Anastasia admiró el paisaje frente a ella mientras Basil y los niños estaban terminando sus vasos de limonada.
Escaneaba la playa con su mirada cuando de pronto Anastasia vio algo que se movía en la arena.
Dejó la bandeja en el suelo y se acercó rápidamente al lugar, la arena seguía moviéndose.
Estaba asustada, pero pensó que lo peor que podía pasar es que fuera una serpiente escondida en la arena. Aunque había visto en un documental cómo se veían las serpientes moviéndose bajo la arena y no le pareció que se viera igual que en la tele.
Extendió la mano para sacar lo que fuera que estuviera allí abajo, pero una mano se cerró sobre su muñeca, deteniéndola.
Subió la mirada y se encontró con los ojos azules de Basil.
—Déjame a mí, ¿Cómo puedo llamarme caballero si dejo que seas más valiente que yo?—preguntó medio en broma, sorprendiéndola. Últimamente hacía muchas bromas, dándole a entender que ya no quedaba rastro del Basil tajante y rudo del principio.
De hecho, ahora que lo conocía de forma amistosa, notaba que era como un oso de felpa gigante.
Ella asintió, dejándolo hacerlo, después de todo de seguro que él sabría mejor qué hacer con una picadura de serpiente.
Muy atenta vio cómo él hundió su mano en la arena y para sorpresa de todos, vieron cómo la arena caía de la mano de Basil y en la palma quedaba una pequeña tortuguita que movía ansiosa sus aletitas.
—Cuidado, puede que estemos sobre un nido.—dijo él rápidamente y se alejó del área, caminando hacia el mar.
Acercó a la pequeñita a la arena húmeda y todos vieron cómo poco a poco se acercaba a las olas.
De pronto una ola la alcanzó y se la llevó.
Los niños se acercaron a su padre, observando cómo la tortuguita se iba hacia el mar y Anastasia observó la escena conmovida.
Basil era gigante, ancho y alto. Sus hijos se veían pequeños, recostados a ambos lados de sus piernas, casi diminutos en comparación con él.
Anastasia guardó esa imagen en su mente con el plan de hacerles un cuadro y de pronto se sintió extrañamente nostálgica.
Ella realmente quería algo así. Anhelaba tener un hogar, tener a alguien que la amara, hijos y un lugar dónde disfrutar de las pequeñas cosas.
Siempre se sintió un poco curiosa sobre Basil y los niños solos.
Le parecía extraño porque eran una linda familia, pero ¿dónde estaba la madre y esposa?
¿Por qué estaban solos?
Pero luego pensó en que no era justo sentirse así.
¿Con qué moral se sentía así, si ella misma estaba sola?
Estaba totalmente abandonada en esa casa.
Como si fuera un objeto que ya cumplió su propósito y ahora no se necesita.
Suspiró y tomó la bandeja en sus manos.
Despidiéndose de Basil y los niños con un movimiento de una mano, regresó a la casa.
De pronto se sentía muy triste, vacía.
Lo cual era estúpido porque llevaba ya varios días compartiendo con los pequeños y Basil, pero así se sentía y no había forma de quitarse eso del corazón.
Ana no entendía.
Se suponía que ella sabía en lo que se estaba metiendo, que era algo por contrato y nada emocional, pero ¿por qué se sentía como si necesitara algo más?
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ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)
Roman d'amourAna nunca ha sido el primer lugar... Pero, después de tanto tiempo sumida en una vida solitaria, por fin la vida le da la oportunidad de hacer algo diferente. Ella finalmente podrá ser alguien en la sociedad griega y, al mismo tiempo, salvará a su...