CAPÍTULO 54

13.6K 830 15
                                    


Suspiró, ubicándose a su lado, y pasó un brazo por su cintura con posesividad.

Ambos se mantuvieron en silencio, mientras se calmaban sus respiraciones.

De pronto, Anastasia sintió que era el momento perfecto para hablar.

—¿Keelan? —lo llamó, acariciándole los vellos del brazo que estaba sobre su vientre.

—¿Mmmm? —respondió él, acercándose para dejarle un pequeño beso en el hombro desnudo.

—¿Por qué tardaste tanto en venir por mí? Debería castigarte por la espera, idiota. —soltó ella con voz mandona y él se carcajeó divertido.

—No quería tocarte... Es decir, sí, moría por tocarte. Pero temía lastimarte, aun lo temo. —admitió él y ella asintió.

—También temes al cambio. —dijo ella con seguridad y él suspiró.

—Sí. Siempre he estado acostumbrado a tener mi propio espacio. Ni siquiera mi familia había cruzado esa línea jamás. —le contó y ella asintió, entendiendo muy bien a qué se refería. —¿No temes que termine lastimándote? —preguntó él de pronto y ella negó rápidamente.

—Antes, sí. Ahora, no. —respondió con tranquilidad y sinceridad.

Keelan se quedó en silencio, sin saber qué responder a eso.

Siempre había tenido inteligencia y que le expresara abiertamente lo que pensaba le encantaba.

Él se sentía igual, como si antes hubiese pensado mucho en lastimarla, pero ahora no.

Ahora sentía que la quería, que la necesitaba... Y tú no lastimas a quien amas, o eso se dijo él.

—¿Disfrutaste? —preguntó en un susurro y subió la mano, acariciando su pecho izquierdo con ternura.

Anastasia giró el rostro, conmovida por su toque.

—Sí. Mucho... —admitió sonrojada y él rió fuerte.

De pronto, ambos se morían a carcajadas sobre la cama... Sólo que Anastasia no sabía por qué reían.

—¡Eres una parlanchina durante el sexo! —exclamó él y Anastasia detuvo sus carcajadas, mirándolo con cara de pocos amigos.

—¡Claro que n...! —comenzó a decir ella, pero él la calló con un beso lento y arrollador. De esos que son más dulces que sexuales, de esos que transmiten un mensaje.

—Mmmmm... —gimió ella en su boca y él terminó el beso.

—¿Qué? —preguntó sintiendo que ella tenía algo para decir.

—¿Quién eres y qué hiciste con Keelan Vasileiou? —preguntó burlona, a sabiendas de que ya lo tenía en la palma de su mano.

—Sigo siendo el mismo. —respondió él de mal humor y Anastasia aprovechó el momento para subir sobre él.

Él siseó, consciente de que la entrada de ella estaba rozando la base de su miembro.

—Sí, claro. Eres el mismo hombre frío, inalcanzable. Indiferente a las necesidades y sentimientos ajenos. —susurró inclinándose sobre su pecho y dejando besos en sus pectorales.

—Lo soy. —susurró él comenzando a excitarse con los besos de su esposa.

—Claro... —se burló ella siguiendo la corriente.

—¿Quieres que te demuestre que sí sigo siendo yo? —preguntó él con seriedad.

—Por supuesto. Estoy lista. —respondió ella llegando a la piel de su cuello y saboreándolo allí con lentitud.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora