LEXI XXII

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Gracias a Dios Steph está aquí, porque podría vomitar de lo nerviosa que estoy. La mamá de Luca ha sido adorable conmigo, pero me ha abrazado tanto rato que he terminado completamente embriagada por su perfecto perfume floral. No sé cómo comportarme en un evento como éste, nunca he estado en algo así, soy solo una profesora.

-Podría emborracharme-le digo mirando hacia todos lados. -Quizá vomitar.

-Ninguna me parece muy buena opción-comenta Esteban divertido. Steph sonríe a su lado y me toma la mano.

-Respira, no es tan importante. Es solo un evento.

-Sí es, sus padres están aquí, sus colegas de trabajo. Y nosotros ni siquiera hemos definido si somos algo más que un par de idiotas que una vez que tuvieron sexo.

Esteban me mira, entre sorprendido y divertido. -Un muy buen sexo, quiero agregar, que quede constancia de que dije eso-agrego mirándolo, no quiero que le vaya a decir a Luca que me he quejado. Estoy realmente muy nerviosa.

He saludado mucha gente, sonriendo, cosa que no es natural en mí. Me duele la cara de tanto fingir que soy una persona amable y sonriente. Sólo hago esto, porque estoy realmente loca por Luca Castelli, demasiado loca quizá. Mi pobre alma introvertida está haciendo un esfuerzo sobrehumano, agotando toda su energía.

-Va a comenzar el desfile-me dice Steph, -Vamos a sentarnos.

Tenemos asientos relativamente atrás, y Luca me ha pedido mil veces disculpas por no poder sentarse conmigo, aunque yo en realidad me siento bastante agradecida. Lo único que me habría faltado hoy, sería sentarme a su lado donde todo el mundo puede verme. Al menos aquí paso desapercibida y tengo tiempo para recuperarme después de ser tan sociable.

Desde donde estamos lo puedo ver tomar asiento, y me busca rápidamente. Cuando nuestras miradas se cruzan, me guiña el ojo, coqueto; pero siento que hay algo extraño en su cara. Quizá ya se encontró con su padre, y han tenido alguna clase de roce. Le respondo con una sonrisa, pero quisiera saltar entremedio de toda esta gente, cruzar la pasarela, y abrazarlo; solo para saber que todo está bien entre nosotros, quizá he hecho algo mal, no sería una sorpresa. No suelo ser muy buena en este tipo de situaciones.

Me acomodo bien en mi asiento, al lado de Steph y comienzo a mirar el techo, que se encuentra lleno de diferentes luces. -¿Ese es su papá?-me susurra Steph. -Son iguales.

Bajo la mirada y lo veo, al otro lado de la pasarela, tomando asiento a tan solo un par de metros de Luca. No se miran ni por un segundo, y Luca se mantiene concentrado en su conversación con un señor que se ha sentado a su lado, y que antes hemos saludado, pero no tengo la menor idea de quién es, ya lo he olvidado.

Siento un apretón fuerte en mi mano, de parte de Steph, y cuando la miro veo que tiene la cara completamente desfigurada mirando hacia el frente. Sigo la dirección de su mirada, buscando el objeto de su atención, y lo encuentro sentándose justo al lado del padre de Luca... Thomas.

Tengo completa conciencia del lugar y evento en el que estoy, de que este no es el lugar para hacer escándalos ni problemas, pero siento mi corazón comenzando a descontrolarse. Taquicardia. Mierda, esto no debiese estar pasando ahora.

Me siento traicionada, pasada a llevar, dolida, pero por sobre todo...tonta. Tonta por haber creído que por fin estaría fuera de mi vida. Por haberme imaginado, en mi estúpida y dilucional mente, que las cosas con Luca podrían funcionar, que quizá teníamos alguna oportunidad de ser algo. Que por fin, Thomas no existía entre nosotros.

Me duele respirar, tengo un peso horrible en mi pecho, y lo reconozco perfectamente, un ataque de pánico. Tengo que salir de aquí.

Intento levantarme de mi asiento, pero Steph me retiene. -Lex...-me dice cuidadosa, me mira detenidamente, intentando identificar lo que me pasa.

-Necesito salir de aquí-le digo, soltando su mano. -No puedo respirar.

-Respira-me dice, tierna, pero completamente ilusa si cree que solo por eso podré respirar con naturalidad. Quiero irme de aquí, ahora mismo. Quiero correr y olvidar que estuve aquí en primer lugar.

-No puedo-le repito, en el momento que se apagan las luces, y se encienden sólo las de la pasarela. Veo mi momento y me pongo de pie, antes de que Steph pueda volver a agarrarme, y pasando frente a toda mi fila, corro hacia la salida.  

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora