LUCA XVII

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Sé dónde me estoy metiendo y sin embargo, no puedo evitarlo, como siempre que se trata de ella. He presionado tanto a Esteban para que celebre su cumpleaños con la excusa de verla que ya no puedo arrepentirme y no aparecer.

Aunque he respetado que haya querido ponerle punto final a todo, y aunque lo he entendido, me he vuelto loco desde entonces.

La he soñado, la he pensado, la he imaginado tanto; que solo quiero verla. Eso es suficiente para mí, verla. Saber que está bien, que no está llorando como aquella tarde.

Me miro al espejo, y lo único que veo es un cobarde. Ha sido toda mi culpa. Debí desde el día uno haber sacado a Thomas de nuestras vidas y en vez de eso intenté jugar a que podía ser su amigo y coquetear con ella, sin saber que terminaría loco por Lexi. Yo me he metido, y la he arrastrado, en esta situación. Fingiendo tener el control.

De Thomas no he sabido nada, y honestamente, no me importa. Si hay algo que me ha quedado claro respecto de él, es que no vale la pena tenerlo cerca, ni siquiera prudentemente cerca. He sido un imbécil todos estos años, sin darme cuenta el tipo de persona que era. Manipulador, obsesivo, egocéntrico, violento. He dejado pasar todas sus estupideces, probablemente por miedo a no tener más compañía. Quizá por simple comodidad.

No solo le ha hecho daño a Rose, sino que también ha pretendido tener a Lexi como un objeto más, como si ella no tuviese derecho a tener una vida, a avanzar sin él.

Supongo que eso es una persona tóxica, ¿no?

Dejo de mirarme en el espejo porque en realidad ya no puedo cambiar el hecho de que estoy muerto de miedo por verla. Agarro mi chaqueta, las llaves del auto porque es mejor que no beba hoy, y al subirme al auto suspiro, prometiéndome que pase lo que pase, no me acercaré demasiado a ella. Solo debo asegurarme de que esté bien, pero no acercarme. Saludarla es el límite, porque tampoco puedo ignorarla, ni quiero hacerlo.

Cuando llego al departamento de Esteban es Steph quien me abre la puerta, y me abraza con cariño. -Luca-dice contenta. -Me alegra verte- Quiero creerle que se alegra por verme, pero apuesto que sabe al igual que yo, la malísima idea que he tenido.

Le reconozco a Esteban que se ha buscado a la mujer más dulce del mundo, y su sonrisa emana sinceridad por todos lados, por lo que no me queda más que responderle con el mismo cariño, mal que mal, es la novia de mi amigo, y la mejor amiga de la mujer que me tiene loco... pequeño detalle. -Gracias por invitarme-le digo un poco irónico, porque he sido yo quien ha organizado todo esto, y por supuesto ella lo sabe.

-Pasa-dice divertida corriéndose para dejarme entrar. Cuando entro mi radar de Lexi se activa quizá demasiado rápido y la veo del otro lado, sentada, riendo junto a Amara. Perfecto, llevo dos segundos aquí y ya sé que debo irme lo antes posible.

Mi corazón se acelera involuntariamente y Steph me sonríe, como si pudiese escucharlo. Va tan rápido que no es irracional creer que efectivamente puede escucharlo, yo lo siento en todos mis oídos, como si hubiese salido de mi pecho y subido a mis orejas. Lexi está hermosa, como siempre, y nuestras miradas se cruzan un par de segundos en los que me regala una hermosa, pero demasiado cordial, sonrisa. Como esa sonrisa que uno da cuando sale de una tienda después de comprar algo, una sonrisa educada. Demasiado para mi gusto, pero qué más esperaba... ¿Un abrazo? ¿Un beso? ¿"Luca te he echado tanto de menos"? Sí, todas las anteriores.

Desvío mi mirada de ella, sin poder corresponderle, porque no puedo sonreírle solo con cordialidad; y busco a Esteban, debo alejarme de ahí. Apenas lo veo en la terraza junto a la parrilla corro hacia allí, necesito una guarida en este momento.

-Feliz cumpleaños-digo abrazándolo, sin poder quitar mi mente de ella.

-Gracias amigo-dice sonriente. -Te veo, estás sufriendo-agrega divertidísimo. No veo la diversión en mi sufrimiento, pero es mejor que alguno de los dos esté contento.

-No sabes cuánto-acepto la cerveza que me está tendiendo, porque a quién quiero engañar, no puedo sobrevivir sobrio a Lexi. Ya veré qué hago con el auto. 

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora