y que fuese ella quien me rechazase.

Lexi la mira rápidamente, con reproche, pero Amara y Steph la empujan hacia mí. Veo que le dicen algo al oído, y regresan a donde estaban bailando, dejándola conmigo. Me intriga sobremanera qué está pasando por la cabeza de sus amigas, cualquiera pensaría que la alejarían de mí, sobre todo por cómo me miraron cuando nos encontramos fuera del bar, y sin embargo parecen intentar acercarla a mí. Gracias.

-No quiero bailar-me informa, cruzándose de brazos. Está definitivamente ebria y es un poco adorable. Hay algo tierno e infantil en su forma de cruzarse de brazos, y es lo más desenvuelta que la he visto.

-No tenemos que bailar-respondo veloz, desesperado. Haré cualquier cosa por obtener aunque sea un minuto más con ella en este momento.

-Me invitaste a bailar.

- ¿Quieres un trago? -le pregunto dándome cuenta de que en realidad no tengo muchas más opciones si deseo poder hablarle.

-No creo que deba tomar más, pero agua sí-acepta a mi invitación, haciéndome sonreír, he conseguido un poco más de tiempo ahora debo mantenerlo. Caminamos a la barra y pido una cerveza para mí, y una botella de agua para ella. Mientras esperamos estamos en completo silencio. Ella apoyada contra la barra, cruzada de brazos; y yo mirándola. No se bien qué es lo que pasa por mi cabeza en estos minutos, en que estamos solo ella y yo, porque lo único que deseo es poder conocerla otra vez, sin que Thomas existe. Desearía que ella fuese tan solo una mujer esperando su botella de agua, y de pronto entabláramos conversación

-Me arrepentí-dice cuando entregan nuestras cosas. Con una velocidad y agilidad envidiable me quita la cerveza de las manos y se la lleva a la boca. El problema de esta mujer es que no tiene la menor idea de que cada cosa que hace, incluso sin intención, es increíblemente sensual; está jugando con mi cabeza.

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora