Casi dos días después despertaron abrazados y Keelan suspiró al ver como su esposa dormía plácidamente sobre su brazo.
Le acarició suavemente el rostro y Anastasia se movió, recostándose encima de su pecho.
Ese gesto de parte de ella, mientras dormía, le enternecía el corazón a Keelan; pues para él, todo ese tipo de gestos de parte de Anastasia, significaban que confiaba en él y lo hacían sentirse culpable, porque a pesar de que él no tenía la culpa en realidad; estaba siendo parte del grupo de personas que le ocultaba secretos.
No se sentía bien con eso porque a él no le hubiese gustado que ella le ocultara secretos.
Pero ¿qué podía hacer él?
Lo único que le importaba era protegerla.
Salió de la cama con cuidado, cubrió a su esposa con la manta para que no tuviera frío.
Verificó que el seguro de la puerta un estuviera activado (tal y como lo había dejado la noche anterior).
Tenía ya varios días haciendo lo mismo y realmente sentía que su paranoia había tomado el control, pues bloqueaba la puerta cada noche y ni siquiera se daba cuenta de que lo había hecho.
La que se dio cuenta fue Anastasia y él solamente le dijo que no le gustaría que los trabajadores entraran y la encontraran en poca ropa mientras dormía.
Ella no apareció comerse mucho la historia, pero no dijo nada ni discutió.
Ya no sabía qué hacer para ocultarle eso a Anastasia por más tiempo.
Suspiró y se dirigió al baño a asearse.
Media hora después salió del baño sintiéndose listo para lo que le deparara el día.
Aún con la toalla colgando alrededor de las caderas, se acercó a la cama en la que vio como su esposa se retorcía despertándose.
—Amor... —la saludo inclinándose y dándole unos besos en el rostro.
Se le daba muy bien ser cariñoso con Anastasia, era algo natural que jamás había sentido.
Le encantaba expresar cómo se sentía con ella y lo hacía sentir que cada vez el amor crecía más y más.
Anastasia sonrió, recibiendo las muestras de afecto.
Keelan sonrió y bajó sus manos por el cuerpo de su esposa hasta quitarle la manta de encima y acariciar su vientre.
—Me muero por verte con la pancita redonda por nuestro bebé. —pensó en voz alta y Anastasia río enternecida al tiempo que se colgó del cuello de su esposo y lo besó de un segundo a otro.
Keelan le regresó el beso con hambre, como siempre, y de pronto sintió como Anastasia deshacía desnudo de la toalla.
El aire frío acarició su piel, pero rápidamente Ana se apoderó de su miembro con obvias intenciones sexuales.
Keelan rompió el beso, casi sin aliento.
—No, no, no, no, ¡No! —dijo rápidamente como disco rayado y retiró la mano traviesa de ella.
Anastasia gimoteó, quejándose como una niña malcriada y haciendo que su esposo riera divertido.
—No vamos a hacer eso porque no hay tiempo. Tenemos planes para hoy... Quizá cuando regresemos, si te portas bien, jugamos un poco a lo que jugamos anoche. —ofreció él y Anastasia lo miró con cara de pocos amigos.
—Ya te dije que es cuando yo quiero, no cuando tú dices. —refunfuñó estirándose sobre el colchón como una gatita remolona.
Su esposo sintió cómo se le hacía agua la boca cuando ella se arqueó, dándole una preciosa vista de su cuerpo contorsionándose como hacia cuando estaba a punto de llegar.
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ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)
RomanceAna nunca ha sido el primer lugar... Pero, después de tanto tiempo sumida en una vida solitaria, por fin la vida le da la oportunidad de hacer algo diferente. Ella finalmente podrá ser alguien en la sociedad griega y, al mismo tiempo, salvará a su...