LEXI XIX

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Veo que está sopesando mis palabras, y vuelvo a sonreírle, intento convencerlo. No puedo dejar que se suba a un taxi en ese estado, las probabilidades de que lo asalten, estafen, son altísimas, casi no puede mantenerse en pie. No podré dormir hasta saber que ha llegado bien a su casa, no quiero que le pase nada.

Estira las llaves hacia mí, dubitativo, pero las tomo antes que pueda arrepentirse y camino segura al asiento del piloto; estoy por abrir la puerta cuando se apoya en ella mirándome, lo besaría ahora mismo. A la mierda Thomas, a la mierda si mi vida se convierte en una pesadilla, lo deseo demasiado.

-¿Cómo te irás luego?- parece preocupado.

-Tomaré un taxi-le aseguro. Está demasiado cerca y puedo sentir su perfume. La única razón por la cual no lo beso en este momento es que estoy demasiado sobria para saber que es una pésima idea besarlo cuando él está así de ebrio.

-No-sentencia negando con la cabeza. -Te iré a dejar.

Me parece adorable que no vea lo ebrio que está. -Luca no puedes manejar.

-Sí puedo, solo necesito un café- me asegura, intentando pararse más derecho mientras sigue apoyado en la puerta. Me hace sonreír, me gusta saber que se preocupa por mí.

-¿Quieres ponerme en riesgo?-le pregunto seria. Su cara se transforma excesivamente rápido y se despega de la puerta, dándome espacio para subir, no lo ha pensado siquiera un segundo.

-Nunca, pero por favor déjame pagarte el taxi- es casi una súplica, y sé perfectamente que no se quedará tranquilo hasta que le diga que sí.

-Bueno-asiento, y veo una pequeña sonrisa formarse en su rostro.

En realidad, le he mentido de forma grosera, su auto es demasiado lujoso para mí y se me acelera el corazón con solo pensar en hacerle daño, por lo que me subo y arreglo todos los espejos y me acomodo bien antes de encenderlo. Nunca jamás querría yo manejar este tipo de auto, ni ninguno en realidad, odio manejar. La peor idea de todas es manejar esto ahora, pero qué mierda iba a hacer. ¿Dejar que se fuese así?

-¿Estás bien?-me pregunta notando mi incomodidad.

-Sí-le miento. -Vamos.

Por suerte para mí, el camino está despejado y puedo relajarme un poco. Luca está casi dormido en su asiento y de vez en cuando me mira, sin decir absolutamente nada. No sé cómo he terminado metida en esta situación, pero en cuanto lo he visto irse tan rápidamente me he preguntado cómo se iba. Agradezco haber bajado con él, sino se habría ido manejando, y claramente no podía hacerlo. Mientras manejo y él duerme, lo miro de reojo. Su pelo y sus pestañas color castaño claro me nublan el pensamiento es cierto, pero ¿qué mierda puedo hacer? No he elegido quererlo tanto, solo ha sucedido.

-Luca-lo despierto. -Llegamos.

Abre los ojos lentamente, y le cuesta unos segundos darse cuenta dónde está, se pasa las manos por los ojos intentando tener un poco más de claridad. -Gracias-dice, serio, al darse cuenta de que lo he traído a su casa. Está un poco más sobrio que antes, y claramente le está doliendo el orgullo.

Asiento y me bajo del auto rápidamente, ya lo he traído, ahora debo irme de aquí lo más rápido que me sea posible. No puedo subir a su departamento, pase lo que pase.

-Lexi-dice cuando le entrego sus llaves. -¿Quieres un vaso de agua, o un café?- Su tono de voz es intencionalmente suave, estoy segura. Sabe lo que me está pidiendo, y sabe que es un riesgo para ambos.

Mi corazón se muere por decirle que sí, pero solo lo he traído por su seguridad. -No gracias-respondo, y veo como se transforma su cara en una profunda decepción. -Que descanses-sentencio y me alejo a paso rápido mientras llamo mi taxi. 

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora