LUCA XXII

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No veo a Lexi una vez que han apagado las luces, y necesito verla, porque sé que Thomas ha aparecido y ha tomado asiento nada más y nada menos que al lado de mi padre, como su mano derecha.

Intento buscarla, pero no veo nada, y las modelos entorpecen mi capacidad de encontrarla. Sé que estoy en la primera fila, y que, por lo tanto, hay mucha atención sobre mí, por lo que intento disimular.

Me estoy poniendo un poco nervioso, aunque intento pasar desapercibido. Pero comienzo a mover mi pierna compulsivamente, y mi madre que está sentada a mi lado, lo nota rápidamente. Posa su mano, delicada sobre mi rodilla, deteniendo mi pierna. Me conoce muy bien.

Siento que mi teléfono vibra en mi bolsillo, lo saco rápidamente y veo el mensaje de Esteban: "Se fue"

Mierda. Mierda, mierda, mierda, mierda. Mi pierna comienza a moverse aún con la mano de mi madre encima, y ella me mira intentando entender. Le muestro el mensaje de Esteban, y con un solo gesto me indica que puedo salir.

Me levanto, e intento caminar lo más calmado posible, para no llamar la atención; pero para cuando llego cerca de la puerta estoy corriendo, y es muy probable que más de alguno se haya dado cuenta. Al llegar al salón la busco por todos lados, pero no la veo. Intento llamarla, pero no contesta.

Tengo mi corazón completamente desbocado, y siento que en este momento podría matar a Thomas y a mi padre. A ambos por igual. Podría matarlos de la forma más dolorosa que se me ocurriese, por siempre estarme jodiendo la vida.

-Hey-Esteban aparece a mi lado tocándome el hombro. -El baño-me señala con la mano.

Corro hacia allá, y aunque es el baño de mujeres, entro. Me da igual quien esté adentro, si Lexi está allí, entraré a buscarla.

Cuando veo a Steph puedo respirar un poco más tranquilo, y luego veo a Lexi sentada en el suelo, con la cabeza entre las piernas. Solo entonces noto, que se ha pintado las uñas de los pies y las manos, y aunque parezca algo tonto, sé que lo ha hecho para venir aquí. Para conocer a mi familia, para estar a la altura, y todo se ha ido a la mierda, otra vez.

Me acerco a ella, cuidadoso, pero Steph me detiene. -Vete-me dice seria.

Si fuese Amara, no me sorprendería. Pero viniendo de Steph, me toma por sorpresa y me quedo quieto mirándola, un poco asustado. -Que te vayas-me repite, seria.

-Lexi...-intento decir, pero su amiga vuelve a bloquearme, y no me deja acercarme a ella. Necesito hablar con ella, al menos necesito explicarle que yo no sabía nada hasta hoy.

-No lo voy a repetir-me amenaza. Su cara, normalmente angelical y dulce, me mira con la dureza de un diamante. -Ándate de aquí Luca.

Lexi no ha levantado la mirada un solo segundo, y me estoy comenzando a preocupar. -Déjame hablar con ella-le pido, casi le suplico. Como si ella tuviese todo el poder para decidir quién puede o no hablar con Lexi. Pero si debo humillarme y rogarle, lo haré.

-¿Eres imbécil?-me grita. -Que te vayas.

Esteban entra al escuchar a Steph gritar y me agarra por el hombro. -Luca, vamos-dice bajito.

Me suelto de él e intento nuevamente acercarme a Lexi, que no ha dicho una sola palabra, y tengo dudas sobre si está viva o no. Al menos necesito saber si está bien, si necesita algo. -Lexi, escúchame, yo no tenía idea...

No logro terminar mi frase, porque Steph me revienta la cara de una cachetada. Me quedo totalmente anonadado, y llevo instintivamente mi mano hacia mi cara. Solo entonces Lexi levanta la cabeza y cuando me mira lo veo, he perdido mi última oportunidad. Sus ojos me queman, no hay una gota de aprecio en ellos, no hay pena, no hay rabia; nada. Indiferencia total. Me ha vuelto a sacar, y me mira como si no me conociera.

No puedo ni sentir el dolor de la cachetada de Steph, porque el dolor que tengo es muchísimo más fuerte. Cree que le he ocultado que trabajo con él, que siempre estará cerca nuestro. Cree que la he traicionado.

-Última vez, ándate-me repite su cuidadora. Y ahora sé bien que está dispuesta a hacer lo que sea con tal que me aleje de su amiga. Retrocedo, no porque ella me lo haya ordenado, sino porque he visto que Lexi no me quiere allí, que me odia. Y si hay algo que no quiero, es hacerla enojar más. Si necesita espacio, se lo daré. Si me odia, está bien.

Pero el odio que yo tengo es mucho mayor. Salgo del baño a paso rápido, mientras me quito la estúpida corbata que tengo puesta, no me deja respirar y en realidad siempre consideré que era una mierda de corbata. Esteban corre tras de mí, en un inútil intento de detenerme, pues sabe perfectamente lo que estoy pensando. Pero soy muchísimo más rápido que él. Abro las puertas y entro a paso rápido, pero sin correr, asegurándome de que todo el mundo vea que acabo de regresar, camino por la pasarela, haciéndome notar intencionalmente, porque éste es un escándalo que espero todos vean, estoy a punto de darles un excelente show, justo por lo que vinieron. Cuando paso junto a mi madre, veo su mirada suplicante, e intenta alcanzar mi mano; pero sabe bien que no tiene ningún sentido, nada puede pararme.

Cuando llego donde mi padre y Thomas ambos se ponen de pie, sabiendo que estoy completamente descontrolado.

-Luca...-intenta decir Thomas, mientras sube los brazos, haciéndose la víctima, como si no tuviese la culpa de nada. Como si no tuviese la maldita culpa de todo.

Pero ya no estoy pensando y cuando agarro a mi padre del cuello de la camisa y le estampo mi puño en la nariz, siento la mayor satisfacción de mi vida.  

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora