LEXI X

27 10 2
                                    

-Hola-le digo dejando mi vaso sobre el mesón. No esperaba verlo aquí esta noche; pero me siento tan aliviada que tengo ganas de abrazarlo. Este chico junto a mí, que si mal no recuerdo se ha presentado como Javier, es lo más aburrido que ha pisado la tierra y he buscado desesperadamente un motivo para escaparme sin ofenderlo. No es que importe ofenderlo, pero podría ser el mejor amigo de Esteban y podría poner a Steph en una mala posición, debo comportarme lo mejor que pueda.

-Hola-responde Luca, cortante. Sigue en la puerta de la cocina, mirándonos, o más bien mirando a mi acompañante. La verdad, no está dándole una mirada muy amigable y Javier es aburrido, pero no tonto. Rápidamente se despide y sale, pasando al lado de Luca quien lo sigue con la mirada hasta que ha desaparecido. –No te ves como la chica que se esconde en la cocina con un hombre-me dice en un tono bastante beligerante.

- ¿Qué clase de chica es esa? -le pregunto yo, molesta. No me conoce, no tiene derecho a opinar sobre qué clase de chica parezco.

Nota mi humor y camina hacia mí, con las manos en los bolsillos, algo que me gusta quizá demasiado. –Nada, disculpa-dice suplicante. –Hablaba tonterías.

Al menos tiene claro que su comentario no es bien recibido. Yo asiento y doy un trago a mi vaso, sin dejar de mirarlo. Efectivamente no soy la chica que se esconde en la cocina, pero nunca me he escondido; vine a lavarme las manos luego de que Amara derramara sin intención un poco de su cerveza sobre mí, y Javier estaba aquí. Pero ahora que Luca está aquí, quizá sí soy la chica que se esconde en la cocina.

- ¿Qué haces aquí? -le pregunto. Sigue caminando hacia mí, pero se detiene a una distancia más que prudente. Parece mucho menos inclinado a acercarse a mí que el otro día en la fiesta, lo que me parece bastante bien por ahora.

-Tu amiga sale con mi mejor amigo-me sonríe dulce.

-¿Esteban? -pregunto sorprendida. Qué pequeño es este mundo. ¿Podemos estar más conectados? - ¿Cuántos mejores amigos tienes? - pregunto, porque realmente pareciera que tiene amigos por todos lados.

-Así es-dice sin dejar de sonreír, no responde a mi segunda pregunta, deliberadamente. –Tú chica soleada...-dice tocando mi nariz fugazmente, en un movimiento demasiado íntimo para mi gusto. -...y yo estamos destinados a encontrarnos parece. ¿O tampoco crees en eso?

Quisiera responder a su pregunta, pero ese pequeño y veloz tacto me ha hecho sonrojar, y siento todo mi cuerpo caliente, como si de pronto me hubiese golpeado un rayo. Estoy segura de que puede ver que me he sonrojado, porque siento mis mejillas arder, pero no dice nada y solo espera mi respuesta. Trago lentamente, intentando recomponerme.

-Creo en la casualidad, no el destino-le respondo, lo más compuesta que puedo. Él ha retrocedido con sus hermosos ojos miel, y odio lo lejos que está.

-Llámale como quieras-se apoya sobre el refrigerador, muy lejos de mí. –Pero seguimos encontrándonos.

No sé qué responderle, porque tiene mucha razón. Aunque he esperado no volver a verlo, sigue apareciendo una y otra vez; derribando mi teoría de que el destino no existe. –Como digas-le respondo intentando fingir que nada de lo que dice me afecta, aunque me afecta demasiado. No sé qué es realmente lo que pienso sobre él y su relación con Thomas. No sé qué es lo que pienso sobre nada, todo esto es más de lo que puedo soportar.

Luca se ha convertido en ese deseo prohibido. Deseo tanto besarlo, y sé que no puedo hacerlo. Deseo tocarlo, pero no está permitido. Quiero verlo, mucho tiempo, muchos días; pero ambos sabemos que Thomas no lo permitiría. ¿Acaso debiese importarme?

-Respóndeme algo chica soleada. ¿Fue Thomas tu última relación? -está curioso, lo veo en sus ojos. Yo relajo un poco mi postura y tomo un trago antes de responder.

-Sí y no. La última seria, después de eso salí con algunos chicos, pero nunca pasaron de la segunda o tercera cita.

- ¿Por qué?

-Soy mañosa-me encojo de hombros. No voy a decirle que estaba tan dolida, que me costó meses o más recuperarme después de que Thomas dijera que nunca nadie querría estar conmigo.

-Exigente diría yo-me corrige y toma asiento en una silla, frente a mí.

- ¿Qué hay de ti? -le pregunto observándolo. Su cabello castaño es desordenado, y al mismo tiempo perfecto. Estoy segura de que ni siquiera un increíble estilista conseguiría un acabado tan natural como él. Sus brazos fuertes, se marcan bajo la camiseta blanca que tiene puesta, y ahora que está sentado por primera vez no tengo que mirarlo hacia arriba como cada vez que está de pie, pues me saca varios miles de centímetros.

- ¿Mi última relación? -pregunta pensativo. –Hace muchos años Lexi, no soy precisamente bueno para tener novias.

No me sorprende, es amigo de Thomas, ¿qué más podía esperar?. - ¿Eres uno de esos chicos que prefiere solo pasar el rato? ¿Qué tiene miles de novias y al mismo tiempo ninguna?

Se ríe, y desordena su pelo con una de sus manos. - ¿Me preguntas si soy una copia de tu exnovio? No, no lo soy- No parece ofendido por la pregunta, aunque la he hecho buscando ofenderlo.

-Bueno, ¿cuándo fue la última vez que besaste a una chica?

Piensa, cruzándose de brazos. No sé si está bromeando conmigo o no, así que espero su respuesta. –Creo que hace un año, o un poco más. Salí con ella, la besé y me di cuenta de que no me gustaba nada de nada.

-Ah... eres un mañoso- le respondo juguetona.

-Exigente-me corrige con una sonrisa. Su sonrisa es contagiosa, y me hace sonreír casi automáticamente, su sonrisa es peligrosa, anotado.

- ¿Quieres tomar algo? -le pregunto nerviosa girándome demasiado rápido. Uno de los vasos que está sobre el mesón cae al suelo haciéndose trizas.  

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora