LUCA XXXIV

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He evitado y pospuesto este almuerzo tanto como me ha sido posible por dos razones: la primera que tal como lo esperaba mi madre ha preguntado por Lexi en el minuto en que me ha visto, incluso antes de saber cómo estoy yo; y la segunda que no quiero hablar de mi padre tampoco; lo que acota bastante los temas de conversación entre nosotros.

Me mira escrutadora, como solía mirarme cuando llegaba a casa con malas notas de la escuela; es una mirada curiosa, sin embargo no enojada, más bien preocupada. Como si quisiera leerme.

-Cometes un error-sentencia luego de mirarme unos segundos que se hacen eternos. Revuelve su ensalada con total dedicación. -Nunca antes te he visto enamorado, y ¿abandonas así?

Sus palabras me ponen a la defensiva, y me muevo en mi asiento incómodo. Últimamente todo el mundo parece creer que estoy equivocado. Admito que eso es nuevo para mí, y no me gusta mucho precisamente.

-No abandono así-replico. No he tocado mi plato de carne, no estoy para nada interesado en la comida últimamente, he pedido lo primero que vi, para complacerla. -No hables como si hubiese abandonado rápidamente.

Mi madre sonríe, encantadora como siempre. Esa sonrisa siempre me calma, me alienta, me sostiene; sin embargo, desde que mi padre decidió contratar a Thomas y lo golpeé frente al mundo entero, nos hemos distanciado naturalmente. Supongo que de cierta forma esperaba que mi madre se pusiese de mi lado. Al menos que dijese algo, como que entendía mi punto de vista. En cambio lo único que obtuve de su parte fue silencio, como si jamás hubiese presenciado todo aquello.

-¿Meses te parece suficiente?

Sigue revolviendo, dejando que la pregunta simplemente se asiente en mí.

-Si estuvieses casado, ¿ese es el tiempo que lucharías por tu matrimonio?

Lamentablemente para mí, mi madre es una de esas personas que siempre pareciera saber exactamente qué decir. Lo dice con naturalidad, como si no fuese una pregunta fundamental, cuando en realidad sí lo es.

-Sería distinto-replico, porque obviamente no pienso perder tan rápido, y necesito defender mi postura para recordarme a mí mismo por qué me he mantenido lejos de Lexi este tiempo, sino nada tendrá sentido.

-No lo veo de esa forma- ladea su cabeza de forma delicada. -Creo que en todas las relaciones uno debe esforzarse como si fuese para siempre. Además, te conozco suficiente Luca, no me digas que no te proyectabas con ella.

No se equivoca, me conoce demasiado. Casi más de lo que quisiera. Por supuesto me proyectaba con Lexi. Lexi llegó a construir mi vida completa, y ya ni siquiera recuerdo como era vivir sin ella. Pueden ser tan solo meses los que he pasado con ella, sin embargo mi vida anterior parece demasiado lejana, casi como si nunca hubiese existido; como si la hubiese estado esperando a ella todo este tiempo para realmente comenzar a vivir.

-Mamá, no quiero hablar de esto.

-¿No? ¿Y lo hablas con quién? ¿Con tu almohada? No parece darte muy buenos consejos. ¿Por qué no hablas con tu hermana?

-¿Con Sofía?-descarto la idea en cuanto la menciona. Mi hermana es sicóloga y podría estar analizándome durante cuarenta días y resaltando todas mis falencias. -No gracias.

-Bueno entonces me escucharás, dado que no tienes con quién más hablar. Porque los hombres no hablan entre ellos.

Podría decirle que hablo con Rose, pero no creo que le gustaría saber que vivo con otra mujer. He tenido miedo de que llegue un día a mi casa y se encuentre con ella, me mataría. Mi madre se ha enamorado de Lexi en cuanto la ha visto, supongo que es de familia, y desde entonces me ha preguntado por ella cada vez que hemos hablado. Si supiese que vivo con alguien más, sería mi final.

-No seas idiota-me sorprende y dejo caer mi tenedor, que por fin me había obligado a tomar. -Estás loco por ella, se ve en toda tu cara desde que apareció en tu vida. Y sí, no es fácil; pero nada bueno lo es. Si la dejas ir de verdad, podría ser para siempre, y aunque ahora te digas que eso es lo mejor; no lo será. Vivirás con el arrepentimiento y ella rehará su vida, porque es lo que merece.

Escuchar que Lexi podría rehacer su vida con alguien más, y que venga de mi madre, me remueve. Quiero protegerla, sí. Quiero cuidarla, también. Pero definitivamente no quiero verla con alguien más, no sería capaz de tolerarlo. La quiero para mí.

-Eres mi madre, debieses estar de mi lado-miro a la mesa, porque soy incapaz de verla en este momento cuando sé perfectamente que tiene razón. Me estoy equivocando. Mierda.

-Estoy de tu lado, por eso mismo te lo digo-su mano tersa toca la mía obligándome a mirarla. -Y sería una muy mala madre si no te dijese en este momento lo idiota que estás siendo.

Me sonríe e inevitablemente me hace sonreír también.

-Sobre tu padre...-intenta decir, pero he tenido suficiente consejo materno ya, así que la interrumpo antes de que el almuerzo se transforme en un evento desagradable.

-No hablaré contigo de eso, ya ha pasado tiempo suficiente y no lo hablamos; por lo tanto no lo haré ahora, y espero lo respetes.

Me mira curiosa, incluso me atrevería a decir que un poco orgullosa, y luego baja su cabeza asintiendo; su ensalada parece estar suficientemente revuelta, porque decide llevar un poco a su boca y luego sonríe, satisfecha con su trabajo.  

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora