CAPÍTULO 2

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Él no lo podía creer.

Esa mujer estaba totalmente excitada y él también se sentía igual, como si compartieran una química inigualable que los hacía aferrarse al otro... Keelan sentía que su cuerpo entero vibraba por ella.

Ella rompió el beso al quedarse sin aire y Keelan aprovechó el momento para observar su rostro.

Ella estaba muy sonrojada y lucía avergonzada, de alguna extraña y tierna forma que lo impactó.

Jamás había considerado a una mujer tierna o bella.

—¡Joder, eres muy guapo!—dijo ella y se le escapó un hipo. Rápidamente se cubrió la boca y lo miró con los ojos como platos.—¡Lo siento!— exclamó avergonzada. Anastasia no sabía qué estaba sucediendo con ella, se sentía impulsiva y con temperatura.

A Keelan le causó gracia su actitud y levantó la cabeza, lanzando una risotada.

—¿Tienes el filtro dañado, eh?—preguntó él con coquetería.

Ella asintió, de nuevo muy sonrojada y él la volvió a besar, pues era de los que preferían pedir perdón que permiso.

Ambos se olvidaron de dónde estaban y por qué estaban allí con ese beso. Lo único de lo que eran conscientes era de sus cuerpos vibrando. Keelan se sentía maravillado con la forma en la que ella respondía, sin límites y con una entrega que él jamás había visto en ninguna mujer. Como si estuviera decidida a disfrutar cada segundo del beso.

Sin pensarlo mucho, la tomó de la mano y la llevó a un lugar en el que pudieran estar solos.

Elora justo llegó a la pista en el momento en que Keelan y Anastasia se besaban.

Al principio se preocupó y pensó en alejarlos, pero cuando vio cómo su hermana tomaba a Keelan por el cuello y le regresaba el beso, se le ocurrió el plan perfecto para salvarse de ese matrimonio obligado.

Cicero Vasileiou sonrío para sus adentros al ver a la chica apretarse contra el cuerpo de su primo.

Era muy obvio que Keelan no la iba a dejar escapar sin darle una probada y eso era perfecto para él.

Necesitaba documentar los peores actos de su primo para usarlos en su contra.

Iba a encargarse de afectar al nietecito favorito de su abuelo de cualquier forma.

—¿Tomaste las fotos?—le preguntó a un chico que venía cojeando hasta donde se encontraba tomando su bebida.

—Sí, tengo suficientes fotos como para hundirlo.—respondió el chico.

Cicero sonrió abiertamente, expresando su alegría.

—Necesito que los sigas... Debes conseguir fotos aún más comprometedoras. Que no queden dudas que Keelan Vasileiou le fue infiel a su novia unos días antes de su boda.—dijo sonriendo, para luego tomar un trago de su bebida.

Al día siguiente, los amantes unidos por el destino, amanecieron abrazados y Keelan casi se cae de la cama de un salto, al ver el techo que veía cada mañana al despertar.

¿Cómo demonios habían llegado a su departamento?

A su lado, Anastasia estaba totalmente dormida. De vez en cuando soltaba un resoplido que movía sus mechones más cortos y Keelan no pudo evitar quedarse hipnotizado ante esa imagen.

Era muy bonita, y acercándose un poco más, notó que no usaba maquillaje. Tenía la piel dorada pero pálida, como si no fuera tocada mucho por el sol.

¿De dónde había salido esa chica?

¡Jamás se había acostado con una mujer que no estuviera maquillada... o tuviera pestañas reales!, pensó al verificar que las pestañas largas y curvadas eran naturales.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora