Su esposo la miraba principalmente con desdén, su mirada también transmitía enojo y ella casi gime ante la forma en la que se veía él.
Estaba allí, parado tenso con ese traje que le quedaba como un guante, el cabello ondeando por el viento y los tacones de ella colgando de dos dedos.
Se veía tan sexy que Anastasia sintió que se arrepentía de haberse casado.
Ella sentía que enamorarse de él iba a ser muy fácil, lo veía en esos estúpidos tacones... ¿Para qué demonios iba a preocuparse por traerle los zapatos? Otro en su lugar no se hubiese molestado.
Él suspiró y caminó hacia un mueble que estaba bajo el techo del patio.
Dejó allí los zapatos y la encaró de nuevo.
—Me voy. Regreso por ti en una hora, debes esta lista para la celebración. Hay ropa y otras cosas en el armario de la habitación principal. —le dijo y rápidamente se giró, dándole la espalda y marchándose del lugar.
Ella contuvo un gruñido ante su actitud.
¿Siempre iba a ser así?
¿Iba a actuar como si ella no tuviera ni opinión, ni voz?
Subió por las escaleras y llegó a la puerta principal justo cuando se escuchó rugir el motor del auto.
Se giró y mirando sobre su hombro, vio cómo Keelan se alejó de allí a toda velocidad.
Unas ganas terribles de llorar la atacaron.
Ni siquiera recordaba muy bien cómo había sido él con ella la noche que pasaron juntos, pero tampoco se esperaba que la dejara botada justo después de la boda.
Contuvo las ganas de llorar hasta que sintió que estaba calmada.
Entró a la casa y se sintió un poco mejor. El interior era hermoso como el exterior y pensó que por ella bien podían dejarla allí por siempre.
Nunca fue una mujer de cosas costosas, pero el diseño de ésta casa le encantaba.
Subió las escaleras, sin perderse por un segundo lo organizada y limpia que se encontraba la casa.
Llegó al pasillo de habitaciones y rápidamente identificó cuál era la habitación principal, no había forma de confundirse o dudar cuando era la única que poseía una hermosa puerta doble.
La empujó y la puerta rápidamente se abrió de ambos lados.
La habitación la dejó sin aliento.
Estaba decorada en tonos pasteles de colores cálidos, era un sueño, al igual que el resto del lugar.
Rápidamente entró al baño y salió de ése estúpido vestido.
Lo lanzó en la esquina, justo al lado del retrete y entró en la ducha.
Se lavó a consciencia y disfrutó de la ducha costosa que tenía el cuarto de baño.
Era una ducha de múltiples chorros que salían directamente del techo.
Anastasia tenía ciertos lujos en casa, pero jamás en su vida había visto una ducha como esa. Ni siquiera en películas... Y vaya que había visto muchísimas.
Decir que la ducha era deliciosa era un eufemismo. Esos chorros que caían desde distintas direcciones parecían la gloria, cómo darte una ducha y un baño al mismo tiempo.
Cuando notó que sus dedos parecían pasas por el tiempo que llevaba bajo la ducha, ella decidió salir.
Regresó a la habitación envuelta en una bata muy gruesa que le encantó. Estaba segura que era de la talla de Keelan porque le pasaba de las rodillas.
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ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)
RomanceAna nunca ha sido el primer lugar... Pero, después de tanto tiempo sumida en una vida solitaria, por fin la vida le da la oportunidad de hacer algo diferente. Ella finalmente podrá ser alguien en la sociedad griega y, al mismo tiempo, salvará a su...