LUCA XXXII

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-Luca ya levántate-dice Rose apoyada en el umbral de mi puerta observándome. Aunque no se atreve a entrar, porque respeta mi espacio, de a poco su cabeza ha ido cruzando el marco de la puerta para asegurarse de que estoy vivo, como un perro al cual le impiden entrar a la casa pero está probando sus límites.

-No gracias-me giro en mi cama, y tapo con mis sábanas hasta mi cabeza. Éste es uno de esos momentos en que desearía vivir solo. Desearía tanto que ella no estuviese aquí, y sólo tener silencio.

Escucho sus pequeños pasos entrar a mi habitación y me sorprendo, normalmente no osaría entrar en mi territorio, por lo que salgo de mi cueva solo para observar qué piensa hacer. Se acerca a paso seguro hacia mi ventana y abre las cortinas, dejando que entre la luz.

Me siento como un vampiro, la luz podría derretirme y vuelvo a taparme, lo que menos necesito ahora es luz. Me duelen los ojos, el cuerpo, respirar, vivir. -Rose...-intento alegar, pero me interrumpe.

-Ya está-dice. Aunque no puedo verla porque estoy completamente tapado, puedo asegurar que debe estar parada en alguna pose defensiva, puedo percibirlo en su voz. -Te he dejado aquí durante una semana, pero ya es más que suficiente.

-No tengo por qué levantar...-

-Estoy hablando- da miedo, así que me quedo callado por miedo a ser asesinado por un pequeño ser rubio. -Te vas a levantar, te ducharás e irás a tu entrevista de las 3.

-¿Cómo sabes que tengo una entrevista a las 3?-me destapo para observarla, molesto.

-He revisado tu correo-efectivamente está parada de brazos cruzados y me mira con total y completo orgullo; aunque ha violado mi privacidad metiéndose en mí correo electrónico, no tiene una gota de arrepentimiento. -Y antes de que alegues o lo que sea, no te iba a dejar seguir desperdiciando oportunidades.

-Rose...-intento ordenar un poco mi cabello, y con eso mis ideas. Vivir con Rose se parece muchísimo a como era vivir con mi hermana -...no entiendes...-

-Sí entiendo- está completamente decidida a no dejarme a hablar hoy y no pareciera dispuesta a abandonar mi habitación. -Entiendo. Lexi y tú terminaron, Thomas le hizo daño. Pero ya Luca- me mira suplicante. -¿Hasta cuándo estarás acostado ahí? ¿Es razón suficiente para no buscar trabajo?

La verdad, no tengo respuesta. Si fuese por mí me pasaría el resto de la vida tirado en esta cama, porque nada parece tener sentido ahora. Nada. No puedo sacar de mi cabeza la imagen de la muñeca morada de Lexi, no puedo. Por más que lo intente, por más que haya intentado convencerme de que no es mi culpa. Lo único que veo por las noches es su mano, y su cara de dolor; la furia con que entró a este departamento para mostrarme lo que yo había provocado. ¿Qué se suponía que hiciera? ¿Seguir con ella?

¿Cuando no puedo defenderla? ¿Cuándo una y otra vez la he dañado a lo largo de estos meses que hemos estado juntos? La única forma de protegerla, es alejarla de mí, así estará lejos de Thomas. Me ha costado muchísimo tiempo verlo, y me duele; pero mientras yo esté a su alrededor, Thomas tendrá excusas para molestarla.

-Rose, de verdad...-intentaré explicarle nuevamente que no pienso levantarme, porque es tan fuerte mi deseo de quedarme aquí, que lucharé por el.

-De verdad te lo digo Luca-afirma acercándose a mí, pero conservando la distancia. -No pienso dejar de molestarte hasta que al menos vayas a darte una ducha. Esta habitación no huele nada de bien.

Lamentablemente, eso hiere un poco mi ego, y me levanto de un salto pasando a su lado, sin mirarla. Una cosa es estar deprimido, otra muy diferente estar sucio; y eso definitivamente no me gusta. Aunque supongo que era algo esperable, no sé cuándo fue la última vez que me duché, y mi habitación es un completo desorden. Tengo ropa tirada por todos lados, junto con libros que intenté leer y abandoné en el camino, y bolsas de cosas que encontré en la cocina que podrían alimentarme sin necesidad de cocinar.

No se lo diré, pero sí agradezco un poco tenerla aquí. Me ha cocinado, se ha hecho cargo de la limpieza (al menos en lo que ha podido, porque entrar a esta habitación ya habría sido demasiado sacrificio para ella), y sí, me ha dejado estar acostado llorando durante más de una semana.

Estar lejos de Lexi duele; sobre todo porque me ha llamado miles de veces, pero no le he contestado. No contestarle ha requerido de toda mi fuerza de voluntad, y he estado en varias ocasiones apunto de ceder, desesperado por escuchar su voz, por sentirla cerca de mí.

No ha venido a buscarme, pero sé bien que es porque Rose le ha dicho que me dé un par de días, las he escuchado hablar por teléfono. Pero no necesito que Lexi aparezca aquí, porque no podré resistirme, querré volver a estar con ella, y entonces volveré a hacerle daño más temprano que tarde. Aunque no puedo negar que sí me encantaría verla aquí, saber que me quiere tanto como yo a ella; decirle que la amo, aunque no se lo he dicho antes, arreglar mis errores... Si es que tienen solución.

Mientras no la vea, y mientras no hable con ella por teléfono, podré resistir; solo debo tenerla lo más lejos que sea posible.  

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora