LUCA III

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Toco la puerta una sola vez y luego entro cual torbellino directo a abrir las cortinas de la habitación, no tengo paciencia para jugar al delicado hoy.

- ¿Qué mierda Luca? -me pregunta tapándose con las sábanas hasta la cabeza. - ¿Qué hora es?

-Hora de que hablemos-digo sentándome en el pequeño sillón que está cerca de la cama. Miro mi reloj, son las 10.23 y seguramente Thomas ha dormido tan solo un par de horas, pero yo también y es momento de solucionar esto. No me interesa su estado alcohólico y mucho menos si él cree que es hora de dormir. Si yo no puedo dormir en mi propia casa, menos podrá él.

- ¿Qué quieres? -dice sentándose en la cama, molesto, como si no fuese él quien ha arruinado todo. La única razón por la que no lo echo de mi casa al ver su cara de molestia es porque a Rose no pienso echarla, y definitivamente no me quedaré solo con ella, esto no es lo que tenía planeado para mis vacaciones.

-Saber qué mierda te pasa con Rose-le digo calmadamente, aunque no estoy para nada calmado, pero intento comportarme como un buen amigo, intento. Luego de que Rose se cambiara de ropa, vomitó por todas partes, tuve que cambiarla de ropa yo, lavarla y acostarla mientras lloraba una y otra vez. No me molesta cuidarla, no me molesta acompañarla, ¿pero bañarla? ¿A la novia de mi amigo? Sí, me molesta. ¿Limpiar su vomito? Por dónde comienzo...

-Es muy melodramática, no sé qué le pasa-me dice volviendo a acostarse, compadezco a Rose. Está claro que con este ser hay muy bajas posibilidades de poder conversar.

-No solo metiste quién sabe cuánta cantidad de gente en mi casa, sino que además la dejaste botada toda la noche, lo que significa que yo tuve que hacerme cargo, e incluso limpiar su vomito- le lanzo, sintiendo como se desvanece mi esfuerzo por ser un buen amigo.

-Le he dicho que no tome tanto-está acomodándose, listo para volver a dormir, cosa que no puedo permitir. Admiro un poco a este tipo de gente, simplemente no le interesa nada. Vive totalmente despreocupado, que bien se debe sentir.

Me levanto, molesto y vuelvo a destaparlo. –No sé qué problema tienes, pero si dejas a tu novia botada toda la noche sí puedo decirte algo: no la quieres. Si no la quieres ya déjala y no la hagas sufrir más.

-¿Te gusta Rose? ¿De eso se trata?-me pregunta volviendo a incorporarse. En este momento estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano por no partirle la cara. Thomas siempre sale con esta clase de estupideces y ya me estoy cansando. Es increíblemente talentoso para encontrar formas de que los demás siempre tengan la culpa, es un gran actor, un manipulador experto. Por supuesto que no me gusta Rose, pero sin duda no entiendo como una gran chica como ella, terminó con un idiota como él.

-Soluciónalo hoy-le grito antes de salir dando un portazo para asegurarme de que le cueste volver a dormirse. Me voy porque si no lo hago, es probable que termine golpeándolo y no es la forma en que quiero comenzar mi día. No pienso responderle a su ataque gratuito de que me gusta Rose, porque no pienso caer tan bajo para enganchar con sus pendejadas. Bajo la escalera lentamente, porque no quiero enfrentarme al desastre que hay. Cuando llego al primer piso, suspiro, derrotado.

No tiene ningún sentido quejarme en este punto, ya que absolutamente todo es un desastre y no hay forma de que yo pueda limpiar esto solo. Le envío un mensaje a mi madre pidiendo que por favor mande al servicio de limpieza y no haga preguntas. Por suerte para mí, mi madre no es precisamente entrometida, y mientras yo esté bien, lo que haga o no es indiferente para ella.

Intento buscar una taza limpia en la cocina, que parece un campo de batalla. Absolutamente todo está sucio, hay vasos quebrados, líquidos sospechosos sobre el mesón y el suelo; y un olor que me hace sospechar seguramente alguien vomitó aquí. No hay más fiestas, eso es seguro, nunca más. No encontraré nada limpio y en realidad, ya no tengo muchas ganas de usar nada que se encuentre en esta cocina así que agarro las llaves del auto y parto al café más cercano, con la esperanza de una taza de café que no huela a dios sabe qué.

Cuando llego allí, pienso en comprar algo para Rose y Thomas pero en realidad no pienso volver allí durante varias horas, y si Thomas es un ser humano decente se preocupará al menos de alimentarla, creo. Debo darles espacio para solucionar sus problemas, o terminar. Y tampoco quiero volver hasta que todo esté nuevamente reluciente, como debiese ser. El solo recuerdo del desastre que hay me pone de un humor muy malo, y no soy por regla general una persona malhumorada.

Estoy esperando que me entreguen mi café, sintiéndome un poco mejor solo con ver orden y limpieza, cuando escucho su voz, y me vuelvo automáticamente para verla entrar a la cafetería acompañada de un chico. Aquello me molesta y la observo reír junto a él hasta que llegan a la caja.

-Un americano frío y un capuchino para la señorita-dice él, encantador. ¿Por qué pide por ella? ¿Acaso no tiene ella voz? ¿Qué es eso de "para la señorita"? Odio a este tipo de hombres.

-Hola-dice ella entonces llamando mi atención. Me giro para mirarla, y automáticamente mi actitud cambia. Su sonrisa, cosa que ayer casi no existía, me devuelve el buen humor que no he tenido desde que la vi. Además, debemos reconocer que ha sido ella quien me ha saludado, y eso me otorga varios puntos más para mejorar mi día.

-Hola sirena-digo sin pensarlo mucho, porque así soy, y al ver la mirada fulminante del chico moreno que la acompaña me arrepiento de no haberlo procesado un poco más. No me gusta ser el hombre que coquetea con la novia de alguien más, simplemente se me ha escapado, y no he dormido casi nada, me merezco poder equivocarme un poco. Dios, me merezco mi taza de café lo antes posible.

- ¿Sirena? -le pregunta él, sin dejar de mirarme, acercándose a su oído; en un claro intento de marcar su territorio. Yo tampoco le quito la mirada, ya que no he hecho nada malo, si quisiera hacerlo definitivamente no sería frente a él.

-Son solo tonterías-asegura ella sonriente. Me molesta que llame una tontería al sobrenombre que he puesto para ella, pero en su defensa, no nos conocemos. Hoy lleva su cabello en un desordenado tomate sobre la cabeza y tenida deportiva, lo que la hace ver más atractiva aún. - ¿Cómo terminó tu noche? -me pregunta mientras se unen a mí, esperando sus bebidas.

-Tan bien, que estoy aquí porque no hay ninguna taza limpia-le respondo sonriente, siempre bajo la atenta mirada del chico junto a ella, más que un novio parece alguna clase de cuidador.

-Lo lamento-me dice dulce. Yo más lamento no haber podido hablar más con ella, pero bueno. - ¿Está Rose bien?

-Lo estará- Supongo.

Nos miramos en silencio unos segundos, que se me hacen eternos, porque quiero decir muchas cosas y en realidad tengo un poco de miedo de su guardaespaldas, y estoy por abrir la boca cuando me llaman para entregar mi café. Lo agarro, lamentándome que el servicio sea tan eficiente pero definitivamente su acompañante no se ve feliz de que yo siga aquí y tampoco estoy en mi mejor momento.

-Adiós-le digo sonriente. Ella no me sonríe, pero asiente con la cabeza. Cuando salgo de la cafetería me giro para verla a través de la ventana; y ahí está, riendo con ese chico.  

EL SOL EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora