LEXI VII

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-No me gusta-digo, sincera. Si quieren una amiga que les diga que todo lo que se ponen se les ve hermoso, esa no soy yo.

- ¿No? -pregunta Steph mirándose al espejo nuevamente. Niego con la cabeza. Refunfuña, en lo que es su mayor expresión de descontento y se desviste frente a mí sin ningún pudor, mis amigas son así; yo en cambio creo que nunca he alcanzado ese nivel de confianza, no aún. Se pone un vestido azul, que le queda precioso.

-Tampoco-digo, tan solo por molestarla. Me mira sorprendida, pero comprende que estoy bromeando y sonríe. Se deja caer a mi lado sobre la cama, boca arriba, tal como estoy yo.

-Tienes que soltarlo ya-me dice en lo que parece ser una orden. No necesita explicar, ambas sabemos que se refiere a Thomas.

-La reina de la superación-la miro sonriente para que sepa que no es un ataque. Se ríe a carcajadas antes de responderme.

-Soy intensa, ya lo sabes.

-No te preocupes si lo tengo clarísimo-bromeo.

-Ya verás cómo me llamará uno de estos días-dice confiada poniéndose de pie. Realmente espero que sí la llame, pero no estoy segura de que vaya a pasar así que prefiero quedarme callada. Solo una persona tan positiva y esperanzada como Steph podría creer que él va a llamarla después de decirle que ya no la quiere.

No puedo culparla tampoco. Sam y ella han estado juntos por casi un año, lo que es mucho tiempo; y cuando él le dijo que ya no la quiere, fue un golpe tan horrible para ella que se aferró a su clásica defensa: la esperanza. Aún no podemos entender qué es lo que salió tan mal. Un día la amaba con locura, y al siguiente simplemente la dejó; y justo cuando comenzaron las vacaciones lo que es una clara señal de que quería estar soltero para hacer quién sabe qué. Y aquí está mi amiga, fiel a alguien que ya no la quiere; responsabilidad afectiva se llama.

-Podrías conocer a alguien con ese vestido-le digo intentando subir su ánimo, aunque sigue sonriendo. Si alguien se merece una relación sana y buena, es Steph.

-O podría no conocer a nadie y aun verme guapa-me responde sin dejar de mirarse en el espejo nuevamente. Amo eso de ella, y me hace sonreír, nunca antes han sido dichas palabras tan sabias.

-Creo que eso me gusta todavía más-me pongo de pie y la abrazo. Por mucho que siempre se vea feliz, está luchando con la pena de la ruptura, todos los días y a veces necesita cariño. Yo no soy particularmente de piel, no me gusta estar abrazando ni ese tipo de cosas, pero vamos, Steph es como mi hermana, haría lo que fuese por ella.

- ¿Están listas? -Amara entra en la habitación, espectacular como siempre. Con una minifalda negra y un top rojo sangre. Nos ve abrazadas y entiende la situación al instante. –Vengan aquí, abrazo triple-dice lanzándose sobre nosotras para abrazarnos.

-Estamos listas-digo separándome primero, porque ya es suficiente contacto humano para mí.

-Okey-dice Amara, siempre a cargo de la situación. –Objetivos de esta noche: Pasarlo bien, no existen los hombres, solo nosotras.

-Acepto-señalo, no es muy difícil para mí, es como mi vida diaria, salvo la parte de pasarla bien, esa me cuesta más. Steph está de acuerdo y bajamos cuando llega nuestro taxi.

Admito que estoy un poco nerviosa. Hace 4 días me encontré con chico misterioso en la playa y desde entonces he estado un poco paranoica sintiendo que voy a encontrarlo a él y a Thomas en cualquier parte. Hasta ahora no ha sido así, pero tengo el leve presentimiento de que hoy los veré. No puedo explicar por qué, solo lo sé. Vamos a una fiesta muy popular, y conociendo a mi exnovio, debe estar allí.

Llegamos y luego de agradecer al taxista entramos a paso rápido. Es una discoteque pero al aire libre, lo que lo hace muchísimo más agradable que estar encerrada con miles de personas. Hay tantas personas como es esperable, pero el lugar es grande y podemos caminar sin ningún problema, esta sería la descripción perfecta de una fiesta agradable para mí. Nos acercamos a la barra y pedimos unos tragos mientras analizamos la situación.

No sé qué analizan mis amigas, pero yo, busco en todas partes a Thomas y al chico misterioso, estoy paranoica. Lamentablemente para mí veo a Rose tan solo a unos metros de allí y me giro para darle la espalda. No hay caso, la mala suerte me persigue.

- ¿Qué te pasa? -me pregunta Amara mientras pide nuestra segunda ronda de tragos. Si no me embriago, no sobreviviré a esta noche, traigan el alcohol.

-Está Rose-digo bajito, aunque es imposible que alguien me vaya a escuchar con la música tan alta. Amara me mira, pensativa, intentando adivinar de quien hablo y apenas hace click abre la boca sorprendida.

-Tu mejor amiga-me dice, irónica.

-Mi mejor amiga-me vuelvo a girar, pero ya no la veo. Aquello no me calma, porque ya sé perfectamente que están aquí y lo que menos quiero es encontrarlos. La verdad Rose parece una chica muy amable, y me ayudó en la playa, no quiero convertirme en la ex de su novio.

-Vamos a bailar y olvídate-dice Steph a mi lado. Termina su bebida con solo trago y me sorprende, pero la imito. ¿Qué podría salir mal?

Dos tragos más tarde, aunque nada ha salido mal aun y de hecho estoy pasándolo increíblemente bien, mis sentidos sé que no están tan alerta como deberían. Lo que quizá es un alivio, a veces odio mi personalidad. Tan oscura todo el tiempo, siempre sin disfrutar. Pero bajar la guardia siempre puede ser peligroso, sobre todo aquí.

Hemos bailado tanto que me duelen los pies, pero no sé si es el alcohol o que simplemente estoy disfrutando, pero no pienso dejar de bailar. Mis amigas se ven tan felices como yo, y río al verlas tan contentas. Hemos rechazado a todos los hombres que nos han sacado a bailar, respetando nuestro trato de hoy. Amara es la que más ha sufrido, lo veo en su cara, varias veces ha estado a punto de rendirse con algún hombre guapo, pero como la buena amiga que es, se ha mantenido fuerte. Debemos compensarle esto.

Steph se ve tan relajada, que me da felicidad tan solo mirarla. Su felicidad irradia felicidad y bailo con ella riendo y disfrutando.

Todo va tan bien que me reprocho el haber estado nerviosa antes. Quizá por eso siempre sufro, me predispongo a cosas malas en vez de atraer lo bueno, la diversión.

Siento una mano en mi cintura y me giro, lista para volver a rechazar como lo he hecho toda la noche; pero para mí sorpresa es chico misterioso. El solo verlo hace que el tacto de su mano cambie, pasa de ser algo incómodo para mí, a algo que quema.

Doy un par de pasos atrás poniendo distancia entre nosotros, mientras intento recuperar mis muros, pero el alcohol me impide levantarlos por completo, maldición. Por favor quita tu mano de mi cintura.

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora