LEXI XXVI

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Apenas despierto, ya lo extraño. Estoy segura de que nos hemos quedado dormidos juntos, pero no lo veo a mi lado. Supongo que está bien, no tendría por qué quedarse a dormir conmigo, aunque me habría gustado mucho.

Me estiro un par de veces mientras repaso la noche anterior en mi cabeza. Me siento aliviada. Haberle contado todo a Luca me ha quitado un peso de encima, como si por fin pudiese compartirle mi carga, o al menos hacérmela más liviana. Me ha costado hacerlo, porque mal que mal Thomas era su amigo, y aunque él diga que no, seguro aún le tiene mucho cariño. Sería normal que así fuese.

También me ha costado porque me he cuestionado si no será igual a él, si quizá por eso son amigos; pero hasta ahora Luca nunca me ha hecho daño de forma intencional, al menos se merece el beneficio de la duda. Así como Thomas me tenía engañada haciéndome creer que era una buena persona, puede haber hecho lo mismo con él. Seguro por eso eran amigos, ver la verdadera cara de Thomas no es fácil, ya lo sé bien yo.

Escucho ruido en la cocina y me levanto, tengo muchísima hambre, y espero un milagro...que Amara haya hecho desayuno. Eso mejoraría mi día en un mil por ciento, pero tengo claro que mis probabilidades son bastante bajas.

Cuando salgo de mi habitación encuentro a Amara sentada en el comedor comiendo lo que parecen ser unas tostadas con huevo, Dios mío, sí ha cocinado. -Es un excelente cocinero de desayuno-me señala apuntando hacia la cocina. -Creo que podríamos adoptarlo.

Luca aparece desde la cocina cargando un bowl con fruta cortada. -Despertaste-me dice contento. -Ven a desayunar.

La situación me parece levemente surreal, pero aún estoy un poco dormida, así que tomo asiento junto a Amara que está comiendo como si no hubiese un mañana; admito que aquí el desayuno suele ser cualquier cosa que aparezca en el refrigerador. No la culpo por comer así, apenas la he visto allí disfrutando se me ha hecho agua la boca.

Luca pone frente a mí una taza de café que huele increíblemente bien, aunque ha usado el café que había aquí. ¿Cómo puede ser que lo haga mejor que yo si es el mismo? Se sienta a mi lado y pone una tostada frente a mí, y luego me besa tiernamente en la mejilla. Decidido, esta mañana es un sueño para mí, debo seguir dormida.

-Tengo algunas cosas que hacer-le informo, ante una atenta Amara que parece estar analizando cada uno de nuestros movimientos, como si fuésemos un par de animales en el safari, y ella una espectadora esperando alguna clase de entretención.

Luca me mira confundido, esperando alguna explicación. No quiero decirle que veré a Cole, porque, aunque no me ha dicho nunca nada sobre él, pienso que podría ponerse celoso, porque eso es justamente lo que Thomas haría, volverse loco.

Pero aún no descubro esa faceta de Luca, así que decido probarlo. -Veré a Cole para el almuerzo-lo miro escrutando su rostro, pero no veo ninguna expresión diferente.

-¿Quieres que te lleve?-me pregunta sonriente. -Debo volver a mi departamento, no puedo quedarme a vivir aquí, podría llevarte.

No me gusta lo que acaba de decir. Podría quedarse a vivir aquí, si eso quiere. Por mí no habría problema. Doy un bocado a mi tostada, definitivamente no tendría problema de que se quede a vivir aquí. Pero me parece un poco acelerado para nosotros en este momento.

-¿Me llevarías?-vuelvo a intentar obtener alguna clase de reacción de su parte. Un pequeño atisbo de celos que sea.

-Por supuesto, si Cole no puede traerte de vuelta llámame, iré por ti.

Me regala una dulce sonrisa y sigue comiendo como si esta conversación jamás hubiese ocurrido. Observo a Amara, intentando traspasarle telepáticamente mis pensamientos, pero ella sabe exactamente lo que estoy pensando en cuanto la miro, me guiña el ojo sonriente, conforme, le gusta Luca.

A mí también.

-Estamos peleados-le informo cuando subimos al auto. Luca me mira de reojo mientras pone la llave. -Necesito decir algunas cosas, y reconciliarme con él.

-No te he pedido ninguna explicación chica misteriosa-me dice sonriente, y luego me besa la frente.

-Sí lo sé-le digo, me siento un poco tonta en este momento; creo que quizá me gustaría que mostrase, aunque sea un poquito de celos. -Nos hemos peleado por ti.

-¿Cómo es eso?-me pregunta sin mirarme, muy concentrado en el camino.

-Ha dicho que no eres bueno para mí.

-Porque está enamorado de ti-no deja de mirar el camino, como si no acabase de decir la cosa más loca y rebuscada que he oído en mi vida. Por supuesto que Cole no está enamorado de mí, de dónde ha sacado eso.

-No-le rebato.

-Claro que sí Lexi-me sonríe. -Sólo piénsalo un poco.

No quiero pensar en eso, porque Cole y yo somos amigos hace mucho tiempo; en mi cabeza no hay espacio para esa idea, porque es simplemente desquiciada. Sin embargo, algo hace sentido, hace click. Algunas de sus reacciones, palabras, formas de mirarme, de hablarme, de cuidarme... ¿Podría ser?

-Quizá-le respondo, dudosa. Podría ser, pero podría no ser. -¿No te molesta eso?

-¿Qué esté enamorado de ti?-me mira, aprovechando el semáforo. Acaricia mi mejilla unos breves segundos, y desearía que no estuviésemos en un auto en este momento, para que pudiese tocar mucho más de mí. Asiento sin dejar de mirarlo. -No es algo que me agrade, está claro. Pero ustedes son amigos, si hay algo que deben resolver, yo no tengo nada que ver allí.

Lo miro, sopesando sus palabras, su madurez, su terrible e inevitable encanto. Sus ojos claros me observan un par de segundos antes de poner en marcha nuevamente el auto, como diciéndome que confía en mí, que no tiene nada que temer, que está seguro conmigo. Me hace sonreír, y respirar en calma; me hace sentir que puedo confiar en él, que no tenemos nada que temer, que al fin estoy segura.  

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora