CAPÍTULO 26

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—Todo esto es más profundo de lo que crees, abuelo... Y créeme cuando te digo que, si algo estoy considerando en este momento, es que a pesar de todos los problemas que pueda tener con ella; es sagrado lo que pasó entre nosotros antes de la boda... Entonces, no pienso decir absolutamente nada más. Lo único que sí me gustaría, abuelo, es contar con tu apoyo en cualquier situación que se presente. —dijo Keelan pensando en Anastasia y en su estado depresivo de la noche anterior. Le preocupaba que siguiera así y si continuaba con esas actitudes pensaba conseguir algún psicólogo... Para eso era que pensaba pedir ayuda a su abuelo. No quería que la familia de ella se enterara sin que ella misma se los dijera voluntariamente.

Con un suspiro se dio cuenta de que tenía sentimientos encontrados; le preocupaba su bienestar, pero al mismo tiempo estaba totalmente enojado de que ella siguiera compartiendo con el boxeadorsito.

¿Qué era lo que le estaba haciendo esa mujer? ¡Joder!

Sus palabras le preocuparon a Bemus.

Él conocía cosas del pasado que su nieto no conocía, pero sus palabras le hicieron creer que se refería a la protección que Anastasia necesitaba.

Algo que le preocupaba a Pietro Makris y que éste hombre le había confiado a él.

La mente del mayor de los Vasileiou iba a millón. Él había escuchado que Victoria había regresado a Grecia y, si eso era cierto, su socio no tardaba en pedir ayuda para proteger a su hija menor.

La posible petición no le preocupaba... Era la mafia lo que lo hacía.

Bemus había pasado la mitad de su vida luchando por salir de todos esos negocios turbios... ¿Acaso el destino era volver a los orígenes de su familia?

El legado y su apellido habían sido terriblemente difíciles de limpiar... Las manchas de sangre y pecados se adherían con fuerza a los apellidos, haciendo casi imposible para las personas olvidar el pasado y los errores cometidos en él.

Ese tipo de recuerdos no eran algo fácil de quitar de un apellido... Pero ya esa jovencita era parte de su familia y él nunca abandonaba a la suya.

—Cuentas con mi ayuda para lo que necesites, Keelan. Tanto tú, como Anastasia, son familia... Y la familia está para protegerse la espalda... I písti más enónei, Keelan. —agregó la frase familiar con solemnidad.

—La Lealtad nos une, abuelo. —repitió su nieto, al tiempo que asentía con seriedad.

Sin más que decir su abuelo, conmovido, se acercó y le dio un beso en la frente.

Keelan le vio pensar un segundo, como si quisiera decir algo más, pero al final salió de la oficina dejándole en la soledad.

Durante unos minutos Keelan dudó entre volver a abrir la aplicación de las cámaras de seguridad o simplemente apagar el computador y regresar a la casa.

Indeciso, intentó calmarse diciéndose a sí mismo que de seguro Anastasia ya estaba de regreso en la casa y que un pequeño vistazo a las cámaras de seguridad sólo le ayudaría a estar más calmado y a estar preparado por si ella seguía con problemas emocionales (puesto que pretendía regresar a la casa de la playa esta noche).

Él intentó recrear en su mente miles de escenarios en los que ella estaba tranquila, de regreso a la casa... Y quizás con muy poca ropa.

Pero todo tipo de imaginaciones se fueron al garete cuando finalmente abrió la aplicación de las cámaras y vio que claramente estaban de regreso en la playa.

Habían pasado alrededor de dos horas y a Keelan le pareció que era suficiente tiempo para compartir con una amistad... Demasiado tiempo, si se lo pensaba mejor.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora