LEXI XI

38 10 25
                                    

Deberían darme un premio por la mejor forma de arruinar la noche en un solo paso. Realmente soy torpe, no solo he quebrado el vaso, sino que además me he cortado la rodilla frente a él, en la casa de su amigo, que por cierto es el nuevo interés romántico de mi amiga. ¿Qué tan patética debo parecerle en este momento?

Un joven doctor está terminando de ponerme puntos, solo he necesitado unos pocos, y me mira sumamente divertido. Tengo ganas de decirle que nada de esto es chistoso, pero qué gano. Seguro le debe parecer divertido el hecho de que mi maquillaje, que debo comentar estaba perfecto hoy, parece el de un payaso al que acaban de despedir de su circo de mala muerte.

-Debes limpiarte la herida todos los días ¿vale?-me dice cuando termina su trabajo y mira su obra maestra. –Creo que sólo te quedará una pequeña cicatriz, no te preocupes.

Soy la reina de las cicatrices, así que en realidad no es una gran preocupación para mí. Más me preocupa dónde dejé mi dignidad esta noche. Asiento para que sepa que he entendido cuáles son sus indicaciones, aunque no he puesto mucha atención porque sé igualmente me las darán por escrito, y una parte de mí no quiere salir de aquí, porque no quiero volver a ver a Luca.

Me llevan en silla de ruedas de regreso a la sala de espera, aunque he dicho miles de veces que no es necesario, pero aparentemente es "protocolo". Lo único que me faltaba era esto, aparecer en silla de ruedas, como si hubiese tenido un accidente gravísimo y estuviese a punto de perder la pierna. Bueno, al menos eso debe haber matado todos los buenos pensamientos que Luca tuviese respecto de mí. Solo me conoce hace unos días y ya ha tenido que limpiar, literalmente, mis desastres.

Mis amigas y Luca me esperan y me ayudan a poner de pie agradeciendo a la enfermera. –Ya hemos pagado, está todo listo-dice Amara sonriéndome. Miro mi reloj, aún es muy temprano y ya les he arruinado su última noche, sobre todo a Steph, que se veía tan contenta con Esteban. Esteban de hecho me ha gustado muchísimo, y lo que menos quiero es que Steph desperdicie su tiempo con él estando en la urgencia porque he decidido activar mi modo destructor de vasos.

-Vuelvan a la fiesta chicas-les digo cuando salimos del hospital. –Es muy temprano y yo estoy bien, es solo una herida, me acostaré a ver una película y estaré bien.

-Por supuesto que no-dice Steph velozmente. –Vamos contigo- Tampoco puedo culparla, he llorado tanto que pareciera que esto fuese realmente importante.

-No, por favor-les suplico. –No quiero sentirme más culpable todavía.

-Lexi, iremos contigo-sentencia Amara.

-Yo puedo llevarla a su casa-dice Luca que hasta este momento se ha mantenido completamente callado. La actitud de mis amigas cambia radicalmente y se miran, cómplices; esto no es buena idea.

-Bueno-accede Steph, demasiado rápido, casi como si hubiese estado esperando que Luca se ofreciera a llevarme, no lo habrán planeado en todo este rato ¿o sí?. Creo que tiene más ganas de dejarme con él que de regresar con Esteban. –Pero regresaremos temprano.

-No sean tontas, tómense todo el tiempo que quieran-las reprendo. Ambas me abrazan y esperamos a que llegue su taxi antes de irnos. Luca, caballero, me ayuda a subir al auto porque aún me duele mucho y eso que tengo anestesiada la zona. Ya no puedo sufrir más de vergüenza.

Cuando estacionamos en el departamento, me ayuda a bajar, y antes de que yo pueda despedirme se mete al ascensor conmigo. Sí admito que despedirlo ahí era un movimiento levemente maleducado pero no tengo intención de prolongar mi agonía, quiero esconder la cabeza bajo tierra hasta nuevo aviso. –No necesito niñero-le digo, sonriendo, para que vea que no estoy siendo una malagradecida con él.

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora