LEXI XXXVII

11 4 6
                                    

No me gusta verlo así, tampoco era mi objetivo venir a hacerlo pedazos; pero en mi experiencia, si no digo lo que siento, si no saco lo que tengo adentro, termino haciéndolo de la peor manera posible, convirtiéndolo en una especie de bomba nuclear. Y no quiero eso con Luca, quiero que, si tenemos aún alguna oportunidad, sea con nuestras cosas claras. Y realmente espero que tengamos alguna oportunidad...

Está totalmente callado y se mira los pies. Espero un par de minutos, creyendo que dirá algo, pero no lo hace. Definitivamente no me gusta el Luca silencioso, me saca un poco de quicio.

-Luca-me acerco a él, temiendo que se sienta mal o esté a punto de caer desmayado, pero apenas escucha mis pasos acercándome levanta su cabeza y me observa, semi sonriente.

Esa maldita sonrisa otra vez.

-¿Puedes bajarlos?-me pregunta con las manos en los bolsillos.

-¿Qué?

-Tus muros-replica dando un par de pasos hacia mí. -Te pregunto si puedes bajar tus muros en este momento.

Lo miro un poco confundida, e incluso cruza mi cabeza la opción de que no haya escuchado absolutamente nada de lo que he dicho; porque no sé de qué está hablando en este momento.

-Bájalos un poquito-sigue caminando hacia mí. Estoy en silencio, confundida, completamente entregada a la forma en que se mueve lentamente hacia mi espacio personal. -Tus muros son hermosos ¿sabes? Pero no los necesito en este momento.

Se detiene a algunos pasos de mí. Por inercia, y porque sigue teniendo un enorme poder sobre mí, avanzo un paso acortando la distancia entre nosotros.

-Entiendo todo lo que dices, y no sabes cuán arrepentido estoy, y cuánto te he echado de menos. Pero para que podamos hablar bien, necesito que dejes esa apatía de lado, que me dejes entrar, sino no podremos solucionar esto; y realmente quiero solucionar esto Lexi.

-¿Crees que es así tan fácil como que te acercas de a poco diciendo cosas elocuentes y todo está bien entre nosotros?-me he acercado sí, pero está loco si cree que bajaré mis muros tan rápido. Tan tonta, tan ingenua, y tan fácil no soy.

Niega con la cabeza efusivamente. -Jamás creería eso. Pero hay algo que has dicho que no me puedo sacar de la cabeza.

Me mira. Me mira con esos ojos miel que lo pueden todo, que me llevaron a romper todos mis límites, todas mis creencias. Esos ojos que fueron mi perdición demasiado rápido. Se acerca, eliminando el espacio entre nosotros y aunque pienso en evitarlo, no quiero. No quiero porque lo he extrañado demasiado, lo he soñado; y lo único que quiero es tenerlo cerca; porque eso podría curar absolutamente cualquier pena que tengo en este momento. Apoya su mano sobre mi mejilla, y cierro los ojos, completamente derretida por su tacto, por su calor, por la suavidad de sus manos.

Cuando vuelvo a abrir los ojos ha pegado su frente con la mía, y siento un enorme alivio en mi corazón; porque sé, que sin importar lo que haya pasado entre nosotros, podremos arreglarlo. Y ya qué, he tirado todos mis muros y los he derribado sin ninguna expectativa de volver a levantarlos.

Luca abre la boca como si fuese a decir algo, y mi corazón se acelera, porque pienso que quizá me dirá que me ama; pero ningún sonido sale de él y en cambio un golpe en la puerta nos devuelve a la vida.

-Espera aquí-dice retirando su mano de mi mejilla. Agradezco un poco la interrupción porque me da tiempo para respirar y recomponerme.

Me giro de espaldas a la puerta cuando escucho que Luca la abre, y aprovecho de llevar mis manos a mis mejillas, que se sienten como fuego, intentando disimular lo mucho que me he sonrojado con su cercanía.

Luego de que se abre la puerta no escucho ningún otro sonido y me giro para ver quién ha tocado la puerta. No puedo verlo porque se encuentra abierta, y sea quien sea, está escondido detrás de ella, pero sí puedo ver a Luca que está petrificado frente a la puerta con las manos en alto.

No necesito ver quién está detrás de la puerta, me basta con la cara de Luca, y mi corazón se acelera demasiado rápido; lo siento en mi garganta. Todo se detiene, y mis oídos son inundados por un pito que me pone en un estado de trance por un par de segundos.

Me obligo a mí misma a respirar lo más profundo que puedo y cuando recobro la compostura camino hacia Luca a paso seguro.

-No te acerques-dice serio sin quitar la mirada de la persona que está detrás de la puerta.

No hago caso de sus palabras y sigo acercándome a paso rápido y firme; pero mucho antes de que logre llegar allí Luca comienza a retroceder con las manos en alto dejando espacio para que quién se encuentra escondido de mi vista pueda avanzar.

Cuando veo a Rose cruzar el umbral de la puerta, con las manos en alto, seguida de Thomas que sostiene una pistola contra su espalda me detengo y mi ritmo cardíaco se dispara nuevamente.

-Que buen día para mí, no pensé que fuese a tener la suerte de verlos a los 3 juntitos-dice Thomas sonriente, mientras cierra la puerta tras de él.

Lo miro un par de segundos, y luego observo a Rose. Su maquillaje está completamente corrido y está tiritando. Me observa, su labio inferior tiembla. Le sonrío, intentando calmarla, pero no tengo la menor idea de qué hacer en esta situación.

-Thomas, vamos a conversar como gente adulta-dice Luca, que parece bastante compuesto. Ha bajado los brazos, pero no se mueve de su posición, increíblemente atento.

-¿Gente adulta?-se ríe y presiona la pistola contra Rose, lo que hace que ella cierre los ojos llorando. -La gente adulta en general no le roba las exnovias a sus amigos.

Mi corazón late como loco, no de miedo, de adrenalina. Quiero matarlo, quiero terminar con él de una vez por todas. Estoy harta de sus mierdas, sus jueguitos mentales, su violencia; su creencia de que puede controlarlo todo. Lo quiero fuera de mi vida ya.  

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora