LEXI XXXIV

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Odio la lluvia. No, no la odio, la aborrezco. La lluvia tiene la capacidad de influir en mi estado anímico más que nada en esta vida. Puede ser un día en que todo está saliendo bien, mi vida es perfecta, incluso me han pasado cosas buenas; pero si llueve... todo está arruinado.

No hay opción de que yo esté de buen humor en un día de lluvia, absolutamente ninguna opción. Me deprimo de forma instantánea. Vivo del sol, me alimento de él, del calor.

Lo he trabajado, me he intentado decir que la lluvia es buena, para los árboles, las plantas, para limpiar el aire; pero no hay caso. La lluvia es equivalente a depresión para mí.

Y que esté lloviendo justo en este momento, no ayuda.

-¿Me pones atención Lexi?-Rose me devuelve al mundo real. No es su culpa que hoy esté lloviendo, pero preferiría que hubiese venido cualquier otro día menos este.

-Perdón-vuelvo a revolver mi café, mi segundo café porque el primero no ha logrado levantarme el ánimo.

-Lo que digo es que debes darle tiempo para resolver sus cosas.

La observo. ¿Cuántas probabilidades hay de que viviendo con Luca se haya enamorado de él y esté manteniéndome alejada de forma intencional? Mal que mal, tampoco la conozco tanto para que tengamos una relación tan cercana y deba confiar en ella a ojos cerrados. No Lexi, es la lluvia, es la lluvia.

-¿Cuáles cosas?

-Está confundido, cree que no puede protegerte.

Bueno, si intenta mantenerme lejos intencionalmente al menos sus argumentos sí suenan como algo que Luca estaría pensando. De hecho, no tengo ninguna duda de que es exactamente lo que Luca debe estar pensando luego de haber visto mi brazo.

-No necesito que me proteja-mi café ya está frío, lo que solo aumenta mi mal humor; aunque he sido yo quien ha dejado que se enfríe, sin embargo seguiré revolviéndolo con la esperanza de que mágicamente se caliente.

-Se lo he dicho miles de veces-me observa, intentando captar mi atención. Pero no puedo dejar de pensar en la lluvia. ¿No había otra forma de traer agua Dios? ¿Una forma más amigable por ejemplo? -¿Lexi?

-Perdona Rose-levanto mi mirada de mi taza y me encuentro con sus enormes ojos mirándome fijo. Sus pestañas son perfectas, curvas y largas. Me pregunto si serán naturales. No sé por qué estoy divagando tanto hoy. Solo extraño mucho a Luca y nada pareciera tener sentido en este momento. Además, la lluvia, la maldita lluvia.

-¿Estás bien?

No creo que haya una manera realmente honesta de responder a esa pregunta, porque por un lado sí, estoy bien, estoy viva, me mantengo a flote; pero por otro, por supuesto que no estoy bien. Desde que me encontré con Thomas he tenido problemas para dormir, y como si fuese poco ya no tengo a Luca conmigo, cosa que tengo claro la provoqué yo solita, pero no por eso duele menos.

-Supongo-respondo. No estoy mintiendo. Supongo que estoy lo mejor que puedo estar. Siempre se puede estar peor.

-Él tampoco está bien, no creas que está feliz por allí viviendo sin ti.

Sus palabras no me reconfortan. Todo lo contrario, solo agravan el dolor que tengo; saber que Luca tampoco lo está pasando bien solo empeora la situación, y hace que tenga menos sentido todavía. Si ambos estamos sufriendo separados, ¿por qué no estar juntos?

-¿Cuánto tiempo más debo darle?

-Hablen el fin de semana. He logrado que vaya a sus entrevistas de trabajo, al menos se ha concentrado en eso y estos días ha estado bastante ocupado. El fin de semana podrán hablar con más calma.

El fin de semana parece a cientos años de aquí, porque hoy es miércoles. Y cada día es una tortura, cada día despierto creyendo que tendré algún mensaje de él, y luego voy a la escuela esperando verlo en el estacionamiento cuando sea la hora de salir. Si suena el timbre cuando estoy en casa corro como una loca creyendo que lo encontraré tras la puerta, y me duermo soñando que lo tengo a mi lado, que todo está bien, que me habla al oído.

El fin de semana está excesivamente lejos y estoy comenzando a perder la paciencia, la poca que me queda.

-Supongo que podré esperar-finjo. Tampoco tengo interés de parecer una loca frente a ella. Al menos así, si le dice a Luca que me ha visto, podrá decirle que no me veo tan desquiciada, aunque lo estoy.

Rose parece a punto de decir algo cuando sentimos el ruido de la cerradura y Amara entra usando la fantástica falda que le tomó diez mil años encontrar, cubierta de una enorme sonrisa.

-¿Cómo ha ido el primer día?-le pregunto mientras se acerca a nosotras y hace volar sus zapatos en cualquier dirección. Si fuese cualquier otro día le diría que por favor los deje ordenados, pero hoy no puedo luchar.

-La verdad mejor de lo esperado. Me ha encantado el ambiente, y creo que mi outfit ha estado bien, aunque pienso que podría usar cosas más arriesgadas. En fin, mi jefe parece amable y justo; y mis compañeros de trabajo me han recibido con mucha cordialidad y me han ayudado con algunas cosas.

-Me alegro mucho-tomo su mano con cariño, me encanta verla feliz; ya era hora.

Comienza a contar cómo fue la hora de almuerzo, justo en el momento en que veo a través de la ventana que está lloviendo aún más fuerte que antes. Quisiera poner atención al relato de Amara pero mi cabeza ya está allá fuera, y puedo verme parada entre la lluvia, mojada y sola; igual que como me siento en este preciso momento.  

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora