LUCA XV

18 6 9
                                    

No espera que efectivamente me quede callado todo este tiempo, ¿o si? Al mirarla no veo una pisca de broma en sus ojos, por lo que giro mi cabeza hacia la ventana, obviando que está tan solo a centímetros de mí y desde que escuché a Thomas insultarla lo único que he querido es besarla.

La miro de reojo y creo ver una pequeña y sutil sonrisa cruzando sus perfectos labios que lleva pintados en un perfecto color rosa. No, definitivamente no aguantaré el silencio todo este tiempo.

-Lexi...-intento decir, pero me calla con una mirada tan fría que penetra hasta la última de mis células. Puede ser bastante intimidante cuando quiere. Realmente deseo conversar con ella, y ahora tengo miedo de que vaya a lanzarme de su auto hacia abajo así que opto por quedarme efectivamente callado durante los 15 minutos que dura nuestro trayecto, lo que me da tiempo para intentar descifrar lo que diré. He tenido una semana y aún no he sido capaz de organizar mi cabeza. Pienso en un discurso, pero lo olvido una y otra vez, no tengo idea lo que voy a decir, porque no sé qué es lo que quiero decir.

Cuando paramos en el café, se baja sin siquiera decirme media palabra, y supongo debo seguirla por lo que corro tras ella para sujetarle la puerta y que pueda pasar.

-Puedo abrir la puerta sola-me ladra, sin mirarme. Retrocedo un par de pasos, dándole espacio mientras en mi cabeza comienzo a ver que está mucho más enojada y molesta de lo que esperaba. Obviamente no es su culpa, ella no tiene por qué no estar enojada, pero da miedo.

-Un capuchino por favor-le pide al cajero, con una hermosa sonrisa. Sonrisa que no me ha dado a mí; si el cajero supiese cuánto lo odio en este preciso instante. Se gira hacia mí, en lo que me imagino es una señal para que pida algo por lo que, sin pensar mucho, pues la verdad no creo que sea el momento para preguntar por cada cosa que tengan en la carta, pido lo mismo que ha pedido ella.

De forma casi involuntaria llevo mi mano derecha hacia mi billetera, pues quiero pagar, pero Lexi ve mis intenciones incluso antes que yo, y me fulmina con la mirada, obligándome a quitar mi mano de forma rápida. No estoy haciendo nada bien hoy.

-Gracias-le digo cuando entregan nuestro café. Tampoco consigo una sonrisa. Maldición, quizá podría comenzar con alguna clase de chiste, pero no se me ocurre ninguno.

La sigo hasta que toma asiento en una pequeña mesa aislada, y me siento frente a ella, intentando buscar su mirada. No sé qué me hace creer que no me la devolverá, pues lo que hace es justamente mirarme fijamente a los ojos, haciendo flaquear toda mi seguridad y obligándome a desviar mi vista hacia la mesa.

Que linda mesa.

-¿Qué quieres hablar? -pregunta y luego se lleva el café a los labios, sin dejar de observarme. Juro que en la vida normal no soy así de débil, pero por algún motivo verla tan molesta, o indiferente, me duele y me despoja de mi clásica seguridad en mí mismo. Nunca antes me ha mirado a los ojos tanto tiempo seguido, y está haciendo estragos en mí. No me siento como el hombre de 27 años que soy, me siento como un niño asustado.

-Lamento lo que sucedió-le digo, porque se bien que es la mejor forma de partir, en vez de intentar dar estúpidas excusas que jamás me creerá.

No responde, sino que asiente con su cabeza lentamente, mirando su café. Hasta el café es más interesante que yo.

-De verdad Lexi-reafirmo. -La situación se salió de control, y lo lamento.

-¿Tú crees?

Su tono de voz es tan... apático. Tan distinto a todo lo que Lexi es, luz, complejidad, matices. Me cuesta comunicarme con ella de esta forma pues no sé qué es lo que busca, o quiere o espera de mí. Nunca antes la he visto así, y es aterrador. Tiene todo el poder de esta situación y yo estoy completamente desprotegido. Ni siquiera la Lexi que conocí al principio era así, esa era una Lexi que manifestaba su desprecio por mi, porque no nos conocíamos; pero ésta... ésta simplemente como actúa como si jamás nos hubiésemos conocido.

-¿Qué es lo que tanto te molesta? -pregunto directo; realmente estoy perdido en este momento, y quizá ha sido mi culpa creer que me perdonaría tan rápidamente pero tan solo ha sido una pelea, no es tanto... 

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora