CAPÍTULO 70

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Anastasia frunció el ceño e ignoró su mano.

—¿Es en serio que usted se está presentando como si estuviéramos conociéndonos en una fiesta?... ¡Hola! Me secuestraste, amigo. No esperes un saludo amistoso de mi parte. —exclamó bruscamente Ana.

Él sonrió aún más abiertamente.

—Bien... Pues te confieso que me estoy llevando una sorpresa contigo. —dijo él, dándose cuenta de que ella no era como él pensaba que iba a ser. Su personalidad era muy diferente de lo que parecía.

—¡Pues somos dos los que nos estamos llevando algunas sorpresas! —indicó Anastasia molesta.

—Oye, calma. No estoy contra ti... Y de verdad que en este momento me estoy sintiendo muy atacado de tu parte. —dijo él y suspiró. —Yo solamente te traje porque estoy cumpliendo con mi trabajo, eso no quiere decir ni que sea parte de lo que sea que quieren hacer contigo, ni que yo quiera hacerte daño. —explicó y Anastasia suspiró.

¿Acaso le estaba diciendo la verdad?

Si era así, ella estaba direccionando de forma incorrecta su ira... Pero, por el momento, no tenía seguridad de nada; así que lo mejor era mantenerse neutral y no creerle a él hasta que no tuviera razones para creerle.

—Hablando de no ser el villano... ¡¿Tú si puedes decirme dónde mierda se supone que estamos?! —preguntó azorada.

El negó con la cabeza.

—No, lamentablemente no puedo. Pero lo que sí puedo hacer es acompañarte y hacer que tu tiempo aquí sea más ameno. —ofreció sonriendo abiertamente.

Anastasia puso los ojos en blanco, matando la sonrisa en los labios de él.

A ella le parecía que él se estaba esforzando demasiado por agradarle y no pudo evitar pensar en su esposo. Él idiota de Keelan la había tratado de la patada al principio, pero la había hecho tan feliz luego... Sabía que no debía pensar tanto en eso, pero era imposible no hacerlo.

Por su parte, Zacarías cada vez sentía más interés por ella.

Era un hueso duro de roer, pero eso siempre había hecho que la cacería fuera más divertida.

—Créeme que, para hablar, me tengo a mí misma. Soy lo suficientemente capaz de llevar una conversación bidireccional conmigo misma. —dijo y él soltó una carcajada. Anastasia pensó que, si su voz era ronca, su risa lo era aún más.

Era un tono muy extraño el de su voz, Ana no pudo evitar preguntarse si su voz sonaría bien cuando cantaba.

—La verdad no me imaginé que fueras tan parlanchina... Siempre me pareciste más callada y seria de lo que realmente eres. —admitió y Anastasia frunció el ceño de nuevo, viéndolo con cara de pocos amigos.

—¿Y tú de donde me conoces? —preguntó.

—Bien, espero que no suene tan raro como lo hace en mi cabeza, pero estuve espiándote por varios días en el yate. —le contó y Anastasia soltó un jadeo.

—¡¿Pero qué demonios?! ¡Créeme que estoy segura de que suena mucho peor cuando lo dices, que cuando lo piensas! —dijo y él volvió a reír.

—Hablar contigo es divertido, ¿tienes muchas palabras qué decir no? —intentó bromear, pero Ana sólo puso cara de pocos amigos y ni siquiera le contestó.

Después de unos cuantos minutos, Zacarías seguía mirando a Anastasia con curiosidad.

No le quitaba la mirada de encima. Se dio cuenta de que ella no era como él creyó al principio. Se veía tranquila y silenciosa, pero resultó ser vivaz y contestona... Y lo peor era que eso, en lugar de molestarlo, lo divertía. Zacarías estaba seguro de que tenía mucho tiempo sin reír tanto.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora