CAPÍTULO 18

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Anastasia estaba cansada de intentar conseguir el número personal de Keelan.

Había intentado diez mil veces, pero todos fueron intentos fallidos.

No había forma de contactarse con él.

Salió de la cocina y vio una sombra pasar por la pared de vidrio que ofrecía una vista hermosa de la playa.

La guardaespaldas, recordó.

Salió corriendo hacia el área de la piscina y rogó al cielo no parecer tan loca.

—¡Sé que estás ahí! ¡Necesito contactarme con Keelan!—gritó ella y a su lado apareció su guardaespaldas desconocida.

Lo primero que Anastasia registró en su memoria, es que era sumamente alta.

O al menos eso sintió, considerando el hecho de que ella misma era bastante baja.

—Soy Angelique Brown... He estado trabajando como tu seguridad, no me había presentado antes por órdenes expresas de...—comenzó a explicar la mujer, de forma robótica.

—Ahora mismo no me interesa qué órdenes dé Keelan. Necesito verlo, es algo importante. —soltó sin mucha ceremonia.

La guardaespaldas asintió y Ana le vio marcar en el teléfono.

—Sr. Vasileiou, la Sra. Solicita verlo. De urgencia. —dijo la mujer en cuanto Keelan atendió la llamada. —No, ella está bien. Creo que es un asunto más... Personal. —explicó. —Sí, entiendo. —agregó y colgó.

Anastasia la observó, curiosa.

—El Sr. Ordenó que se cambiara la ropa para poder ir a la oficina. —indicó.

Ana miró hacia abajo, evaluando su "ropa" y se dio cuenta que se trataba de sólo unas bragas y la camiseta grande que había encontrado en una de las gavetas de los armarios.

Asintió, repentinamente sonrojada al recordar que Keelan parecía ver todo. Lo odiaba y odiaba el hecho de que la hiciera sentir avergonzada.

Se cambió rápidamente y cuando salió, se encontró con un auto estacionado justo en la entrada a la casa. Angelique, que estaba de piloto, le hizo una seña y Ana cerró con seguro, para luego correr hacia el auto.

El viaje hasta la empresa de Keelan fue increíble para Ana. Pasaron por calles que ella no conocía y todo lo que veía le parecía hermoso.

No sabía que el área de la playa era tan extensa y descubrió con alegría que aún tenía mucho qué conocer de su ciudad. Quizá al divorciarse pudiera tomar un barco y viajar por el mundo.

A mitad del camino, llegaron a una zona donde todo era paisaje, no se veían comercios ni personas caminando. Sólo había carretera y montañas hacia la izquierda.

A la derecha tenía la hermosa vista del mar y realmente la disfrutó.

Podían verse algunos barcos en el mar y vio dos personas besándose en la proa de uno, era un beso apasionado.

La vista la hizo sonrojarse hasta la ropa, pensando en que quizá así se vio su último encuentro con su esposo.

Intentó poner su mente en blanco, mirando hacia el frente.

Tardaron al menos treinta minutos en llegar y como el auto iba muy rápido, a ella le pareció que la empresa quedaba muy lejos; retirada de la casa y de la zona comercial.

El auto se detuvo justo frente a un edificio gris y cuadrado.

Literalmente era un cuadrado gigante de color gris, con muchas ventanas y puertas dobles de entrada. Había un gran estacionamiento al frente, lo que a Anastasia le pareció maravilloso, y tenía mucho movimiento. Salieron del auto y ella ahogó un jadeo al ver que detrás de la empresa literalmente había un muelle de al menos uno o dos kilómetros, con barcos atracados a ambos lados.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora