CAPÍTULO 49

16.2K 978 52
                                    


Al despertar, Ana se duchó y terminó de vestirse justo cuando oyó un golpecito en la puerta. Abrió pensando que era Keelan, pero se encontró con uno de los miembros de la tripulación.

Estaba de pie en el pasillo, lucía incómodo de ingresar al área de los camarotes y ella se preguntó la razón de su obvia incomodidad.

—Señora, vengo a avisarle que acabamos de anclar y el señor Vasileiou la está esperando en cubierta. Ha sugerido que use algo un poco cubierto... —dijo rápidamente y miró sus pies. —Y también pidió que se ponga unos zapatos cómodos, pues van a caminar un poco y no quiere que se lastime los pies. —indicó. —¿Quiere que la espere? —ofreció.

—Sí, un segundo por favor... —pidió mientras tomaba otros zapatos y una chaqueta.

—Lista. —indicó ella en cuanto salió al encuentro del hombre en el pasillo.

Ella moría de curiosidad, quería saber en ese mismo instante qué iban a hacer.

¿Tendría Keelan algún negocio por cerrar o alguna reunión con socios en tierra?

Al despertar había sentido que se habían detenido, pero no sabía si era algún tipo del descanso del motor del yate o algo así.

—¿A dónde vamos? —preguntó mientras lo seguía escaleras arriba.

—Es secreto del Sr. Vasileiou. —respondió el hombre de forma amable, como si le divirtiera ver a su jefe sorprendiendo a su esposa.

Pensó en sacarle información con su manipulación, pero su esposo la esperaba en la cubierta.

Verlo ahí de pie bajo el sol; tan alto, atlético y seductoramente atractivo con una camisa blanca y un pantaloncillo corto de color caqui, hizo que se le encogiera el estómago de la impresión.

Le parecía mentira que ese hombre era su esposo.

Era demasiado guapo y ella se sentía más guapa de saber que un hombre así había temblado y gemido gracias a sus manos y boca.

—¿A dónde vamos? —preguntó con coquetería en cuanto lo alcanzó.

La brisa hacía bailar su falda alrededor de sus piernas.

Él bajó la mirada unos segundos, dándole a entender con la expresión de su rostro que el jueguito del viento con su falda no le gustaba, pero ella lo ignoró, dejándole claro que ni siquiera se preocupara en decirle algo sobre su elección de vestimenta.

Keelan, entendiendo el mensaje silencioso, decidió dejarlo pasar y levantar su mirada de nuevo al rostro de su esposa.

Anastasia contuvo un suspiro de placer, cada vez que su esposo la miraba, sentía que la intensidad y necesidad entre ellos crecían.

—Es sorpresa. —respondió él sin soltar prenda y le regaló una de sus acostumbradas sonrisas socarronas.

Al principio, el hecho de que su esposo quisiera llevar la delantera en todo, le había caído de la patada... Pero ahora que entendía un poco la personalidad de Keelan, comprendía que eso era parte de su encanto.

Él era una persona controladora. Le gustaba sentirse realizado y llevaba una vida reservada, pero no por eso significaba que estaba haciendo algo turbio o malo.

Sólo quería mantener las cosas bajo su control sin necesidad de darle explicaciones a alguien más.

Era su vida y él era un hombre totalmente independiente que no se amilanaba por nada, ni le gustaba perder el tiempo en nimiedades.

Anastasia sabía que estaba cayendo enamorada de su esposo, lo había descubierto por la forma en que sus miradas la emocionaban, también por el hecho de que se descubría a sí misma pensando mucho en la personalidad y el comportamiento de su esposo.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora