LUCA II

92 21 19
                                        


-Vamos Luca, un poquito por favor-dice Rose agitando su vaso hacia mí suplicante. Tengo clarísimo que, si se lo estuviese pidiendo a cualquier otro hombre, cedería frente a esos preciosos ojos, pero conmigo no funcionará.

-No-vuelvo a contestarle, sin siquiera darle una pequeña esperanza. Ya ha tomado demasiado y ni siquiera son las 12 de la noche, y no tengo ninguna intención de estarla cuidando. Ese trabajo es de su novio, que Dios sabe en dónde andará, cosa que por supuesto está comenzando a molestarme.

-Un poquito-vuelve a rogarme acercándose y moviendo sus largas pestañas coquetamente. Está claro que aún no me conoce suficiente, si cree que caeré por un juego de pestañas cuando es la novia de mi mejor amigo, se equivoca. La perdono sólo porque sé, que está completamente ebria.

-Agua-le repito por quinta vez alejándola de mí, lo que menos quiero es que me vean tan cerca de ella, no quiero tener problemas. Sé que no lo hace intencional, sino que es el alcohol, pero es mejor evitar toda clase de malentendidos. Me mira decepcionada y se gira desapareciendo velozmente; bueno, al menos lo intenté. Ya no es mi responsabilidad.

Me dejo caer sobre el pasto, derrotado. En este momento odio tanto a Thomas que creo si lo viese lo golpearía. ¿Para qué tiene novia si la va a estar dejando abandonada en todos lados? O mejor pregunta, ¿por qué la trae a nuestras vacaciones si luego no le interesa pasar tiempo con ella? No es que me moleste Rose, me parece una gran chica, siempre me rio cerca de ella; pero no vine para tener que estar de guardián de nadie.

Miro el césped recién mojado y luego llevo mis ojos hacia la casa que en este momento desborda gente, no se ve un miserable espacio vacío; realmente lo siento mucho por el dueño porque el desastre es épico. Aunque claro, el dueño soy yo...

Otra gran pregunta de esta noche: ¿En qué momento creí que era buena idea que Thomas invitase "un par de amigos"? Está claro que mis facultades mentales no están en su mejor momento, igual que está claro que no pienso ordenar el desastre que mi amigo decidió causar en una especie de intento por poner barreras entre él y Rose. Le reconozco que es una gran técnica, hay tanta gente que la posibilidad de que Rose lo encuentre es menor que cero; pero definitivamente preferiría que lo hubiese hecho en cualquier otro lugar. Soy muy blando, sin duda ese es mi problema, debo comenzar a poner más y mejores límites.

Estoy a punto de levantarme para ir en búsqueda de Rose, porque aunque no es mi responsabilidad me he encariñado con ella, y estoy preocupado; cuando algo capta mi atención muy cerca de mí. Es su voz, nuevamente, esa voz desconocida y que sin embargo no me molesta. Chica misteriosa.

No sé por qué, al verla, una sonrisa se forma en mi rostro velozmente y me quedo sentado observándola algunos segundos. Su cabello oscuro está tomado en una larga cola de caballo y sus pecas parecieran están más marcadas, si es que eso es posible. Además, ha reemplazo el pequeño short por una falda negra que deja al descubierto sus preciosas piernas; y como si no fuese suficiente lleva un top blanco que hace resaltar más aún su brillante piel.

La miro reír con sus amigas y noto casi al instante que de las tres, es mi favorita. Una de ellas, de cabello castaño y ojos oscuros habla muy fuerte, haciéndose sentir en todas partes; sin duda es la líder. Luego hay una adorable chica rubia de ojos verdes que no deja de sonreír y aunque pareciera ser muy amable, no es mi chica misteriosa. No, mi chica misteriosa tiene algo increíblemente atractivo, no físicamente, sino en su forma de desenvolverse, está siempre tensa, igual que en la playa; no se ve cómoda aquí y de cierta manera eso me gusta. Quizá porque yo tampoco me siento cómodo aquí, y esta es mi casa.

Si lo pienso demasiado jamás me acercaré así que me levanto de un salto y llego hasta ellas tan rápido que las sorprendo y todas me reciben sonrientes, todas salvo chica misteriosa. 

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora