EL SOL EN TU PIEL

LUCA XXXIII

Entro en el bar a paso seguro, o al menos lo más seguro que puedo, porque esta situación no es nada de agradable. Pero al menos fingiré que vengo con seguridad y confianza.

Miro a mi alrededor intentando encontrarlo y cuando nuestras miradas se cruzan levanto la mano en forma de saludo, sin sonreír por supuesto, tampoco quiero hacerle creer que estoy de feliz de reunirme con él. No me da para fingir tanto.

-Cole-digo llegando a su lado y tendiendo mi mano para saludarlo. Ni siquiera se pone de pie para corresponder mi saludo y solo mueve la cabeza hacia la silla que está frente a él, como invitándome a sentar.

Dejaré pasar su mal educación e inmadurez, porque he sido yo quien le ha pedido que nos juntemos, pero no es para nada un buen comienzo; al menos podría ponerle un poco de empeño ¿no?. Antes de decirle cualquier cosa, pido una cerveza, dado que él ya ha pedido una para él.

-Vamos al grano Castelli-me lanza. No piensa andar con rodeos, y por mí está bien, no tenía mucha intención de hablarle sobre el clima. -¿Para qué me llamaste?

Habla con superioridad, como si el hecho de haberlo contactado me convirtiese en menos que él. Si supiese lo mucho que luché con mi orgullo, antes de pedirle a Esteban que me consiguiese su número con Steph.

-Lexi-respondo seco.

-Ya lo imaginaba, no creo que tengamos más cosas en común-su mirada es petulante, igual que aquel día que lo vi por primera vez en la cafetería. Odio que haya dicho "en común" refiriéndose a Lexi. Ella no es una cosa que tenemos en común, Lexi es mía.

-Lexi y yo hemos terminado...-comienzo. Pero me detengo al ver su cara de sorpresa, está claro que no estaba informado sobre esto, y aparentemente no le molesta. Supongo que tan amigos no son si es que Lexi no le ha contado nada.

-¿Por qué?-pregunta curioso antes de dar un trago a su cerveza. Lo miro unos segundos antes de responder, no puede ocultar su felicidad. No lo culpo, no tiene por qué fingir conmigo, ni siquiera me conoce.

-No es el punto-lo miro fijamente. -El punto es que necesito que por favor la cuides.

-Siempre la he cuidado

-No pareciera-replico un poco entre dientes, pero con toda intención de que me escuche. Admito que es un golpe un poco bajo de mi parte, pero en mi defensa, él ni siquiera se ha parado a saludarme.

Sus ojos oscuros se abren para mirarme más fijamente, como si quisiera intimidarme; pero honestamente, un hombre que es incapaz de decirle a Lexi cómo se siente, no me provoca nada de temor.

Bueno... Supongo que yo también soy un hombre incapaz de decir lo que siente.

-Me refiero a Thomas-intento recobrar el objetivo de nuestra conversación. He venido solo por eso, no es que me haya dado un derrame cerebral y de pronto haya decidido que sería buena idea que fuésemos amigos, tan mal no estoy.

-No entiendo-esta vez sus ojos demuestran sinceridad. Veo que realmente Lexi no le cuenta nada, y me provoca un poco de satisfacción, pero la oculto. No soy como él.

-Thomas ha estado siguiendo a Lexi y a Rose.

Su cara pasa de desconocimiento, a rabia y golpea su vaso contra la mesa. -¿De qué hablas?

Asiento en silencio y doy un trago a mi cerveza que acaba de llegar a la mesa. Necesito un poco para poder continuar con esta desagradable conversación.

-Las sigue y temo que haga algo. Debes proteger a Lexi, cuidarla.

-¿Por qué no lo haces tú?-aunque su pregunta parece un ataque, veo que ha bajado la guardia en el momento que ha sabido que Lexi podría estar en peligro, realmente se preocupa por ella. -Lexi te quiere a ti.

No me pasa desapercibido que lo dice con dolor, aunque intenta disimularlo y bebe rápidamente para ocultar su rostro detrás del gran vaso de cerveza.

-Porque estando cerca de ella solo la pongo más en riesgo-no tengo ganas precisamente de entrar en estos detalles con él, pero estoy aquí por Lexi, y si necesita saber, pues se lo diré. Haré lo que sea con tal de saber que podrá cuidarla, que estará atento por si pasa algo, por si ella necesita algo.

Asiente varias veces, pensativo.

-Thomas está desquiciado y es un imbécil, por mucho que quiera estar con ella, debo protegerla. Y estando lejos es como mejor lo conseguiré.

Mis palabras me duelen, escucharme me duele; porque quiero estar con ella, quiero protegerla con mi propio cuerpo si es necesario; quiero verla todo el tiempo y tenerla entre mis brazos. Pero he conseguido justamente lo contrario, y no puedo olvidar su brazo morado, no puedo olvidar sus ojos hinchados de llanto, su furia, sus palabras, su miedo... El maldito miedo en sus ojos.

-Creo que te equivocas-deja su vaso sobre la mesa. -Estoy de acuerdo en que Thomas es un psicópata, créeme que lo sé bien. Pero no la proteges alejándote, le haces daño. Abandonarla, cuando ella te quiere, y cuando tú la quieres, no es forma de cuidarla. Le haces mucho más daño del que imaginas Luca.

Me sorprenden sus palabras, la calma en su voz, la preocupación por ella; el amor por ella. La quiere lo suficiente como para saber que ella me quiere a mí... Por primera vez siento respeto por Cole, y una no menor admiración.

Yo no sería capaz de hacer lo que está haciendo en este momento, intentando convencerme de que vuelva a ella, aunque la quiere para él. Es noble, desinteresado, y sobre todo inesperado.

-La cuidaré-dice. -Siempre lo he hecho, o al menos lo he intentado. Pero no la dejes así... Porque eso es algo de lo que no la puedo cuidar, no puedo arreglarlo Luca.

Termina su cerveza de un solo trago, dando por terminada nuestra conversación. Al ponerse de pie pasa a mi lado y me regala una pequeña palmada en el hombro, son apenas milésimas de segundos, pero sé bien lo que significan. Me está aprobando.