Keelan regresó al interior de la casa en silencio y con todo el cuerpo tenso. Él sabía que Anastasia vendría justo detrás y no se equivocó.
Ella entró y cerró la puerta con seguro, al tiempo que Keelan se giraba y la encaraba.
—¿Es que acaso te has propuesto matarme del enojo, mujer? Porque si es así, te informo que lo estás logrando. —rugió él, levantando la voz. Se sentía muy celoso, totalmente posesivo con ella.
Se dijo que se trataba del embarazo, pero su parte racional sabía que tenía poco o nada qué ver con eso.
—¡Sólo fui a visitarlos, Keelan! ¡Basil es mi amigo y le he tomado mucho aprecio a sus hijos!—exclamó ella cansada de su actitud.
Keelan lo sabía, él lo entendía... Pero estaba teniendo un gran problema al controlar sus emociones.
Estaba muy alterado, así que envió al demonio el plan de explicarle todo con paciencia y hablar con ella.
Subió a la habitación rápidamente, con Anastasia pisándole los talones.
—¡¿Qué estás haciendo?!—preguntó ella con la voz quebrada.
Él sabía que se veía un poco frenético y enloquecido, pero prefirió ignorarla en lugar de explicarle.
—¡Keelan!—lo llamó y él hizo caso omiso de nuevo. Entró al vestidor y tomó las maletas de viaje que tenían allí.
Las abrió las dos sobre la cama y empezó a tirar lo que se encontraba en el interior de las maletas.
—¿Para qué son las maletas?—preguntó Anastasia sin rendirse.
—Empaca todo lo que sea necesario, ya mismo.— ordenó él en un tono de voz bajo que sonó más amenazante que cualquier otro tono de voz que ella le hubiese escuchado.
—¡No haré nada hasta que no me expliques qué es lo que está sucediendo!—gritó ella y él vio cómo se humedecieron sus ojos.
La vista de su esposa a punto de llorar fue impactante para él. De pronto, lo que sea que ella hubiese hecho, le había apagado el enojo.
Sentía como si toda su energía negativa se hubiese esfumado, dejándolo con un sentimiento de culpa muy grande.
Su esposa embarazada estaba a punto de llorar por su culpa.
¿Qué diría Bemus Vasileiou si supiera que su nieto era tan idiota?
No pudo evitar preguntárselo, para él su abuelo era el mejor ejemplo en cuanto a tratos con las mujeres.
—Nos iremos de viaje. —soltó él y respiró profundo, dándose cuenta de que había estado conteniendo la respiración.
—¿Por qué?—terció ella y él soltó un gruñido exasperado.
Lo mejor era apegarse al plan.
—Porque quería llevar a la madre de mi hijo de paseo... Pero ni siquiera tuve tiempo de convencerla porque lo primero que me encontré al llegar a casa fue el lugar totalmente solo y me preocupé pensando que algo le había pasado a mi esposa, pero justo cuando salía a hacer una jodida denuncia... ¡Mi esposa salió muy sonriente de la casa del vecino! — exclamó dejando salir lo que sentía.
—¡Sólo somos amigos, además sólo le estaba agradeciendo por...! —comenzó a decir ella de nuevo.
—Empaca tus maletas, Anastasia. —ordenó una vez más él, interrumpiéndola.
Sin esperar si ella obedecía o no, él regresó a su trabajo de empacar como loco.
Ana tragó grueso.
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ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)
RomanceAna nunca ha sido el primer lugar... Pero, después de tanto tiempo sumida en una vida solitaria, por fin la vida le da la oportunidad de hacer algo diferente. Ella finalmente podrá ser alguien en la sociedad griega y, al mismo tiempo, salvará a su...