CAPÍTULO 58

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—Es relativamente pequeño... Está intentando aterrizar. —informó el capitán con el ceño fruncido al tiempo que veía en la pantalla como el pequeño punto volaba alrededor de ellos en círculos.

—¿Cuánto tiempo tiene pidiendo permiso de aterrizaje? —preguntó Keelan observando la espalda del hombre.

—Tiene, más o menos, como quince minutos pidiendo permiso para estacionar aquí en el yate. —informó el capitán y Keelan le pidió permiso para asomarse sobre el panel de control.

Lo hizo y efectivamente en el radar se mostraba como una nave estaba pidiendo permiso para aterrizar sobre el yate... Pero le pareció extraño que la nave era lo suficientemente pequeña como para hacerlo.

Keelan se extrañó, preguntándose qué tipo de nave podría ser esa.

Frunció el ceño pensativo y de pronto se le ocurrió revisar el código de quien solicitaba el permiso.

Leyó el código y en cuánto lo vio, supo de quién se trataba.

¿Qué se suponía que estaba haciendo Alexei Mankov ahí?

Y, ¿Cómo demonios había encontrado el yate?, se preguntó al tiempo que otorgaba el permiso para que accediera a su nave e hiciera el aterrizaje.

—No se preocupe, capitán. Es un viejo amigo. —lo tranquilizó rápidamente.

—Pero, Sr... ¿Acaso no es imposible que nos rastreen? —preguntó preocupado.

—Eso siempre creí yo, quiero pensar que es cuestión de suerte. —admitió con nerviosismo.

El capitán lo notó y pensó en animarlo.

—No se preocupe, Sr. Si es su amigo, es buena noticia. Quizá sólo nos vio. —murmuró no muy convencido, pero haciendo su mejor esfuerzo.

Keelan asintió pensativo.

—Sí... De seguro vio el yate y lo reconoció. —respondió y se aclaró la garganta. —Bueno, ya nos enteraremos... Voy a conceder el permiso. —avisó y el capitán asintió al tiempo que Keelan emitía el permiso, presionando algunos botones.

Minutos después, Keelan vio cómo la pequeña avioneta aterrizó en el espacio del yate que había sido diseñado para aterrizajes.

Seguía sin poderlo creer, pero ahí estaba su amigo. Desde su posición podía ver cómo Alexei pilotaba la nave hasta estacionarse, dejándolo un poco pasmado.

Tenía demasiado tiempo sin ver a su amigo. Estaba seguro que habían pasado más de dos años desde la última vez que lo vio.

Keelan salió del centro de controles justo en el momento en que Anastasia salía de la piscina.

Ella salió a su encuentro luciendo preocupada y Keelan se acercó al mismo tiempo a ella.

—¿Qué pasa, amor? —preguntó ella cuando se encontraron.

—No te preocupes. Es sólo un viejo amigo. —respondió él tranquilizándola.

Pero Keelan ni siquiera estaba mirándola a ella, sino al traje de baño que estaba usando.

—¿Amor? ¿Por qué no vas a cambiarte? —preguntó Keelan de frente y Anastasia lo miró anonadada con una ceja arqueada.

—No me pienso ir a cambiar. —le respondió suavemente y Keelan se contuvo de pelear ahí mismo, porque vio como la avioneta comenzaba a detener sus hélices después del aterrizaje.

La puerta del piloto se abrió y su amigo Alexei bajo de la nave a una distancia considerable de dónde ellos estaban.

Keelan decidió aprovechar la distancia.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora