LUCA XII

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Vuelvo a abrir el horno, pero mi carne aún no se ha cocinado; y estoy de bastante mal humor. Lexi me pidió que la soltase como si yo fuese una especie de acosador, aunque en su defensa sí fui un poco violento; pero no pensaba hacerle daño ni nada.

Quizá no sé bien cómo hacer esto, quizá sobrepaso límites sin darme cuenta. Hace mucho que no tengo una novia, y he perdido la práctica. Eso es. No he querido agarrarla tan fuerte, solo no he controlado mi fuerza. Que pésima excusa estoy dando, he sido bruto.

Odio pensar que quizá la he asustado, no he querido hacerlo, solo quería besarla y me dejé llevar más de la cuenta.

Reviso nuevamente el horno, pero no ha pasado nada, debí utilizar otro método de cocina. Ahora estoy hambriento y de mal humor.

Suena mi timbre, pero no estoy esperando a nadie así que supongo que son las zapatillas que compré por internet, lo que mejora un poco mi horrible ánimo.

Cuando abro la puerta, y la veo ahí, con una tremenda sonrisa y una botella de vino me cuesta unos segundos racionalizar que efectivamente es ella.

-Hola-dice inocente, pero hermosa.

-Hola-digo confundido aún, pero me corro para dejarla pasar. Cierro la puerta y antes de que se me olvide digo: -Discúlpame Lexi, el otro día te agarré muy fuerte, realmente lo lamento, no debí hacerlo.

Me mira un poco confundida mientras deja la botella de vino sobre la mesa. –No te pedí que me soltaras por eso Luca, de hecho, no sentí que fuese tan fuerte, tranquilo.

Respiro calmado por primera vez en días, realmente he sufrido pensando que he sido demasiado animal con ella. No sabía cómo pedirle disculpas, y me he dado vueltas y vueltas creyendo que quizá ya nunca más quería verme. La observo, en mi sala; está vestida con unos jeans y una camiseta ancha blanca, muy casual. Me encanta verla así.

-¿Cómo sabes dónde vivía? -le pregunto confundido. Aún no entiendo qué hace aquí, pero me alegra.

-Definitivamente no les cuentes secretos de estado a tu amigo, porque ni siquiera tuve que torturarlo para que me dijese tu dirección-me sonríe, coqueta. Está claro que al usar la frase "tu amigo" no se refiere a Thomas, sino a Esteban, y sonrío anotando en mi cabeza que debo agradecerle eternamente por haberla enviado aquí. Lo siento Thomas, pero hoy no existes.

Agarro su botella de vino y voy a la cocina para poder abrirla, ella me sigue. No tengo idea qué hace acá, pero pienso aprovecharlo -¿Ya comiste?-le pregunto- hago carne pero aún no está lista- Saco dos copas y sirvo, aunque no le he preguntado si quiere o no. -¿Viniste en auto?-pregunto, al darme cuenta de que quizá lo ha traído como una ofrenda paz solo para mí.

-Luca, lamento decepcionarte pero tu horno está apagado-me mira divertida metiendo la mano adentro para mostrarme que está frío. Mierda, cómo he sido tan distraído.

-No sabes cuánto he estado esperando esta carne-le confieso y me acepta la copa de vino cuando la acerco a ella. –Esto es peor que cuando tiraste todos tus tallarines-agrego, pero me arrepiento en el momento. Apenas lo he recordado, nuestro primer beso, lo único que quiero es besarla nuevamente. Creo que ella está pensando lo mismo porque se lleva la copa de vino demasiado rápido a los labios, y yo la imito, dejando que el silencio nos invada.

-Bueno, podemos pedir algo-dice disipando la incomodidad entre nosotros.

-Claro, -respondo rápido buscando mi teléfono-. ¿Qué quieres?

-Me gusta todo.

-Lexi, ¿qué quieres?

-Me carga decidir.

-Bueno, pues en esta casa decides así que dime qué quieres-le digo autoritario, pero cuidadoso. Quiero que se sienta cómoda, que sepa que aquí está segura, que tiene poder de decisión.

-Sushi-dice tímida. Mira el suelo. No está acostumbrada a tomar decisiones, probablemente se deja siempre llevar por los demás. Al menos he notado que lo hace con sus amigas, aunque ella es la líder, las sigue a donde sea sin chistar.

-Lexi, odio el sushi.

Su pobre y hermosa cara se desfigura y se sonroja, siempre se sonroja. De eso estoy hablando, se siente mal por haber decidido. –Oh, lo siento, puede ser otra cosa...

-Bromeo-digo divertido. –Sushi será.

Nos sentamos en el sillón mientras esperamos nuestra comida conversando de casi todo, nuestras familias, nuestros trabajos. Ella me cuenta que es hija única, que ama a sus padres y siempre han tenido una excelente relación y que es profesora en un colegio que queda muy cerca de su departamento. Yo le cuento que tengo una hermana, Sofía, que está viviendo en París por unos años, que tengo una relación un poco distante con mis padres y trabajo en la parte de finanzas de la empresa.

Me gusta conversar con ella, conocerla, verla como algo más que la ex de Thomas, poder verla como una chica cualquiera. Pero no cualquiera, es Lexi, mi chica misteriosa.

Para cuando llega el sushi nos hemos tomado la botella casi entera, y estamos los dos bastante relajados. Nos sentamos a comer en el suelo, junto a la mesa de la sala, por petición de ella porque aparentemente le gusta mucho estar en el suelo, cosa que no comprendo, pero le diría amén a cualquier cosa en este punto.

-¿Qué haces aquí? -le pregunto cuando hemos terminado. Abre sus ojos oscuros, y vuelve a sonrojarse. La abrazaría en este preciso instante. He esperado demasiado para preguntarle esto, intentando dilatar el momento en que quizá me diga que no podemos volvernos a ver jamás. Aunque sería un extraño movimiento de su parte venir hasta aquí sólo para eso, mal que mal, no somos nada.

-¿La verdad o la mentira?-me pregunta sin mirarme mucho.

-Vamos con la mentira-le digo, intentando relajarla. Se nota que está tensa, tan tensa como cuando le pidió a Rose que le ayudara con el protector solar, y quiero que aquí se sienta libre, suelta y confiada.

-Quiero que me regales mucha ropa de tu tienda, porque en realidad he dicho que es muy cara solo para confundirte-me sonríe, volviendo a mirarme. Creo que la amo.

-Qué triste, realmente creí que no eras tan superficial-le respondo mientras le sirvo un poco más de agua. Le he ofrecido abrir otra botella de vino, pero me ha dicho que no, y con sinceridad me ha parecido lo más adecuado. -¿Cuál es la verdad?

-Quería verte-dice veloz, como si se le hubiese escapado. Su voz llega a mis oídos y me enciende increíblemente rápido. Quiero que lo repita, que vuelva a decir que quería verme. Una sonrisa se forma en mi cara naturalmente, esta mujer me vuelve loco.

-Pensé que no, luego del otro día.

-Mira-dice poniéndose de pie, alejándose de mí, lo que no me gusta nada. –A mí no me importa Thomas-camina de un lado a otro, me pregunto si así es de profesora, si yo tuviese esa profesora, juro que aprendería cualquier cosa. –No me importa ni un poquito, pero a ti sí Luca, y quiero respetar eso.

-El problema es que sí, me importa Thomas; pero al mismo tiempo me gustas demasiado Lexi-se detiene al escuchar mis palabras, y me mira. Creo que está un poco asombrada de que se lo haya dicho, aunque es lo más obvio del mundo. ¿Acaso no lo sabía?

-Es tu amigo Luca, y yo soy solo una chica- Ese es exactamente el problema, Lexi no es solo una chica. 

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora