Para el momento en que llegaron al consultorio del doctor, ya el sol estaba ocultándose.
Era un hombre adulto y canoso el que los esperaba en el consultorio.
A Ana no le importó, pues lo único que quería era descubrir si sus sospechas eran ciertas. Keelan por su parte estaba en contra de que fuera atendida por un hombre y así se lo hizo saber.
—No, mejor esperamos a la doctora de en frente. —dijo, señalando a la puerta del consultorio que estaba frente a las sillas del área de espera.
—Me estás avergonzando, ese pobre anciano no iba a ...—comienza a decir ella indignada, pero de pronto ven pasar a una mujer y ambos ven al doctor mirar de forma lasciva a la embarazada, quien caminando hacia el interior del consultorio no se dio cuenta de nada.
—¿Así que te avergüenzo, eh?—preguntó él molesto de que ella no respetara su incomodidad. Eran celos lo que sentía, pero sólo se trataba de algo básico, un instinto muy varonil, se dijo a sí mismo justificando eso que le estrujaba y le hacía arder el pecho.
De pronto se le antojaba apretujar a Anastasia contra él y marcar el territorio para que a nadie le quedaran dudas de que esa mujer era suya mientras él lo quisiera, cosas estúpidas que se le venían a la mente, pensó luego de procesar sus pensamientos.
Ella se quedó en silencio, no porque estuviera intimidada por él o por su actitud, sino porque ya no podía con la zozobra.
Necesitaba saber si estaba embarazada.
Tuvieron que esperar más de lo que pensaban al principio, pues la doctora tenía una lista larga de pacientes.
Para el momento en que consiguieron entrar a la consulta, Anastasia se sentía hambrienta y estaba segura de que Keelan había escuchado dos o tres veces los rugidos de su estómago.
—Puede sentarse en la camilla, boca arriba. —instruyó la doctora y ella obedeció.
La doctora era joven, guapa y muy rubia, cosa que ella no pasó desapercibido, ni la forma en la que miraba a su esposo.
No de una forma irrespetuosa, sino más bien como si se estuviera conteniendo de preguntarle si quería una cita por respeto a su presencia.
De cualquier manera, a ella eso le cayó de la patada, pues una vez más fue consciente del atractivo que ostentaba el hombre que la acompañaba.
—¿Cuándo fue tu último periodo? —preguntó la doctora y a ella se le escapó un suspiro.
—Hace dos meses y un par de días, doc.—dijo y la ginecóloga asintió.
—¿Crees que estás embarazada? —inquirió al tiempo que la vieron preparar sus equipos. —Descubre el vientre, Anastasia. —indicó.
Keelan estaba más confundido que ciego en un laberinto y Ana ya se hacía una idea de cómo le iban a atender. Distinguió rápidamente el aparatito que se usaba para hacer una ecografía.
Ana se encogió de hombros, pensando en responder con sinceridad a la pregunta anterior.
—Tengo muchos antojos, mi menstruación no ha tocado a la puerta y encima he aumentado de peso. —admitió todas las razones por las que creyó que podía estarlo.
Keelan a su lado estaba mirándola fijamente, lo cual le incomodó un poco.
Él lucía como si estuviera evaluando cada una de sus respuestas.
—¿Cuándo fue la última vez que tuvieron actividad sexual? —preguntó y a ella se le vino a la mente lo extraño que iba a sonarle la verdad.
—Pues...—comenzó a decir la posible madre.
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ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)
RomansAna nunca ha sido el primer lugar... Pero, después de tanto tiempo sumida en una vida solitaria, por fin la vida le da la oportunidad de hacer algo diferente. Ella finalmente podrá ser alguien en la sociedad griega y, al mismo tiempo, salvará a su...