El tiempo siguió pasando y se tornó incómodo para él, se sentía extrañamente amarrado.
Como si el peso de estar casado recientemente se hubiese hecho realidad.
Keelan se aclaró la garganta y Anastasia levantó la mirada.
—¿Qué tal si me esperas en los bancos? No quiero que te canses estando tanto tiempo de pie. —le susurró él, poniendo un mechón de su cabello detrás de su oreja.
Anastasia asintió y caminó hacia los bancos, pero en realidad no tenía muchas ganas de esperar ahí sentada.
Dio un vistazo hacia afuera y desde su posición logró ver una pequeña tienda de cosas para bebés.
Emocionada, se dirigió al lugar sin siquiera recordar el hecho de que su esposo le pidió que esperara.
Desde afuera vio cochecitos, artículos de aseo para bebés y juguetes preciosos.
Entró y una chica la saludó con una sonrisa desde detrás del mostrador repleto de ropa y zapatos de bebé.
Anastasia le regresó la sonrisa y se dirigió al pasillo de los artículos de aseo.
Su corazón se sintió tan sensible en cuanto vio los pañales para recién nacido que no pudo evitar soltar un par de lágrimas.
Aun no se podía creer que iba a ser mamá, que tendría un bebé.
Siguió viendo cosas a diestra y siniestra, pensando en que jamás se había sentido tan emocionada por algo.
Recordó a su mamá, que siempre les decía a ella y a su hermana que los hijos te cambiaban la vida de una forma que era inexplicable.
Según su mamá, nada se igualaba a el sentimiento que causaba tener a los hijos y luchar por protegerlos siempre.
Anastasia estiró su brazo para alcanzar una mantita peluda y en el movimiento, vio una sombra a su derecha.
Giró rápidamente, esperando encontrarse a una persona ahí... Pero lo único que consiguió fue el pasillo vacío.
Ella sintió como si su mente le estuviese dando una alerta, se sintió repentinamente nerviosa. Como si la estuvieran vigilando.
Caminó suavemente hacia el final del anaquel y miró el pasillo.
Nadie.
Estaba completamente solo.
La impresión de que la miraban seguía y decidió escoger algunas cosas para bebé, decidida a tardar más en la tienda... Se negaba a salir de ahí sin su esposo.
Le daba miedo salir de la tienda y que algo malo le pasara.
No temía por ella a primera instancia, sino por el bebé.
Se sentía amenazada y sabía que las emociones fuertes no eran buenas para una embarazada. Intentó respirar calmadamente y distraerse con algunos juguetes, pero de pronto volvió a ver la sombra, sólo que esta vez la vio a su izquierda.
—¿Quién anda ahí? —preguntó en un susurro, su corazón latiendo con miedo dentro de su pecho.
Se sentía dentro de una escena de película de terror.
Nadie respondió y la chica del mostrador la miraba como si estuviera loca, lo cual consideraba lógico dada la situación de ese momento.
Ana respiró profundo y contuvo las ganas de llorar que la abordaron de pronto.
—¡Aquí está la señora! —gritó una voz que ella reconoció cómo la de Theo y dio un respingo cuando vio cómo él y unos guardias de seguridad uniformados aparecieron en la puerta de la tienda de cosas de bebé.
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ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)
RomanceAna nunca ha sido el primer lugar... Pero, después de tanto tiempo sumida en una vida solitaria, por fin la vida le da la oportunidad de hacer algo diferente. Ella finalmente podrá ser alguien en la sociedad griega y, al mismo tiempo, salvará a su...