LEXI IX

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La escucho atentamente mientras revuelvo mi cereal. Anoche nos dormimos con Amara y no pudimos conversar así que ahora queremos saberlo todo todo.

-Realmente me divertí. Era cariñoso, y sobre todo muy divertido-señala Steph quitándole la leche a Amara para ponerla sobre sus cereales. –Me sentí tan bien...-

-No sabes cuánto me alegro-dice Amara leyendo mis pensamientos. Asiento fuertemente con la cabeza, porque estoy masticando. - ¿Saldrán otra vez?

-Me invitó hoy a una fiesta con sus amigos, en su departamento. ¿Quieren ir chicas?

Por favor, la pregunta obvia. Claro que no quiero ir. –Por supuesto- Qué más voy a hacer o decir, está contenta, conoció a alguien, no puedo arruinar este momento.

-Sé que es nuestra última noche, así que, si quieren hacer algo distinto, por supuesto lo entiendo- Esa es Steph, incapaz de exigir lo que quiere. Exactamente la razón por la cual se merece cualquier cosa que sueñe.

-Claro que no-dice Amara. –La última noche, es noche de fiesta y obviamente iremos contigo.

Yo asiento, dándole la razón. Si fuese por mí, me quedaría aquí, pero mis amigas son las mejores amigas del mundo y yo iría al final del mundo por ellas. Amo que Steph esté feliz, luego de difíciles semanas, y amo que tenga ganas de conocer a alguien más. Asíque si hay que salir, entonces salimos; no se diga más.

El resto del día pasa lento, quizá demasiado. Ninguna tiene ganas de bajar a la playa, así que bajo sola, porque no pienso perderme mi último día de mar, pero no es tan divertido estar allí sin ellas, así que luego de bañarme un par de veces regreso al departamento, teniendo la suficiente soledad para ya echarlas de menos. Voy a extrañar estar con ellas todos los días, su alegría, la forma en que iluminan mi vida, su eterna compañía.

Las encuentro comiendo chocolates tiradas sobre el sillón mientras conversan sobre lo que harán cuando volvamos a la ciudad. Le quito un pedazo de chocolate a Steph y me siento junto a ellas. Estos son lejos mi momentos favoritos con ellas, los triviales.

-Estoy cansada de buscar trabajo, nunca encuentro nada. Siempre es lo mismo, me rechazan una y otra vez-comenta Amara. Desde que terminó la Universidad le ha sido imposible encontrar trabajo y es algo que la frustra muchísimo. Amara es diseñadora gráfica y aunque es increíblemente talentosa y salió con las mejores notas de su generación, todavía no encuentra nada. No es su culpa, es el mundo laboral, está difícil sin importar el curriculum que tengas.

-Paciencia-le digo yo. –Ya saldrá algo. –La verdad es el consejo que le di todo el último año, porque no sé cómo más ayudarla. Si conociera a alguien que pudiese darle trabajo se lo pediría rápidamente, pero no es el caso.

-Seguro que sí Ami-responde Steph sonriente. Steph tiene un pequeño, pero prospero emprendimiento de joyas, que hace ella misma, y le ha ido muy bien.

-No lo sé, pronto mis padres me echarán de casa si sigo sin generar un peso-se queja divertida. - ¿Quién de ustedes me va a recibir?

-Yo no-respondo rápido. –Soy una pobre profesora recién egresada que con suerte puede mantenerse a sí misma, no puedo adoptar ni a un gato- Estoy exagerando levemente, y ella sabe que bromeo, podríamos arreglarnosla entre las dos, estoy segura.

-Oye, pero yo puedo limpiar y cocinar, puedo fingir tener 7 años y que practiques tus clases conmigo.

Las tres nos reímos. No me importaría recibir a Amara, ni a Steph, ni a ninguno de mis amigos. Soy solitaria, sí. Soy introvertida también, pero mi casa es la casa de mi gente. Eso es algo que aprendí por mis padres; mi casa siempre estuvo llena de gente, sus amigos, mis amigos, la familia.

Y cuando decidí irme a vivir sola; gracias a un increíble subsidio de mi padre, me costó acostumbrarme a eso. Llegar a casa y comer sola. Estar triste y no tener con quien conversar. La dualidad de mi personalidad. Siempre en busca de la soledad y al mismo tiempo tan necesitada de estar rodeada de gente.

-Lo voy a pensar-le digo sonriendo, aunque la aceptaría ahora mismo si lo necesitase.

- ¿Qué hago chicas? -pregunta Steph de pronto. La miramos en silencio, esperando que se explique. –Me siento culpable saliendo con alguien.

-Oh no querida-dice Amara saltando del sillón y poniéndose de pie. –No te hagas eso. ¿Quieres saber en dónde anda Sam? -la miro rogándole que se controle, pero es Amara. –En la cama de cualquier chica de por ahí.

Steph se sorprende y se sienta a mi lado, molesta. –Sam no es así-dice, saliendo a su defensa. Por supuesto que Sam es así. Si no por qué otro motivo la habría dejado justo cuando comienzan las vacaciones...

-Los hombres son así.

-No tienes idea de lo que hablas Amara-conozco a mis amigas lo suficiente para saber que esta conversación puede terminar de dos maneras: peleadas, o con Steph llorando; quizá ambas opciones y ninguna me parece apropiada para nuestro último día.

-Calma-digo mirándolas. –No se peleen- Pese a que pareciera que las que tienen más posibilidades de pelearse somos Amara y yo, son justamente Amara y Steph. Es difícil que yo vaya a entrar en alguna confrontación con ellas, prefiero ceder o quedarme callada; pero mis amigas no, no se guardan sus sentimientos, ni se andan con rodeos. Cada una, en su estilo particular, se preocupa de que siempre sepan lo que piensa, por lo que suelen discutir de vez en cuando.

-Yo no quiero pelear, estoy diciendo lo que es verdad-señala Amara, que por supuesto no tiene idea de cuándo debe parar. El filtro, y la delicadeza son cosas bastante ajenas a ella, y probablemente uno de sus peores defectos. Confunde la honestidad con la brutalidad muchas veces. Se lo he intentado explicar, pero todos tenemos defectos.

- ¿La verdad? -grita Steph. Ver gritar a Steph es difícil, pero no imposible. Y sí que da miedo. –Esa será la verdad para ti, porque siempre sales con chicos putos.

Y bueno, quiero dejar constancia de que yo intenté frenar esta conversación, pero si Steph dice un garabato, es porque estamos en problemas. La cara de Amara se desfigura tan rápido que no alcanzo a prever cuál será su reacción. Acto seguido, completamente sulfurada, tira el paquete de chocolate al suelo y sale rauda a encerrarse en su habitación. Podría haber sido peor, podría habérselo tirado en la cara, podrían haber terminado agarradas del pelo o rompiéndose las ropas.

Yo suspiro porque definitivamente no pienso ponerme del lado de ninguna, eso solo podría salir mal para mí. Pero no es necesario que lo haga, Steph ya sabe que se ha pasado de la raya, y antes de que yo pueda sugerirlo se ha puesto de pie y camina en dirección a la habitación de Amara. No la sigo, porque tienen que solucionar las cosas solas, y porque no me necesitan tampoco. Somos tres, siempre hemos sido tres, pero los problemas los arreglamos entre las involucradas. Si las tres nos hemos peleado, las tres lo arreglamos, si solo han peleado dos, ellas lo arreglan. Agarro el chocolate del suelo y le doy un mordisco dejándome caer nuevamente sobre el sillón, esperando que pase la tormenta.  

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora