CAPÍTULO 31

15.5K 988 9
                                    


¿Cómo que "idénticos a la madre"?

Eso sí que no lo vio venir...

Sí, efectivamente sus hijos se parecían demasiado a su madre.

Pero ¿a Anastasia?

Basil no entendía.

El doctor tenía que estar equivocado.

¿O era posible que a él se le estuviese escapando algo?

Su mente comenzó a hacer como un reseteo y de pronto recordó esa forma tan extraña en la que se sentía cuando Anastasia estaba cerca.

¿Podía estar relacionado con algún parecido entre ella y los niños?

Necesitaba detallarla más la próxima vez que la viera, porque realmente no se había fijado en eso... Pero lo que sí notaba era cierta sensación de Deja Vú.

—Bueno... Quería informarle que ella está siendo atendida. —dijo el doctor.

—¿Y por qué se han tardado tanto?—preguntó él impaciente.

—Para serle sincero, por lo que pudimos identificar rápidamente, con sólo hacerle un examen a sus signos vitales, ella estaba sufriendo alguna clase de descompensación. —explicó el doctor y a Basil le pareció que estaba haciendo alarde de su profesión, pero se guardó lo que opinaba sobre eso.

Elian bajó del asiento, para caminar en dirección a la máquina expendedora del pasillo y Basil se puso de pie, dispuesto a correr detrás de su hijo, para evitar que se metiera en problemas.

—¿Conocen la causa de la descompensación? —consiguió preguntar una vez que vio cómo Elian emprendía el camino de regreso.

Basil miró el rostro del doctor con atención y casi soltó una carcajada al ver cómo el hombre había palidecido.

Él sabía que su tamaño y apariencia intimidaba, pero en esta ocasión le sorprendía y hasta causaba gracia. En ningún momento quiso intimidar al hombre y Dios lo sabía.

El doctor notó que se había quedado mucho tiempo en silencio, así que se aclaro la garganta y humedeció su garganta.

—Eh, pues... Estamos haciéndole unos exámenes, para descartar cualquier cosa. En cuanto terminemos y obtengamos el resultado, le estaremos avisando. —le informó amablemente el doctor.

Él asintió, sin mucho qué decir, y el doctor se retiró por donde había llegado.

Anastasia se sentía como si hubiese dormido una eternidad.

Abrió mucho los ojos y lo primero que notó fue que estaba en un lugar que no recordaba haber estado antes.

El lugar era alguna clase de habitación cerrada con un par de sofás en una esquina y nada más. Las paredes eran blancas, con algunos detalles en color azul claro.

Miró hacia abajo y a los lados.

Identificó que estaba sobre una camilla un poco pequeña para su tamaño y vio que tenía una solución en el brazo.

Sus nervios se alteraron un poco al ver eso.

¿Qué estaba sucediendo y por qué estaba sola?

¿Dónde estaban sus padres?

Sus nervios iban en aumento, pero luchó por calmarse.

Revisó su cuerpo y se dio cuenta de que no había ninguna cosa fuera de lugar en ella.

¿Acaso me pasó algo?, se preguntó buscando en su mente la razón por la que estaba ahí, pero no logró recordar nada.

—¡Señora Anastasia, ¡qué bueno ver que ya despertó! — exclamó un hombre entrando en la habitación. —Estábamos preocupados por usted y su familia aún más. —indicó acercándose. Ella lo identificó como un doctor. Algo que era un poco obvio, puesto que cargaba una bata blanca y la placa de identificación,

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora